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Por
Guadalupe Aballe

La novia de Gardel

oven esbelta con cara de niña, de mirada profunda y anhelos de ser una estrella dentro del arte lírico, Isabel Martínez del Valle se ganó un modesto lugar dentro de la historia del tango por su vinculación sentimental con Carlos Gardel. Aunque todos los gardelianos han oído hablar de ella, en las referencias sobre su vida y su relación con el Máximo los datos verídicos se confunden con los irreales.

Nació el 16 de marzo de 1907, en el barrio porteño de Constitución y se educó en el colegio Santa Catalina. Su padre era ferroviario y falleció cuando ella tenía seis años. Isabel tenía cuatro hermanos: Manuel, Dora, Concepción e Ignacio. Concepción, llegaría a ser con el tiempo una destacada bailarina clásica, con quien Libertad Lamarque tomó lecciones para interpretar “Tres valses”.

Gardel e Isabel estaban juntos desde el 10 de enero de 1920 y la propia Isabel dio versiones diferentes sobre el primer encuentro. Ella vivía en la calle Sarmiento entre Carlos Pellegrini y Esmeralda, y se habrían conocido en la esquina de Sarmiento y Pellegrini. Gardel estaba con una tercera persona sobre cuya identidad Isabel ha dado datos confusos: en una oportunidad dijo que se trataba de un secretario de Gardel de nombre Martínez y familiar de ella, en otra menciona a Martino, un secretario que conocía a su hermano. De lo que ocurrió luego, continúan sus declaraciones dispares: ella misma invitó a Gardel a su casa a comer arroz a la valenciana, o bien Martínez (o Martino) comentó que la madre de la joven preparaba un rico arroz. Sea como fuere, al día siguiente Gardel se presentó en casa de Isabelita con todos los ingredientes.

Por supuesto la relación tuvo sus buenos momentos, Gardel e Isabel solían ir al cine, al teatro, al boxeo, a las carreras, a disfrutar de un picnic en los bosques de Palermo con la familia Martínez del Valle, o salir juntos a caminar. Ella recordaba que un día pasaron por el colegio Pío IX y Gardel le comentó que ese era el colegio donde se había educado. Iban a comer al Tropezón, a La Emiliana, a La Sonámbula, a cabarets como el Chantecler o el Tabarís.

También Isabelita conoció a las amistades cercanas de Gardel: Razzano, Leguisamo, Maschio. Con la familia de Razzano iba de vacaciones. Hay cartas y tarjetas dedicadas de Gardel a Isabel que sin duda datan de los mejores momentos de la relación. Gardel era un hombre bueno y generoso e Isabel recibió importantes regalos suyos, por ejemplo, un tapado de armiño, que no estaba forrado en lamé sino en terciopelo —que mucho tiempo después, Isabel vendió al fabricante de quesos Magnasco— y un anillo de ónix rodeado de diamantes que al abrir su tapa mostraba la fotografía del cantor. (Doña Berta había recibido de su hijo un anillo igual).

Isabel soñaba casarse con él, pero esas esperanzas no se concretaron. En algún momento los sentimientos de Gardel cambiaron. Una de las causas podría ser que la familia del Valle abusó en demasía de la generosidad del cantor y él acabó cansándose de todos, agobiado por la situación. Muchos intentos hubo por parte del Zorzal para cortar con ella, pero siempre terminaban reconciliándose.

Para 1931, Isabelita se había propuesto llegar a ser alguien en el mundo del canto. Viajó con su madre a Milán para perfeccionarse. Allí inició sus estudios aunque el invierno europeo no la trataba bien, catarros y bronquitis que no terminaban de curarse la fastidiaron bastante durante su estadía en el Viejo Mundo. Sus cartas a Gardel (que se encontraba en Francia), tienen todas el mismo tono. Le hacía pedidos constantes de dinero y regalos -quería una cruz para el 10 de enero de 1932, fecha en que cumplirían 12 años de estar juntos- tambien reproches porque él no escribía ni llamaba a menudo.

A comienzos de 1932, Isabel y su madre pensaron viajar a Lugo para ver a la abuela materna, de 82 años, que se hallaba enferma. Antes pasaron por Madrid, donde se encontraron con Josep Samitier, gran amigo de Carlos. El futbolista escribió una recomendación para la gente del Hotel Gran Vía diciendo que Isabel y su madre eran familiares suyos y les diesen ventajas y comodidades. Isabel le hizo creer a Samitier que iría, pero se hospedó en otro sitio, a la vez que le escribió a Carlos narrándole lo ocurrido y adjuntando la nota del amigo, quedando a la espera de un giro para su proyectado viaje.

