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Por
Ricardo García Blaya

Una charla con el profesor y bailarín, Ricardo Dupláa

onocí a Ricardo Dupláa virtualmente por un intercambio de correos electrónicos. Yo creía conocerlo personalmente a través de un amigo de su barrio, pero en realidad no era él sino su hermano, Julio, también bailarín.

Aclarada la confusión, le pedí que me hablara de su trayectoria, y así surgió esta entrevista virtual.

Me dijo que nació en los suburbios de Villa Urquiza, Capital Federal. «Como lo dije en su momento, en una parte denominada La Siberia porque estábamos al borde de la Provincia de Buenos Aires. Mis padres alquilaban. En consecuencia, siempre buscaban el lugar más económico, así que primero fue en la calle Mendoza, Luego, Acha, Pasaje Medeiros, y por último Manuela Pedraza 6257, la calle paralela de atrás del Club Sin Rumbo, siempre en Villa Urquiza, donde vivimos más de 20 años.

«Comencé la práctica del tango a los 16 años, en 1947, junto a Gerardo Portalea y otros que luego fueron grandes bailarines en el aquel club, en un patio al aire libre en el fondo. En esa época no podías entrar a los bailes si eras menor, pero en los clubes barriales de mi zona, muchas veces nos dejaban entrar.

«A los 18 años, libreta en mano, ya bailaba en serio. Después de muchos años de adquirir experiencia, en 1970, me dediqué a la enseñanza en domicilios, reuniones, bibliotecas, instituciones, no solamente a bailar, además explicando y dando charlas sobre el tango.

«Pero en el año 1992, empecé profesionalmente y me establecí en La Manzana de Las Luces donde tenemos el taller de tango los días lunes y jueves de 18 a 20 horas.

«Asimismo, di clases en Fundación IPNA (1998) —contratado por seis meses—, con un promedio de asistentes entre 60 a 70 alumnos; en la Embajada de Canadá (1991-2001), siendo embajadora la señora Susan Harper; en el Banco Mundial durante la presidencia de la señora Merna Alexander (1999-2002); en el Club Harrods-Gath & Chaves (2001); Fondo Monetario Internacional (2001-2002); en la Dirección de Cultura de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad, con la secretaria Sara González (2000), donde organicé y fui presidente del jurado del primer concurso de baile barrial en clubes de Capital Federal, Premio Virulazo 2000, el proyecto llevaba por nombre: Pa’ que bailen los muchachos.

«En el año 2007, tuve una gran sorpresa, el Consejo Argentino de la Danza, entidad miembro de Consejo Internacional de la Danza (CID) de París y la Secretaria Regional para América y el Caribe de la UNESCO, me hicieron entrega en el Teatro Presidente Alvear de un Diploma de Honor, en mérito a mi «fecunda labor en la enseñanza», tal cual dice el diploma. Me sentí profundamente honrado porque, en veinte años de entregas de esos diplomas, esta fue la primera vez que se lo dan a un tanguero, siempre fueron para la música clásica o al ballet.

«Con mis ochenta y pico de años vigentes llenos de vivencias, sigo bailando y tratando que la gente aprenda a bailar nuestra música, sin levantar los pies, deslizándolo en el piso sin saltos y corridas para sprinter, escuchando la música.

«En fin, así lo siento y así lo trasmito, agradezco la gentileza de Todotango.com»

Por supuesto, los agradecidos somos nosotros de contar con el testimonio de un porteño de ley, un maestro de Villa Urquiza.