Por
Clara Koehler

Mi inmersión en la vida tanguera de Berlín

n Berlín, vamos a encontrarnos con Francesco en el gimnasio de la Universidad Técnica de Berlín, donde da clases de baile de tango. Cuando llegamos él está alistando su bolso de gimnasia y nos saluda cálidamente. El italiano ha estado en Berlín desde 2010 y descubrió el tango por primera vez hace diez años. «Vamos, vayamos a la Milonga Nou. A menudo bailo allí y hago de DJ cada tanto». Suena bien, así que lo seguimos.

El tango es como un idioma
Llegamos y nos ponemos cómodos con una cerveza fría. «¿Qué te gusta del tango y qué te llevó a él?», queremos saber. «Fue de casualidad, realmente: Vi un volante en mi pueblo natal en Italia y fui a una lección de baile. Lo amé desde el comienzo. Bailar tango es muy divertido y puede exigirte mucho físicamente. Para mí, la danza es una forma de arte con su propio lenguaje. El tipo de diálogo que vas a tener depende, en realidad, de la persona con quien estás bailando».



El modo en que él describe el baile ya casi nos inclina a ponernos los zapatos de baile, pero aún tenemos algunas preguntas que queremos hacerle: «Cómo describirías la escena tanguera de Berlín?» Francesco responde: «Uno fácilmente podría llamar a Berlín la capital del tango, después de Buenos Aires, por supuesto. No me refiero a la calidad del baile, sino más bien a la disponibilidad de clases de tango. Hay muchos instructores y Milongas aquí, por lo tanto, hay mucho para elegir.

«Y, por supuesto, la calidad es buena, pero al final el tango es también un tema de gusto, en realidad, no se pueden comparar diferentes ciudades entre sí».

Nunca nos hubiéramos imaginado que la escena fuera tan grande, pero cuanto más haya, mejor.



Nuestras botellas de cerveza se habían vaciado y Francesco sugirió un cambio de sitio. Lo seguimos hasta Ballhaus Berlin. Para nuestra sorpresa, el salón de baile está en el mismo edificio. Hay un bonito retro bar con un agregado ocurrente: tenés a tu disposición teléfonos antiguos que podés usar para llamar a los que están en las otras mesas.

Pedimos una última vuelta de cerveza y agradecimos a Francesco por la maravillosa visita a la escena tanguera.