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Por
Juan Carlos Esteban

Gardel y el Parlamento Uruguayo

s sorprendente, que tanto en la promulgación de la ley 14.742, del 2 de mayo de 1996, como el pedido de A.D.N. elevado por la Cámara de Representantes al Poder Ejecutivo del 23 de abril del 2004, se obviara y prescindiera del despacho en consulta, de dichas iniciativas a las Comisiones Parlamentarias de Asuntos Jurídicos y Relaciones Exteriores.

Ambas Comisiones Parlamentarias no hubieran podido ignorar o soslayar al juicio sucesorio de Carlos Gardel en su país, Uruguay, del año 1936, y menos, al propio Poder Ejecutivo, a través del Ministro de Relaciones Exteriores y Justicia y del Asesor Legal y Técnico de la Presidencia, que supervisaron los decretos a la firma del Presidente de la República.

Debe anotarse, en consecuencia, como una grave falencia de procedimientos que habla más bien, de urgencias políticas antes que el rigor y la prudencia aconsejables en esas circunstancias. En todos los casos, no hubo el necesario dictamen de Comisión, con base en el juicio sucesorio, lo que marca una seria irregularidad en la tramitación y promulgación de dichas leyes (En esos años ya estaba instalada la polémica pública sobre su origen francés).

Es causa agravante, además, que hayan ignorado el fundamento documental esgrimido en la denegatoria del Gobierno Argentino sobre la repatriación de sus despojos. Si se hubieran evitado esas omisiones se hubiera producido el necesario debate interno que se debe la sociedad uruguaya y se hubiera esclarecido y resuelto una situación ambigua y mentirosa, convertida, en tema de lesa nación.

En el informe al Senado de la Sala de Comisión se lee: «forma esto, parte de una vieja polémica: el sitio de nacimiento del gran cantor». De modo oficial, según el informe, se afirma: «...eso no está todavía esclarecido, aunque obviamente el orgullo nacional ganará significativamente, el día que tal hecho quede probado en definitiva». (Diario de Secciones de la Cámara de Representantes Nº 82 – Tomo 374 del 25 de abril de 1996. Segundo Período Ordinario de la XLIV Legislatura 6º Sección Extraordinaria. Comisión de Constitución y Legislación).

«Entretanto —continúa— parece bueno que sea Tacuarembó, que ha luchado y lucha por fundamentar su paternidad, el eje de las recordaciones, etc.» Y, entre gallos y medianoches, apremiada por motivaciones de “urgencias” políticas, la ley se aprueba por unanimidad (17 votos por 17 miembros presentes).

Obra en dicha decisión motivos de oportunidad, careciendo de rigor histórico y omitiendo estos tres importantes antecedentes: 1) El reconocimiento oficial de la falta de esclarecimiento sobre su verdadero origen; 2) El desestimiento del entonces presidente Gabriel Terra que declina el reclamo de repatriación frente a las evidencias que presenta la parte argentina; 3)El expediente sucesorio uruguayo de 1936, que declara a Berthe Gardes heredera universal de su hijo Charles Gardes o Carlos Gardel.

El espíritu chauvinista que prevaleció con la ligereza y apremio en votar esas leyes reaparece el 5 de mayo de 1998 en la 12ª Sesión Ordinaria, presidida por el licenciado Hugo Fernández Faingold, donde se designan varias escuelas con el nombre de Carlos Gardel (Nº 230, Tomo 388 del Cuarto Período Ordinario de la XLIV Legislativa).

Pero más grave aún resultó el tratamiento del pedido de examen de ADN. En efecto, después de la inexplicable decisión gubernamental de 1996 que en los hechos, sus resultados fueron afianzar un improbado origen uruguayo, en enero y febrero de 1999, el entonces diputado Agapo Luis Palomeque desempolva las dudas ante la Comisión Permanente recordando «la necesidad de determinar en forma científica y definitiva la filiación verdadera de Carlos Gardel y por ende el lugar de nacimiento». En su exposición de motivos, reaparecen las dudas oficiales sobre su origen pero vuelven a silenciarse.

Por último, cuatro años después, el 21 de abril de 2003, el representante de Florida, Arturo Heber Füllgraff, en una minuta de comunicación vuelve sobre el tema. Esta vez, la encargada de poner sobre el tapete la cuestión, es la Comisión de Educación y Cultura presidida por Beatriz Argimon. En esta oportunidad, el debate tiene otras particularidades y las dudas reaparecen en la exposición de motivos, cuando dice: «se maneja una hipótesis», a pesar de que los dos decretos anteriores tienen siete años de promulgados y se han convertido en «verdades irrefutables».

Pero lo más deplorable es que se vuelve a ignorar las actuaciones judiciales y del gobierno de Gabriel Terra de 1935 y 1936 y el Parlamento decide, esta vez, incorporar en el examen de ADN a Berthe Gardes, en razón de que existe y se cita expresamente en el debate «un libro, “Carlos Gardel: Encuadre histórico” del año 2001, editado por Corregidor que sostiene su origen francés».

Es incomprensible que un Cuerpo Colegiado, con amplia potestad para requerir la intervención de las comisiones específicas de Justicia y Relaciones Exteriores, tenga que recurrir a un libro que sostiene la posición inversa, para modificar una decisión de tan importante naturaleza.

Anteriormente, en el debate de la 39ª Sesión del 30 de julio del 2002 el representante Cardoso Ferreira ratifica la nacionalidad oriental de Carlos Gardel. Sin embargo, el 9 de diciembre de 2003 se trata en la Orden del día, como Segundo Punto nuevamente el examen de ADN. Esta vez ya no hay unanimidad y, en la votación de 36 miembros presentes, 7 votan en contra. El representante Cardoso Ferreira ratifica, que no se duda «acerca de donde nació Gardel» pero su colega Orrico, en un gesto que lo diferencia, se opone al examen de ADN en razón de que «en estas condiciones no contribuye a prestigiar a la Cámara el lanzarse al ruedo por una prueba, que en el mejor de los casos, será un indicio más, pero que nunca dará certezas absolutas. Creo que para lo único que servirá esto sería para enredar una madeja que de por sí ya está bastante enredada. En definitiva —concluye el Legislador— no va a arrojar resultados absolutos y la discusión seguirá».

No hay ni madeja ni enredos. Tienen en sus manos el hilo conductor de la madeja que son los Juicios Sucesorios de Montevideo y la decisión del Poder Ejecutivo.

En definitiva, han pasado otros 3 años y el deseo del legislador Füllgraff de averiguar «respecto a los posibles padres de Carlos Gardel» duerme el sueño de los justos en el Archivo General de Montevideo, (juicio sucesorio), porque el Poder Ejecutivo no ha movido un ápice, por la imposibilidad de probar la paternidad de Escayola Oliva, con documentos fehacientes, frente al Gobierno Argentino.

Sin embargo, si hubiera la simple y franca voluntad de terminar con la “madeja enredada” que pesa sobre los orientales, bastaría que una comisión mixta de peritos calígrafos y dactilóscopos de ambos gobiernos, examinaran con instrumentos de última tecnología, el testamento ológrafo de Gardel que reposa en el Archivo Notarial Argentino, y las huellas dactilares de Carlos Gardes en la Policía, impresas en 1904, iguales a las del Pasaporte de 1923 a nombre de Carlos Gardel.