Por
Ricardo García Blaya

Sexteto Tango

s sin duda, una de las expresiones orquestales más representativa del tango a partir de los años setenta, organizada como los sextetos tradicionales pero con una concepción vanguardista y a la vez respetuosa de la esencia del género.

Para el investigador Luis Adolfo Sierra, además del talento y prestigio de sus componentes, el Sexteto era algo más, «mucho más que la conjunción de los valiosos aportes individuales... Constituye una nota novedosa, original y de asegurada proyección... que corrobora la perfecta posibilidad de la continuación de la estructura esencial de un estilo consagrado (el de Pugliese), sin incurrir en la réplica común o en la vulgar imitación del mismo».



El Sexteto no fue una búsqueda a nuevas formas de interpretación, ni a falsos efectismos, sus integrantes sabían perfectamente lo que querían y pese al origen común de todos ellos —la orquesta de Osvaldo Pugliese— lograron un sonido propio, que fue punto de partida de otras muchas formaciones que lo siguieron y en algunos casos, lo imitaron.

Aunque suene paradójico, la idea de formar un sexteto al modo decariano, fue del propio Pugliese, a su regreso del Japón en el año 1965. Le parecía que había que reducir la formación como una manera de enfrentar la crisis que el tango padecía en esos años. Pero no lo hizo y la orquesta siguió trabajando.

A raíz de una efermedad del maestro, la orquesta interrumpe sus actuaciones y se disuelve momentáneamente. Entonces, seis de sus integrantes deciden hacer realidad la anterior idea de don Osvaldo y crean, en octubre de 1968, el Sexteto Tango.

Se trataba de una verdadera selección de excelentes músicos: los bandoneonistas Osvaldo Ruggiero y Víctor Lavallén, los violines de Emilio Balcarce y Oscar Herrero, en el piano Julián Plaza, en el contrabajo Alcides Rossi y la voz de Jorge Maciel.

Al poco tiempo Pugliese se reintegra a la actividad y los muchachos actúan en las dos formaciones, para después separarse definitivamente en los mejores términos.

Debutan en el mítico escenario de Caño 14, compartiendo cartel con la orquesta de Aníbal Troilo, el Quinteto Real, Roberto Goyeneche, Rubén Juárez, entre otros. Luego vendría su primer disco larga duración para el sello RCA-Victor, titulado Presentación del Sexteto Tango con obras clásicas como “Quejas de bandoneón”, “Amurado” y otras propias, “La bordona” (Emilio Balcarce), “Danzarín” (Julián Plaza) y cuatro cantadas por Jorge Maciel.

Su debut televisivo fue en el popular programa Sábados circulares, que conducía Nicolás Mancera en el canal 13. Luego vendría su primer gira a Montevideo donde actuaron en el Hotel Victoria Plaza y en el prestigioso Teatro Solís.

En 1970 inician una prolongada gira por América, visitando Chile, Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Santo Domingo y que termina en Estados Unidos, en la ciudad de Los Angeles.

Cuatro años después son convocados a un importante espectáculo de tango en el Teatro Colón junto a las orquestas de Aníbal Troilo, Horacio Salgán y Florindo Sassone (este último en reemplazo de Osvaldo Pugliese que estaba convaleciente de una operación). También actuaron los cantores Edmundo Rivero y Roberto Goyeneche.

De aquí en más, resulta imposible relatar la extensa actividad que tuvo el Sexteto, era el conjunto más solicitado y sus discos se sucedían sin solución de continuidad. Sus nuevas giras por América y Estados Unidos tuvieron un éxito impresionante. También recorrieron Europa en 1987, actuando con gran suceso en Berlín y después en París, en el famoso local Les trottoirs de Buenos Aires, donde actuaron durante dos meses como único número.

Después a Japón, donde ya los conocían por su paso con Pugliese y repitieron con tanto suceso, que volvieron en dos oportunidades más.

El Sexteto Tango grabó once long plays, todos para el sello RCA-Victor y uno en Japón para CBS Columbia.

Entre sus registros más interesantes quiero destacar “Trasnoche”, un bellísimo tango instrumental de Julián Plaza que tiene una melodía nostálgica y melancólica y un arreglo espectacular de su autor.

Además de Jorge Maciel el Sexteto contó con las voces de Raúl Funes y Jorge Mariano. En 1983 hicieron un disco completo con 12 temas cantados por Roberto Goyeneche, en los que se destacan el bonito vals “Esquinas porteñas” de Sebastián Piana y Homero Manzi y el tango “Estrella” de Marcelino Hernández y Roberto Cassinelli.

El Sexteto Tango tenía cuatro arregladores: Osvaldo Ruggiero, Julián Plaza, Víctor Lavallén y Emilio Balcarce, todos además, grandes compositores.

Cada vez que los vuelvo a escuchar, me confirman que el tango para evolucionar no necesita apartarse de sus raíces y desnaturalizar su ritmo y menos, someter su melodía a arreglos que en muchos casos la hacen irreconocible. El Sexteto Tango constituye un ejemplo de tango legítimo y moderno cuyo recuerdo, a modo de homenaje, quise resaltar en esta breve semblanza.