Por
Jorge Arango

Confesiones de Roberto Álvarez en Medellín

ntrevista efectuada al bandoneonista Roberto Alvarez en Medellín (Colombia), el 27 de junio de 2015.

¿Cuándo estuvo usted con la orquesta de Osvaldo Pugliese y quiénes hacían los arreglos?

—En una época, en la orquesta del maestro eran casi todos compositores y arregladores. En la época en que yo estuve cuando entré, en 1978, habría 3 o 4 arregladores: Arturo Penón, Daniel Binelli, Osvaldo Pugliese, por supuesto, y yo.

¿Por qué el cambio tan sustancial en el sonido de la orquesta de Pugliese cuando se salen los músicos que conformaron el Sexteto Tango en 1968?

—En esa época él tenía una orquesta maravillosa. Para mí, esa época era la mejor de Osvaldo Pugliese, antes de que se salieran los que conformarían el Sexteto Tango. En esa época todavía existían los clubes y la gente bailaba con la orquesta, esta era más rítmica.

En el 69 ya era la época en que empezaron a desaparecer los clubes y se armaban los café-concert, lugares más chicos donde no se bailaba y el atractivo tenía que ser un solo de bandoneón, quedándose con una notita ahí, un solo de violín, entonces se había perdido un poquito la rítmica bailable. Pero todo el mundo hacía lo mismo porque el admirador que los iba a ver se quedaba sentado escuchando, no podía bailar, entonces había que mostrar otro tipo de tango. Pero a mí particularmente me gustaba mucho más la época de los 40 y 50.



En la Orquesta Color Tango, ¿quién hace los arreglos?

—La orquesta se fundó en 1989. Yo fui el fundador, por supuesto, y en esa época estaba el bandoneonista Víctor Lavallén, éramos los dos arregladores y había un tecladista uruguayo que desgraciadamente falleció muy joven, Juan Carlos Zunini, que también era arreglador. Éramos los 3 que hacíamos los arreglos.

El violinista era Carlos Piccione, que fue primer violín de Troilo. Después teníamos de pianista Roberto Cicaré, que fue pianista de Caló, de grandes orquestas. O sea que cuando nace Color Tango en el 89, prácticamente 90, era una selección.

¿También con el esquema de cooperativa, como Pugliese?

—Sí, igual. Seguimos así hasta el día de hoy.

Una vez vi una orquesta Color Tango y decía que era de Amílcar Tolosa. ¿Es otra orquesta Color Tango?

—Amílcar Tolosa también fue contrabajista de Pugliese y cuando se formó Color Tango nos fuimos tres músicos: Fernando Rodríguez (que actualmente todavía está con Color Tango, es el primer violín), Amílcar Tolosa (contrabajista) y yo, que en ese momento me desempeñaba como primer bandoneón. Entonces Color Tango era una sola, sigue siendo una sola. Pero en un momento dado, por desacuerdos, él se sale de la orquesta. Cada uno de los dos tenía el 50% del nombre Color Tango, entonces no había solución. Teníamos que cambiar el nombre y no usarlo ninguno de los dos. Por medio de abogados quedamos en que los dos podíamos usarlo, pero como Color Tango de Roberto Álvarez y Color Tango de Amílcar Tolosa. Pero él no pudo seguir adelante porque no era ni director, ni arreglador y tenía que depender de otros músicos. La formó con otros músicos que se habían ido de Color Tango y que ya se conocían el repertorio, estaban ensayados por mí, algunos trabajos hicieron, pero después, por su propio peso dejaron de trabajar.



¿En qué se diferencia el estilo de Color Tango del de la orquesta de Pugliese?

—Cuando nació Color Tango, Víctor Lavallén tiraba a hacer otra cosa que tenía un aire de Pugliese y algo de Sexteto Tango. En cambio, mis arreglos iban rectamente hacia el estilo Pugliese. Después, cuando se va Lavallén, prácticamente toda la orquesta empezó a funcionar en los valores de Osvaldo Pugliese. Entonces yo digo que Color Tango es una rama de ese árbol que fue el Maestro. Lógicamente, cada uno tiene algo siempre para poner. Pero nosotros nos basamos en las raíces, que son un ritmo marcado. Algunas cosas tocamos de grabaciones de la orquesta y otras son arreglos propios.

¿Qué tenía Pugliese que dejó creada una escuela de sonido, por qué no hay orquestas que tocan a lo Di Sarli o a lo Troilo?

—Porque para el músico joven era más atractivo ver lo de Pugliese. No era complicado musicalmente pero sí era muy complicado para interpretar, porque muchas veces no se podía escribir tal como se tocaba. Los rubattos, los staccatos, etc.

Con Aníbal Troilo, un músico que fuera de cambio y fuera a hacer un reemplazo, si leían bien con las partituras, podía ir una noche y tocar. Es decir, era una orquesta normal. En cambio la de Pugliese era totalmente atípica y el músico que no ensayó no puede tocar nunca, se sorprendería porque hay momentos en que está escrita una cosa y se toca de otra manera, no se puede llevar al papel esa forma de hacer un rubatto, etc.

