El escarmiento

Poema lunfardo

Nos invadió la runfla chalchalera,
soplan en Buenos Aires malos vientos.
Rolamos con los grasas más grasientos,
grones de tierra tierra adentro y tierra afuera.

De cayetano y sin hacer bandera
les tenemos que dar el escarmiento:
si seguimos con tantos miramientos,
vamos a terminar en la palmera.

Así roncaba un orre tropo forte
y, como aquí roncar es ley escrita,
cinco pesados más le dieron corte.

Repartieron las fuerzas mita y mita
y, fajando los seis de sur a norte,
le dieron la marrusa a un cabecita.