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Por
Rafael Flores

Chaplin y Gardel

n el año 1931 Carlos Gardel canta durante dos meses en la célebre Costa Azul francesa, a la que concurrían los europeos millonarios y famosos; su centro de reunión era el casino Palais du Mediterranée de Niza, adonde acudían grandes artistas como Charles Chaplin, que entonces recibía los halagos por su recién presentada película Luces de la ciudad. Allí disfrutó con Gardel del tango y del éxito que alcanzaban ambos.

Madame Sadie Baron Wakefield, admiradora y apoyo fundamental de Gardel, su cantante preferido, realizó una velada en su casa de la Riviera francesa, para agasajar a Chaplin. Una bailarina que vivió un romance con Chaplin, May Reeves, escribió en sus memorias: «Había unos cuarenta invitados. Chaplin estaba muy en forma. Un cantor argentino, acompañado por su guitarrista, cantó en su honor, mientras Chaplin instalado detrás del bar se llevaba a la boca una enorme botella de coñac y cortaba una tarta gigantesca con un cuchillo descomunal» (citado por el biógrafo de Gardel, Simon Collier).

Pero más claras que las ponderaciones de la Reeves, preocupada por conquistar al famoso artista, el propio Chaplin declaró a Regina Creuve, cronista del New American Lines, en 1935, después de la muerte de Gardel: «En una reunión íntima Gardel comenzó a cantar y me impresionó hondamente. Tenía un don superior al de su voz y su figura, y una enorme simpatía personal con la que se ganaba, de inmediato, el afecto de todos. Tan honda era la simpatía que inspiraba, recuerdo perfectamente bien, que llegamos hasta las primeras luces de la madrugada tras una noche de alegría que, difícilmente, vuelva a a repetirse.



«Digan ustedes al público que con Gardel pierdo a uno de mis más simpáticos amigos, que los países sudamericanos no tenían mejor representante que él entre nosotros. En cuanto al arte cinematográfico, se le ha sustraído un cantante destinado a constituir una de las figuras cumbres de la cinematografía».

Del libro: Gardel y el tango. Repertorio de recuerdos, de Rafael Flores, Ediciones de la Tierra, Madrid: 2001.