Por
Jerzy Placzkiewicz

Callecita de mi barrio - Un eterno clásico polaco

uando concluí mi ensayo anterior El tango en Polonia 1913-1939, en el que intenté mostrar el impacto de los factores argentinos en la música popular polaca de ese período, comencé a darme cuenta que el número de tangos que desde Buenos Aires llegó al país ubicado en las márgenes del río Vistula era mucho mayor, y este hecho me impresionó sobremanera. Existen versiones en polaco de los tangos: “Piedad” (Un corazón), “Mi caballo murió” (Un momento antes del atardecer), “Esta noche me emborracho” (Tango de un curda), “Caminito” (Romance español), “Poema” (Poemat), “Ya no cantas chingolo” (Me voy para siempre) y “Dorita” (mismo título). Sus “nuevas” letras estaban centradas principalmente en la belleza del amor que, generalmente resulta no correspondido y trágico. El escenario de esas historias estaba nuevamente ubicado en algún ficticio país hispano con todos los típicos requisitos de tal lugar.

Sin embargo, el tango “Saturnia” (Estoy cantando canciones) era un poco más ambicioso ya que intentaba presentar una especie de testamento que el artista quería hacer al final de su vida.

Una obra interesante llegó a Polonia desde la Argentina en 1936: el tango “Nostalgias”. Y de inmediato, el joven poeta Jerzy Jurandot escribió una letra en polaco de patético carácter (Es otoño) para esta sobresaliente pieza argentina.

Habiendo descubierto todos esos ejemplos de amalgamas entre el tango argentino y el polaco, yo no imaginaba que la cosa más importante, más intrigante y más sorprendente estaba aún por tener lugar.

Una tarde de verano, de este año, buscando en los archivos de Todotango y con ganas de escuchar los temas menos conocidos de las grabaciones de Carlos Gardel, me encontré con un título que no me decía nada: “Callecita de mi barrio”. Hice click sobre el botón “play” y un sonido de guitarras grabadas en el sistema acústico surgió, que pronto fue seguido por la encantadora voz de Carlitos. En medio minuto yo ya estaba gritando y diciendo: «¡Gardel está cantando una canción polaca!» ¡Una canción que ha sido tan popular en mi país en los últimos 77 años! Cuando estaba por terminar la grabación me hice a la idea de que la secuencia de los hechos debería haber sido totalmente diferente: este tango argentino debería haber llegado antes a Polonia en algún momento. Pero yo tenía que estar absolutamente seguro de que lo que había escuchado cantar a Gardel era esta “canción polaca” de tan inmensa popularidad.

Internet hace al mundo tan pequeño y que el tiempo pase tan rápidamente: enseguida encontré dos ejemplares de la partitura original (¡en dos tonalidades distintas!) de “Callecita de mi barrio” y una grabación —original Victor— con la versión de Rosita Quiroga, en Montevideo.

Con todo este material, puedo ahora decir con absoluta certeza: “Callecita de mi barrio” —nota por nota— ¡es la misma canción que ha sido tan amada por el público polaco! Y su título polaco es “Uliczka w Barcelonie” (Una callecita de Barcelona).

En 1929, Hanka Ordonówna, nuestra gran estrella del cabaret y cantante del período de entre guerras, estaba en la cima de su carrera. Ella fue la primera estrella del teatro Qui Pro Quo, comenzó a cantar tangos y... se enamoró.

En el otoño de ese año, un joven llegó al teatro con una letra que le había puesto a un tango “español” y se animó a ofrecérselo, junto con el disco de Pilar Arcos, a la famosa solista. A ella le gustó tanto el texto como la música a tal punto que decidió incluirlo en el programa y cantarlo en el escenario la noche siguiente. La canción, interpretada junto al grupo vocal Chor Dana, se convirtió inmediatamente en un éxito. Y ese desconocido letrista resultó ser un noble –el conde Michal Tyszkiewicz.

Tanto Michal como Hanka eran jóvenes, lindos y se querían, y antes de que pasara un año se casaron.

Ordonówna grabó esta canción, en versión polaca, para la compañía local Syrena-Electro. Como se puede ver en la etiqueta, debajo del título polaco “Uliczka w Barcelonie” (Una callecita de Barcelona) no se mencionaba ni el nombre del compositor ni el nombre del autor. Y de este modo, los nombres de los compositores argentinos, Alberto Laporte y Otelo Gasparini, se perdieron.

Al desatarse la segunda guerra mundial a comienzos de setiembre de 1939 todo se dio vuelta: pronto Polonia quedó bajo el poder de dos invasores: Alemania y Rusia (URSS).

Hanka Ordonówna escapó de Varsovia y se refugió en Vilnius. Allí había un teatro que —con los “brazos abiertos”— le dio la bienvenida a la famosa solista. Obviamente sólo se representaba lo que la censura impuesta por la autoridad de ocupación rusa les autorizaba a presentar. En el grupo de artistas, Ordonówna conoció a una joven de impactante belleza que estaba comenzando a actuar y a cantar públicamente. Ambas simpatizaron, y la mayor le pasó a la más joven sus dos más importantes canciones: “Mein Idishe Momme” (Mi madre querida) y “Una callecita de Barcelona”. Hanna Skarzanka, ése era el nombre de la joven actriz, escuchó con atención a su tutora y recibió humildemente los consejos de cómo tratar el material musical y cómo interpretar las palabras. Y a partir de entonces, nuestra “Callecita de mi barrio” encontró su segunda y tierna intérprete polaca. Skarzanka lo grabó recién en 1959 y esa interpretación es —en mi opinión— la mejor de todas, a pesar de todos los ruídos del viejo disco de 78 revoluciones (escuchar versión ).