¿La orquesta de Pugliese y las que derivan su estilo de ella, les llegan más a un joven de hoy que lo que le llegarían orquestas como Troilo o Di Sarli? ¿Hoy una orquesta como esas sonaría anacrónica?

—Yo no diría tanto como eso, yo particularmente soy hincha de Di Sarli, pero lo que tenía Di Sarli que era tan personal en el piano, hacía imposible hasta hacer una regrabación con la orquesta y sacar las cosas que él hacía. Era imposible. En cambio Pugliese, si bien también tiene complicaciones, es más llevadero sacar una parte de su piano. Lo de Di Sarli era muy personal, además era una orquesta que no tenía solos de ningún instrumento. Los arreglos eran de una forma distinta a todas las orquestas, tenía una riqueza extraordinaria. Lo de Pugliese tiene el atractivo que puede uno dibujar otras cosas en el mismo estilo. Esto sorprende permanentemente con su yumba. Es un sonido dulce, de melodías románticas, pero también, por momentos, agresivo, tiene las dos cosas: la pasión o dulzura y la agresividad.

La orquesta de Pugliese tenía claramente un aspecto social, dada la filiación política del maestro, había temas que tocaban lo social, lo contestatario. La orquesta Color Tango ¿también lo tiene?

—En realidad, si bien estamos de acuerdo con muchas cosas que pensaba Osvaldo, Penón y Tolosa eran de su ideología, yo personalmente no compartía muchas cosas.

Sí lo escuchaba con mucha atención porque era una persona que demostraba con los hechos lo que hablaba: el bolsillo. Era consecuente lo que hablaba con lo que hacía. Porque muchos hablan pero si usted les quiere tocar el bolsillo, hasta ahí les llega el comunismo. En cambio, Osvaldo no.

No tenía ni nociones de lo que era la plata. A lo mejor estábamos en el bar en un descanso, invitaba a los músicos a un café y cuando iba a pagar tenía dos pesos en el bolsillo. No le daba importancia al dinero. Siempre tuvo ese objetivo y no lo desvió nadie. Pasó unos momentos muy difíciles, le dio muchísimo trabajo sostener esa ideología. Lo llevaban en cana, o llegaba a una ciudad y lo suprimían, pero llegó hasta su muerte con ese pensamiento.

También eso ayudó mucho a su personalidad, porque cuando uno está convencido de algo, va por ese camino contra viento y marea. Y cuando tiene dudas no sabe qué camino tomar. Él sabía su camino y eso a veces le ayudó como profesional. También a veces el Partido lo orientaba.



¿Ha habido alguna relación de Color Tango con la Beba Pugliese?

—Ella ya no está activa. En un momento, cuando se va Roberto Cicaré, el del piano, le hablamos y ella se entusiasmó muchísimo, tanto es así que le dimos el repertorio para que lo mirara. A los dos días me llama por teléfono y me dice que era imposible. Fue a casa de Osvaldo, su padre, y le contó que yo la había llamado, a Osvaldo le pareció bien. Pero la mujer de Osvaldo le dijo que de ninguna manera, porque tenía un poquito de bronca porque nosotros nos habíamos ido de la orquesta. No es que la dejamos abandonada, sino que nos fuimos en un verano en que la orquesta estaba de vacaciones.

Fernando Rodríguez y yo viajamos a Mar Del Plata, en donde estaba Osvaldo de vacaciones, a pedirle permiso para viajar a Holanda, a una gira —allá debutamos— y él nos dio permiso para irnos de la orquesta. Tomamos una copa de despedida.

Él nos dijo: «No quiero que se vayan a una gira y cuando vuelvan se desarmen, como hace la mayoría». Entonces en eso estoy tranquilo porque la orquesta tiene ya 25 años, o sea que no lo defraudé.

La señora de él no nos hablaba, pero con él nos hemos encontrado muchas veces, y muy bien siempre. Y ya después hicimos muchas giras haciéndole homenajes a Osvaldo Pugliese, ya con los años. Pero yo lo comprendo y muchas veces he pasado eso cuando se va un músico a tocar con otra orquesta, a uno eso le duele mucho.

¿Qué pasó con Analía Goldberg?

—Con Analía Goldberg y Diego Lerendegui, otro violinista de la orquesta, también hubo problemas internos.

¿Qué pasa con los músicos? Yo seguí la temática de Osvaldo Pugliese: nunca puse un músico famoso o conocido. Siempre puse músicos que tocaban bien, pero que eran desconocidos.

Analía era una desconocida total. Incluso cuando la probé, mis compañeros me dijeron: «No, le falta mucho a esta chica», pero yo les dije que le diéramos la oportunidad. Después resultó una gran pianista. Luego, la llamaron de otros lados, al ver que tocaba bien. Empieza a haber complicaciones, a incumplir algunas veces, entonces tuvo que dar un paso al costado.

Ellos dos habían formado otro sexteto, tocaban las mismas cosas nuestras, con los mismos arreglos nuestros.