Angeles de la calle

Poema lunfardo

La "Milonga del ángel" me levita
Me desdibuja el cuerpo
Me entrevera
El ángel milonguero me desvela
-en diagonal al cielo de la noche
-a contramano al sur de las estrellas
y en el bies transparente de la luna...

El angel sigiloso no se apura
si va a dormir en el umbral de su guarida
El ángel es un ángel buscavidas
-que reparte estampitas en los trenes
-que se muere de frío en los andenes
-que revuelve y revuelve la basura...

El ángel sobrevive a la locura
de aspirar en una bolsa pegamento
-ese suicidio lento
de pánico y sollozos-
Siempre un sobrante
Un sapo de otro pozo
y al margen más allá de las fronteras...
Angelitos
que en plena primavera
tienen los ojos y el almita tristes
Ángeles del dolor que se resisten
a un desolado mundo con goteras
Ángeles de la calle que se duermen
en los brazos malditos de la nada
y tienen la mirada apuñalada
por el resentimiento...

Angelitos paridos con lamentos
que limpian parabrisas de garúa
Militantes del arte de la fuga
de horfanatos perversos
En la calle se quedan los dispersos
fragmentos embarrados de su paso
y se encomienda al Dios de los fracasos
que les hace un milagro en moneditas
en ofertas del día/en estampitas
en alas cenicientas...
(que el ángel en la noche golpea puertas
y siempre están cerradas)

Angelitos que corren en bandadas
comiendo desperdicios
Sabiondos de miserias y estropicios
Fugitivos inocentes del alba
cuando en las pesadillas
olvidan su camisa en una silla
“al borde del camino”(1) y “desfondada”(2)
Ellos conocen tanta virgen pagana
Tantas traiciones y tantos sacrilegios
que son los angelitos como viejos
en cuerpos infantiles
y nos ofrecen como chocolatines
tiras de su pellejo.
Ángeles de la calle en el espejo
Jugandose la vida entre los coches
Saltimbanquis audaces de la noche
Eternos fugitivos
con su prontuario abierto/Con roídos
zapatos viejos -por otros pies usados-
y abrigos desteñidos y heredados
de hermanos o vecinos...

Ángeles de la guarda que se guardan
el futuro del país en un bolsillo
mangando sus precoces cigarrillos
mojándose en la calle sin paraguas
conviviendo con el hambre
y el alma hecha girones
cuando por las esquinas
acumulan cartones y botellas
debajo de la sombra de una estrella
que le promete siempre una luz remota
hecha con pedacitos de neblina
y una milonga azul de serpentina
que baila el ángel con sus dos alas rotas...

(1) Canción de la silla - Silvio Rodríguez
(2) Mi buenos Aires querido - Juan Gelman