Una de las más talentosas y misteriosas cantantes polacas fue Wiera Gran. Dotada de un timbre de voz sin igual: su registro es de contralto semejante al de un violonchelo, profundo, cálido con un sugerente estilo y una manera propia de interpretar el material musical. Sin embargo, su vida fue trágica. Siendo judía, tuvo la suerte de escapar del gueto de Varsovia durante la segunda guerra mundial y refugiarse en una pequeña población por tres años hasta el fin de la guerra, pero cuando retomó su canto en 1945 fue, desafortunadamente, acusada de colaborar con las autoridades nazis del gueto, lo que nunca fue fehacientemente probado. Posiblemente esa falta de felicidad fuese la razón por la que sus interpretaciones se hicieran tan maduras y conmovedoras. Ella también incluyó “Una callecita de Barcelona” en su repertorio y solía cantarla en la radio desde 1945 hasta el momento en que inmigró a Francia en 1950. En la cinta radial existente ella canta “Callecita...” con acompañamiento de piano. ¡Y esa versión dura 4 minutos y 40 segundos!

Las interpretaciones polacas comenzaron a debilitarse en su carácter de tango, comenzaron a convertirse en una canción con una ligera marcación de tempo; en realidad lo que más importaba era la melodía misma y el contexto de las palabras. La canción perdió también completamente los nombres de los verdaderos compositores. En su lugar, un desconocido Sr. Cosidos apareció en los discos debido al olvido de los intérpretes y a que el tiempo, a veces, vuelve las cosas nebulosas.

En tanto, su primera intérprete, Hanka Ordonówna, se convertía en una leyenda de los escenarios polacos (murió en Beirut en 1950). Sus discos fueron reeditados y las cancionistas contemporáneas comenzaron a copiar su manera de crear sus propias interpretaciones. En 1981 se hizo la película “El amor te perdona todo”, basada en la biografía de Oronówna.

La actriz que recreaba en la pantalla a nuestra legendaria estrella de otros tiempos era Dorota Stalinska. Posteriormente ella incluyó “Una callecita de Barcelona” en su propio repertorio y solía cantarla a manera de pastiche.

También en la década del ochenta, una adorable y joven cantante, Hanna Banaszak, no perdió la oportunidad de coquetear con nuestra canción y finalmente la grabó en su último CD, recientemente publicado en Polonia. Esta interpretación fue planeada —de un modo brillante— como un enlace entre el pasado y el presente: la joven voz de la solista fue juntada con la confesión de un anciano (Wojciech Dzieduszycki, un ex cantante de 94 años) y al final —con el ruido de superficie de un viejo disco roto (escuchar versión ).

Además, es necesario mencionar que hace sólo dos años un show unipersonal femenino fue presentado en el teatro Chorzow (cerca de Katowice). Maria Meyer, conocida como intérprete de las canciones de Jacques Brel y la protagonista principal del musical “Evita”, centró su interés también en la interpretación del legado de Hanka Ordonówna: preparó un recital de 22 canciones —resultando 22 roles y personajes—, incluyendo “Una callecita de Barcelona” (escuchar versión ).

La canción alcanzó tal nivel de popularidad que fue utilizada como elemento principal de la publicidad del equipo polaco de fútbol, para el campeonato mundial de 1982 en España. Se difundió en forma continuada por radio y fue cantada por todos los fanáticos, con un texto especial para esa ocasión, sin embargo, el "Conozco una callecita de Barcelona", del primer verso de la letra se conservó.

Pero yo creo que fue la mezcla de una hermosa música original y el aire incitante de la letra polaca lo que hizo que esta canción fuera profundamente emotiva y exigente, por supuesto con algo de “ayuda” por parte de aquellas damas que trataron de cantarla:

Conozco una callecita allá en Barcelona
con dulce aroma a duraznos en flor.
Qué placer me da rondar esa zona
lejos de edificios y del gris rumor!

Mi Dios! Cuánto hace de ese tiempo
en que allí llegaba yo todos los días
a encontrar al amor de mis sueños ciertos -
en un lugarcito al doblar la esquina...
Cuando yo amaba como jamás amé después
con gozo primaveral e inspiración juvenil,
con la pasión de mi alma y de mi corazón, ya ves...
que, por desgracia, todo tiene un fin.

Hoy regreso a mis recuerdos,
a este manzano que susurra y me dice
que bajo su sombra he disfrutado
un tiempo de belleza que ha pasado,
y que hoy mis ojos lloran porque ayer fueron felices.


Sin embargo, hasta ahora, nadie en ningún lugar y nunca supo que «Barcelona», a la que se refiere la canción «polaca», es en realidad un barrio de una mucho más lejana y exótica ciudad: ¡Buenos Aires!