Por
Tracey Samuelson

La ciencia contra el proceso de envejecimiento

or miles de años, la gente ha intentado evadir o demorar su mortalidad con pociones, píldoras y elixires, frecuentemente mezclados con abundantes dosis de esperanza y deseos.

En la Epopeya de Gilgamesh, un rey mesopotámico buscó el secreto de la inmortalidad después de la muerte de su mejor amigo. Al menos tres emperadores chinos de la dinastía Tang murieron tras ingerir plomo y mercurio contenidos en tratamientos con los que ellos tenían la esperanza de hacerse inmortales. A fines del siglo XIX, un fisiólogo franco-americano creía haber encontrado el elixir de la vida al inyectar extractos de testículos de animales a personas mayores e, incluso, a sí mismo.


A pesar de esta búsqueda persistente, la mayoría de los científicos dice que no estamos hoy más cerca de la vida eterna que lo que estábamos en aquellos años. La palabra inmortalidad provoca una mezcla de risa y de serias explicaciones sobre la diferencia entre ciencia y ciencia-ficción.



Las conversaciones sobre la longevidad, sin embargo, son una cosa totalmente diferente.

Los investigadores son optimistas acerca de los recientes esfuerzos para demorar los efectos del envejecimiento y, quizás, extender los períodos de vida.

Pero al mismo tiempo, la comunidad científica es cautelosa en relación a cuán rápido estos hallazgos son ofrecidos y puestos a la venta por las empresas bajo promesas de encontrar la fuente de la eterna juventud. «Probablemente hoy es peor de lo que ha sido antes», dijo el Dr. S. Jay Olshansky, un profesor de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Illinois en Chicago y un investigador asociado al Centro sobre Envejecimiento de la Universidad de Chicago. «Tan pronto como los científicos publican algún atisbo de esperanza, los charlatanes se abalanzan y comienzan a vender».

Comprender el proceso de envejecimiento y desarrollar tratamientos que puedan hacer más lento el índice de envejecimiento ayudaría a los médicos a mantener a sus pacientes saludables por más tiempo. No podremos detener o revertir el envejecimiento, pero los investigadores están interesados en hacer más lento su avance, de modo tal que un año cronométrico no sea igual a un año de tiempo biológico para el cuerpo. Eso podría demorar la aparición de enfermedades como el cáncer, los derrames cerebrales, las enfermedades cardiovasculares y la demencia, que se vuelven más prevalentes a medida que la gente envejece.

«Al seleccionar como objetivo los procesos de envejecimiento fundamentales, podríamos demorar las enfermedades crónicas relacionadas con la vejez en lugar de afrontarlas de a una por vez», dijo el Dr. James Kirkland, profesor de investigación del envejecimiento y jefe del Centro Robert and Arlene Kogod sobre Envejecimiento en la Mayo Clinic. «Por ejemplo, no queremos tener situaciones donde curemos, digamos, un cáncer y después la gente muera seis meses más tarde de la enfermedad de Alzheimer o de un derrame cerebral. Sería mejor que demorásemos todas estas cosas a la vez».

Hacia allá es adonde el campo conocido como biología del envejecimiento se está moviendo para desarrollar drogas que prologuen el tiempo de vida y lo que los investigadores denominan período de salud, el período de vida en el que la gente puede vivir independientemente y libre de enfermedades.

El Dr. Kirkland dijo que al menos sobre seis drogas se ha escrito en publicaciones analizadas por colegas y que él conocía alrededor de otras 20 que parecían afectar el tiempo de vida o de salud en los ratones. La meta es ver si esos beneficios pueden ser trasladados a los humanos para aumentar su longevidad, «para encontrar intervenciones que podamos hacer en la gente que lograra, digamos, que una persona de 90 se sienta como una de 60 o que una persona de 70 se sintiera como si tuviera 40 o 50».



Otros investigadores están estudiando a centenarios, tratando de comprender si ciertos genes los han llevado a que superen los 100 años de edad y los mantengan con buena salud.

«Todos conocemos a alguien que tiene 60 y parece que tuviera 50, o a alguien de 60 que parece de 70», dijo el Dr. Nir Barzilai, director del Instituto de Investigación del Envejecimiento de la facultad de medicina Albert Einstein, que está estudiando centenarios y sus descendientes. «Intuitivamente, nos damos cuenta que envejecemos con diferentes índices, así es que la pregunta es, realmente, “¿Cuál es la diferencia biológica o genética entre los que envejecen rápidamente y aquellos que envejecen lentamente?”» Las drogas que imitan el efecto de aquellos genes podrían ser benéficas para el resto de la población que no ha nacido con ellos.

