Por
Enrique Sdrech

Entrevista a Oscar de la Fuente

or la década del treinta del siglo XX, comenzó a difundirse un trío musical propio de los bailongos bien pesados, pero que también era llamado por clubes y familias para fiestas y reuniones. El asunto comenzó en el barrio de Floresta y se fue extendiendo a Flores y Mataderos. Lo conformaban el fuelle de Miguel Indana, la guitarra de Nicolás Vaccaro [b] (homónimo al autor de “Barajando”) y el violín de Oscar. Prevalecía el tango, pero también hacían valses, pasodobles y algunos foxtrots.

«Mi primer instrumento fue la guitarra. Y fue por una razón muy sencilla, mi madre ejecutaba admirablemente ese instrumento. Yo era un niño y eso despertó en mí una especie de pasión, tanto es así que las primeras nociones las tuve a los cuatro años. A los seis, junto con la escuela primaria, mi padre me inscribió en el conservatorio Juana de Arco, aconsejándome que debía prestar la mayor atención al solfeo. Aún de pantalón corto elegí tocar el violín. Mi madre deseaba que fuera la guitarra y mi padre un instrumento de viento.

«Ya cumplidos los trece años, ingresé al Conservatorio Municipal Manuel de Falla, donde en solfeo tuve de profesor a Cátulo Castillo. Con los años nos volvimos a encontrar, él ya tenía fama por sus composiciones y yo me venía abriendo paso en orquestas que estuvieron muy de moda y conducidas por excelentes músicos.

«Fui orquestador y violinista en la orquesta de Horacio Pettorossi, luego una inmensa alegría cuando llegué a Juan Carlos Cobián, su orquesta la he dirigido en varias oportunidades cuando se trataba de una pieza arreglada por mí. En 1959 y 1960, estuve con Rodolfo Biagi, después con Juan Polito, Alfredo De Angelis, Salvador Grupillo y varios más. Arreglos hice para Antonio Bonavena, Félix Guillán, Roberto Caló, Antonio Arcieri y un tango hecho por mí, “Intermezzo”, me lo grabó Aníbal Troilo, en 1955. Y está incluido en un larga duración.

«Las dos primeras piezas en las que debuté como arreglador, siendo aún un pibe, fueron “La polla” y “París”, que después fueron dos grandes éxitos con otros títulos: “Madreselva” y “Corazón de oro”. Hace más de 50 años integré la orquesta olvidada de Julio Del Puerto, fue en el cine Primera Junta, de la calle Rosario, a media cuadra de la estación de subterráneos. También hace muchos años conocí a un bandoneonista con el que toqué en el Café Benigno, tenía un éxito bárbaro y siempre se lo conoció como El Negro Eduardo.

«Acompañé a muchos cantores, es una larga lista: Jorge Casal, Antonio Maida, Aída Denis, Jorge Durán, Goyita Quiroz, Carlos Dante, Ricardo Ruiz y los de Biagi, cuando estuve en su conjunto y muchos más. Trabajé en el Café Nacional —como casi todos— allí dirigí la formación, estaba con Ricardo Pedevilla (bandoneón), y el maestro Averbuj (piano). El cantor era Carlos Almada, y allí cantaron conmigo, recién empezaban, Aída Luz y también Elena Lucena.

«También trabajé mucho en el Uruguay pero como guitarrista, una fractura de muñeca fue la causa del cambio. En la actualidad, compongo algo y me estoy dedicando a la pintura, también escribo, siempre saco algunos versos».

Oscar de la Fuente compuso varios temas, entre ellos los más conocidos: “Mi alondra” que grabó Biagi; “Melodía para una novia”, con letra de Lorenzo Spanu y cantada por Armando Guerrico; “Tango soñador” que grabó el Trío Don Rodolfo con la voz de Hugo Duval, con música y letra de Oscar y su obra más bella, a mi gusto, “Bailarina de tango”, que tiene registros de Biagi y del Trío Don Rodolfo, ambos con Hugo Duval. Fallecido Manos Brujas, se formó la orquesta Símbolo «Rodolfo Biagi», de la que fue director.

Nota publicada en el diario Clarín.