Mientras tanto, su hermana Concepción, desde Milán, le escribió también a Gardel, pidiéndole prestadas 2000 liras y rogandolé que Isabel no se entere de nada, terminaba la carta diciendo "tu sincera cuñadita". Gardel no envió el dinero. En otra misiva Isabel le escribió pidiéndole que le compre un solitario "para darle bronca a Concepción, porque ella dice que de vos no vio nunca que me hicieses un regalo que valga la pena" (sic), y que le hable de regalos "para que ella vea que vos me querés muchito". Años más tarde Isabel declararía que su hermana le quemó cartas de Carlos.

Mientras Concepción fallaba en su intento de pedir dinero, Isabel y su madre llegaron a Lugo y se instalaron en el hotel Méndez Núñez. Visitaron a la abuela. Luego, regresaron a Milán, pero como Isabel sintió agravarse su catarro, fue al médico. Y un nuevo problema volcó sobre Gardel esperando se lo solucione. Su tío le había prestado 600 pesetas con el compromiso de devolverlas y ella recurrió a Carlos para conseguir el dinero.

En abril de 1932, las insistencias de Isabel se materializaron, el cantor viajó a Italia y allí pudieron verse. Durante este encuentro se tomaron las conocidas fotografías de Carlos e Isabel en Italia.

De regreso en Buenos Aires, Isabel se encontró con la oportunidad de cantar. En marzo de 1934 integró el elenco del conjunto Narcisín en la obra "El fantasma de la ópera", que se presentó en el Teatro Fémina con un cierto éxito. La foto de Isabel apareció un par de veces en la revista Sintonía, en una de ellas, con un epígrafe favorable: "una simpática soprano". Ella también trabajó en la obra "Las joyas de Fausto", cantó en Bahía Blanca, Rosario y, en el Teatro Nacional, interpretó el tango "Silencio", pero abandonó pronto su carrera.

Ese mismo año, Gardel, desde Estados Unidos y con la ayuda de Defino, decidió romper con los Martínez del Valle. Su último regalo a Isabel fue una casa en la calle Directorio, la cual había que pagar en cuotas.

En noviembre de 1934 se produjo el corte definitivo. Isabel y su familia vivían en una casa alquilada de la que Gardel era el fiador, habían dejado de pagar y el dueño los amenazaba con el desalojo; al mismo tiempo, hacía cinco meses que las cuotas de la casa de Directorio estaban sin pagar. Defino trató el tema con Isabel y su hermano Ignacio hasta llegar a un acuerdo: aceptaron mudarse con la promesa de Defino, hecha en nombre de Gardel, que le pagarían la casa de Directorio. Ellos, a su vez, aseguraron que ya no molestarían más al cantor.

El día 20 de noviembre los Martínez del Valle se mudaron, Defino canceló la deuda de alquiler con el dueño y puso al día la libreta de la casa Directorio. Según Defino, en conversaciones con Ignacio y con Isabel, quedó aclarado que nunca más recurrirían al cantor dando por terminada su relación con todos ellos, solamente Ignacio se entendería con Defino para que le llevara la libreta de la casa y poder hacer los pagos. Como último favor Isabel había pedido que Defino le sacara del empeño un anillo, pero el apoderado de Gardel no accedió. Según Defino, la situación con Isabel se había hecho tan tirante por culpa de ella, que si Isabel hubiera acatado las resoluciones de Gardel, desde un principio, ya hubiera tenido su casa pagada. Ignacio le habría dado la razón y le echaron la culpa a Razzano por ser quien, al decir de Ignacio, la aconsejaba.

Nunca Isabel reconoció públicamente que su relación cor Gardel estaba rota. Al momento del accidente de Medellín, por el contrario, siguió con la ficción del romance hasta el fin de su vida. Estuvo presente en la misa en la Iglesia Santa Rosa de Lima y los medios de la época se referían a ella como la "novia". Ella alentó la imagen de novia desolada.

Pero la vida continuó su curso. Isabel se casó con Mario Fattori y fueron padres de un niño, Martín. Se radicaron en Uruguay, donde tuvieron fábrica de pastas. Atravesaron varias peripecias, vivieron en Punta del Este, quebraron con la fábrica, estuvieron a cargo de un restaurante llamado Canario, arrendaron el Hotel British House, explotaron La Barra Hotel de Maldonado y el Arco Baleno. En los años 70 cerró el hotel, pero siguieron con el restaurante. Ya viuda, regresó a la Argentina donde se la pudo ver en programas de televisión o concediendo reportajes detallando su relación con Carlos, de manera más romántica de lo que en verdad ocurrió.

En sus últimos años habría estado trabajando para la empresa de productos de limpieza Bestline. Sufría problemas cardíacos y el 4 de mayo de 1990, falleció en su casa de Villa Ballester. Hoy forma parte del mito gardeliano: la "novia eterna" de Carlos Gardel.