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Don Pepe Tango
Por
León Benarós

Don Pepe - Ernesto Drangosch y su tango “Don Pepe”

s curioso, auspicioso y hasta desafiante que notables maestros de música, como los extranjeros Leopoldo Corretjer o Eugenio de Alarcón, y distinguidos músicos locales, como Carlos López Buchardo (autor de “Pare el tranguay, mayoral”), se hayan atrevido a componer y hasta hacer editar tangos (siempre, es claro, sin letra), cuando el a veces despreciativamente llamado «tanguito» era prohibida cosa de arrabal o aun de burdel.

DrangoschEstos tangos —inclusive, compuestos por mujeres, lo que resultaba todavía más audaz— estaban, por lo común, dedicados a algún personaje importante, en cuyo honor habían sido compuestos. Tal es nuestro caso, el del tango “Don Pepe”, de Ernesto Drangosch, dedicado «al señor doctor José Luro» y publicado con la indicación de «tango criollo para piano», con la especificación de ser «Op. 13 nº 1», y, al pie de página de la edición, la constancia: Edición Drangosch y Beines. Bartolomé Mitre 1032. Buenos Aires.

¿Quién era Ernesto Drangosch? Un notable pianista y, en su infancia, un niño prodigio. Fue profesor, entre otros luego maestro, de Sebastián Piana. La obra titulada Música y músicos de Latinoamérica, de Otto Mayer Serra, se explaya así en la biografía de este músico:

«Drangosch, Ernesto. Pianista y compositor argentino. Nació el 22 de enero de 1882 en Buenos Aires. Murió el 26 de junio de 1925, en la misma ciudad.

«Desde muy joven se inició en el piano (con los maestros Hemeyer y Collín); se presentó al público como niño prodigio. A los trece años publicó su primera composición, “Hoja de álbum”, para piano. Desde el año 1894, fue discípulo de Julián Aguirre y de Alberto Williams en el Conservatorio de Música de Buenos Aires, hasta que se trasladó a Berlín para perfeccionarse con los maestros Barth, Bruch y Joachim.

«A su regreso a la capital argentina, obtuvo el Gran Premio Europa, que le permitió volver a Berlín (1903) y completar sus estudios con los maestros Ansorge y Humperdinck. Al mismo tiempo ofreció varios recitales de piano en Berlín, Bremen, Hamburgo, Munich y otras ciudades: fue también muy aplaudido como solista en el piano en varios conciertos sinfónicos. De regreso a su patria, se dedicó a la carrera de concertista y a la enseñanza; ocupó una cátedra de piano en el Conservatorio de Música de Buenos Aires.

«Entre sus actividades, se destaca el ciclo de doce conciertos que ofreció, con programas de gran seriedad, al público bonaerense, en 1906, lo cual contribuyó a cimentar firmemente su prestigio como virtuoso de su instrumento. Dos años después fundó el Conservatorio de su nombre, y, se inició como director de orquesta, tanto en la Argentina como en otros países sudamericanos. Entre sus composiciones cabe señalar: “Variaciones”, “Estudios de concierto”, “Dos Sonatas españolas”, “Bagatelas e impresiones para piano”, “Concierto en Mi bemol para piano y orquesta” (sin estrenar), el poema sinfónico “El sátiro y la ninfa”, “La Obertura criolla” (en la que el compositor combinó un tema de vals con otro de tango), la serie orquestal de “Sueño de un baile”, la ópera Carnaval, la opereta “La gruta de los milagros” (sin estrenar) y varias canciones.»

Es penosa la indicación de que varias de estas composiciones estaban, por lo menos en la época de la edición de la obra (1947), presumiblemente sin ser estrenadas.

Recordamos haber visto alguna vez una foto de Drangosch, de altísima frente y abundosa cabellera ondeada. En su Enciclopedia de la Música Argentina, Rodolfo Arizaga hace un encendido elogio de este notable pianista: «Pianista excepcional —dice— realizó en su juventud una fugaz pero sorprendente carrera en Europa, donde llegó a actuar, junto a José Joachim, Ferruccio, Busoni y Eugene D’Albert. A su regreso al país ejecutó las 32 sonatas de Beethoven en la Asociación Wagneriana, en 1906, lo que llegó a constituir un acontecimiento musical sin precedentes en Buenos Aires (...)

«Por sensibilidad y temperamento, fue un agudo e inteligente intérprete del repertorio clásico y romántico alemán, orientación que se advierte en su obra de compositor, que acusa la solidez académica y formal propia de esa tendencia. Al ser fundado el Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico, Carlos López Buchardo invitó a este notable pianista a incorporarse al grupo de los profesores.»

Y en cuanto al destinatario del tango “Don Pepe”, que comentamos, la edición nos da pistas ciertas. Se trata del doctor José Luro. La útil Gran enciclopedia argentina, de Diego A de Santillán, nos informa: «José Pedro Luro: jurisconsulto, industrial, murió el 20 de septiembre de 1912. Su nombre se halla ligado al desarrollo de Mar del Plata, gestionó ante el gobierno de Dardo Rocha la llegada del ferrocarril a la ciudad fundada poco antes. Tuvo inquietudes artísticas y literarias, y participó en algún momento en la actividad política, pero volvió con preferencia a las iniciativas de carácter comercial e industrial».

Esas «inquietudes artísticas» fueron, seguramente, las que decidieron a Ernesto Drangosch a dedicarle el tango que, familiarmente, al uso de la época, tituló “Don Pepe”, y que entendemos debe ser anterior a 1912, año en el que el destinatario falleció.