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Por
Carlos Manus

El monumento. La manito que dio Gardel después de muerto

inalmente la ciudad de Buenos Aires ha enmendado su atraso de 65 años en erigir un monumento a Carlos Gardel, inexplicable demora porque el máximo cantor argentino tiene su homenaje en la piedra o en el bronce en casi todos los países de América Latina, aún en aquellos que no llegó a visitar.

Cabe recordar que, al poco tiempo de ocurrida la trágica muerte del Zorzal Criollo, se solicitó a Mariano de Vedia y Mitre, a la sazón Intendente de la ciudad de Buenos Aires, que se designara con el nombre de Carlos Gardel a una plazoleta de la Capital, a lo cual se negó argumentando que Gardel tenía un prontuario policial.

Paradójicamente, Vedia y Mitre fue Intendente de la ciudad de Buenos Aires durante la presidencia de Agustín P. Justo, quien no tuvo ningún prurito en usufructuar la muerte de Gardel para distraer la atención pública del asesinato de Enzo Bordabehere, Senador Nacional por la provincia de Santa Fe, a manos de Valdés Cora, ex-comisario y matón a sueldo del oficialismo.

La bala estaba realmente destinada a Lisandro de la Torre, también Senador Nacional por la provincia de Santa Fe, para acallar su interpelación al Ejecutivo por el affaire de los frigoríficos en el que estaban complicados Luis Duhau y Federico Pinedo, Ministros de Agricultura y de Hacienda.

Bordabehere había empujado a De la Torre para salvarlo del atentado, recibiendo él la bala asesina dirigida a su amigo y correligionario del partido Demócrata Progresista. Cuando Valdés Cora fue arrestado se dijo acertadamente «Ya tenemos al matador, ahora falta el asesino». No se pudo o no se quiso individualizar al mandante de Valdés Cora, aunque las evidencias señalaban a Duhau de quien era su guardaespaldas.

El presidente Justo solicitó a su par colombiano que demorara la entrega de los restos de Gardel y, con la complicidad de Natalio Botana, director-propietario de Crítica, este diario inició una campaña para desviar la atención pública del crimen cometido en pleno Senado de la Nación mediante la publicación de artículos relacionados con el cantor: La madre de Gardel, La infancia de Gardel, Los amigos de Gardel, Los amores de Gardel, etc.

Transcurridos varios meses, y ya logrado su propósito, Justo solicitó al presidente de Colombia la repatriación de los restos de Gardel.

Este episodio es evocado por Helvio Botana, hijo de Natalio, en el capítulo La manito que da Gardel después de muerto de su libro Memorias. Tras los dientes del perro.