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Por
Norberto Regueira

El padre de Gardel

uan Carlos Esteban, Monique Ruffié y George Galopa vuelven a profundizar en los orígenes de Carlos Gardel. El libro tiene dos partes bien diferenciadas. Una, la que agrupa una serie de trabajos que fueron publicados en diferentes foros de Internet y que recopilados, permiten la lectura a quienes no están dentro del universo de la web gardeliana. Otra, entra de lleno al estudio de la relación que pudo darse entre Marie Berthe Gardes, madre de Carlos Gardel y Paul Jean Lasserre a partir de referencias que señalan a este último como supuesto padre biológico de Carlos Gardel. Ambos textos se unifican en los conceptos, justificando su edición conjunta.

Los autores son conocidos. Sus trabajos precedentes acerca de los antecedentes filiatorios de Carlos Gardel y su madre Doña Berta, se constituyeron en clásicos y son objeto de cita permanente.

El libro indaga y da respuestas documentadas sobre el posible encuentro entre Doña Berta y Lasserre, el posible viaje de Lasserre a Buenos Aires y/o la visita de Lasserre a Buenos Aires terminada la primera guerra mundial.

La edición de Proa, bajo la conducción tenaz de Osvaldo Tamborra, es impecable.

La filiación de Gardel retrotrae a una época muy compleja para los hijos naturales. Nuestro Código Civil vigente desde el año 1871, tiene en este punto una fuerte influencia del modelo de familia articulado por la Iglesia Católica, Iglesia para la cual el matrimonio es un sacramento.

Por ello, dentro del matrimonio todo, fuera del matrimonio nada. No bastaba ser hijo. Para tener derechos, se debía nacer en el seno de un matrimonio. Los hijos concebidos por fuera de la institución del matrimonio no eran legítimos. Cargaban con la consecuencia de no tener derechos y el estigma de portar la adjetivación de adulterinos, incestuosos o naturales.

Esta legislación que recibe a Gardel en 1893 cuando pisa Buenos Aires de la mano de su madre soltera, recién fue removida en la restauración democrática de 1983. Un siglo después y no es casualidad. María Eva Duarte —Evita— cargaba con un estigma análogo. Pese a este antecedente, María Estela Martínez de Perón, como presidenta en ejercicio, vetó una ley que equiparaba a los hijos prescindiendo de su origen. No es un dato menor para entender la pesada carga que implicaba una filiación “ilegítima”.

Carlos Gardel fue víctima de estos valores y fallecido el artista, de manera impiadosa se cuestionó su origen, la maternidad de Doña Berta y se le atribuyeron paternidades diversas. Estas fabulaciones son esencialmente reaccionarias, todas cargan con el mismo estigma de exclusión de los hijos concebidos por fuera del matrimonio y bajo la apariencia de una certeza inexistente, reproducen el modelo del hijo natural como un problema o con igual sentido, como un hijo problemático.

Luego en la historia patria, la filiación volvió a estar en escena por los dolorosos episodios de supresión y sustitución de identidad provocados por la dictadura y sus agentes.

Por Gardel en sí y por Gardel como símbolo de tantos otros excluidos, estamos ante un trabajo que trasciende las referencias del universo gardeliano que evoca.

Por último, al rigor del análisis del documento, los autores le ponen algunas referencias literarias encantadoras, dignas de Tuñón. Describiendo los hechos en lo que intervino Lasserre, poéticamente dicen: «Paul Jean Lasserre pertenecía a una banda de malhechores conocida en París bajo el apodo de “Banda de los Ternes”. Dicha banda de apaches obraba de noche y robaba con efracción, principalmente en despachos de bebidas o en tiendas del vecindario».

Por esto y más, la grafomanía de Ruffié, Galopa y Esteban, se justifica y tiene razón de ser.