El Dr. Barzilai dijo que, como científico su meta no era ayudar a la gente a vivir más, sino vivir con más salud, aunque ocasionalmente él ha recibido emails de gente interesada en cuánto su trabajo podría beneficiar su intención de vivir eternamente. Él no responde, dice que no tiene nada que ofrecerles.

El Sr. Turney practicó algunos pasos de baile con su enfermera, Debbie Trock, después de finalizar sus ejercicios de caminata que eran parte del estudio de longevidad.

La industria global de anti-envejecimiento estaba valuada en 195 billones de dólares en 2013 y se esperaba que crecería a 275 billones cerca de 2020, según la firma de investigación de mercado Global Industry Analysts. Los productos incluyen cremas de belleza, Botox, suplementos dietarios y medicaciones recetadas, y no todas ellas buscan revertir el envejecimiento sino minimizar sus efectos visibles.



El Dr. Olshansky señala a los suplementos con resveratrol y las hormonas para el crecimiento humano como productos que se promocionan como beneficiosas para el anti-envejecimiento inmediatamente después que estudios científicos iniciales han sugerido resultados promisorios. Pero el resveratrol, a menudo extraído del pellejo de las uvas negras, está aún siendo estudiado y los productos comercialmente disponibles son prematuros, dijo. Las hormonas del crecimiento implican un riesgo aún más severo, dijo, porque pueden en realidad ser peligrosas para aquellos que las toman.

El Dr. Barzilai mencionó que muchos de los centenarios que él estudió tenían naturalmente niveles más bajos o menos actividad de las hormonas del crecimiento. «Creemos que es importante para su supervivencia», afirmó.

Se ha verificado la capacidad pulmonar del Sr. Alexander Turney como parte del estudio de longevidad que lleva adelante la Facultad de Medicina Albert Einstein.

Otros suplementos dietarios prometen ayudar a los consumidores a revertir el reloj del envejecimiento. A tales productos no se les exige que prueben su efectividad o seguridad ante la Administración de Alimentos y Drogas (Food and Drug Administration) antes de su venta, aunque la FDA puede tomar medidas contra los productos que tengan etiquetas engañosas o que se adjudiquen el tratamiento de enfermedades.

Después de que le ofrecieran la oportunidad de vender una línea de suplementos, Melanie Young, una instructora de salud que aconseja a clientes sobre manejo del peso y el estrés, decidió probar una serie de productos que prometían proteger su cuerpo de los «estragos del envejecimiento». Recientemente, ha sobrevivido a un cáncer de mama y ha abandonado su profesión de gerente de relaciones públicas y organización de eventos. «Muchos instructores de salud complementan sus ingresos vendiendo suplementos», dijo.

Ella creyó que la compañía, cuyo nombre no quiso mencionar, tenía «todo el conocimiento científico correspondiente». Pero la media docena de pastillas que tomaba cada mañana y noche no mejoró su energía como prometía; en cambio, la dejaban mareada. Al poco tiempo dejó de tomarlas y le dijo a sus clientes que hicieran una dieta balanceada para obtener los nutrientes que necesitaban.

«La gente es consciente del proceso de envejecimiento, y quiere interferir en él», dijo el Dr. Barzilai, y él afirmó que creía que era un error recurrir a remedios por la Internet. «Algunos causan daño. Algunos, quizás, uno no tendría por eso que preocuparse menos, y algunos hasta podrían ser buenos, pero no lo sabemos».

Es un mensaje del que el Dr. Olshansky se hace eco, en lugar de malgastar dinero en «reparaciones» del envejecimiento, él sugiere que la gente debería aceptar la aburrida receta que los médicos han estado ofreciendo por décadas: una dieta saludable y ejercicio. «Usted no necesita gastar dinero», dijo. «Quizás un buen par de zapatillas para correr o caminar basten. El ejercicio es simplemente el único equivalente a la fuente de la juventud que existe hoy, y es gratis para todos».

Tracey Samuelson es periodista del Marketplace de New York. Una versión de este artículo fue publicado en la versión impresa del New York Times, el 19 de noviembre de 2014, con el título: Science (and Quacks) vs. the Aging Process. New York Times Nov. 18, 2014.