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Por
Néstor Pinsón

Volcán - “Volcán”, un tango inédito de Arolas

runo Cespi me facilitó de su colección de partituras antiguas, algunas de autores renombrados, que vaya uno a saber la razón, nunca llegaron a grabarse y, en algunos casos, ni siquiera a editarse, sólo sobrevivieron los manuscritos originales.

Con esas partituras recurrí a Osvaldo Requena, siempre sentado al piano, componiendo y arreglando, y le entregué “Volcán” de Eduardo Arolas, compuesto entre 1917 y 1920. Lo que sigue es una brevísima sítesis de sus palabras mientras pasaba las manos sobre el teclado.

«¡Arolas!... Me tengo que levantar, es uno de mis admirados. Arolas, como Agustín Bardi, no entiendo como pueden faltar en el repertorio de alguna orquesta. Siempre me sorprenden, como este “Volcán”, escrito en tinta china. Está la melodía pura, acá. Ya es un Arolas trascendente, con sus tres partes bien prefijadas. La primera en Fa menor, en la segunda ya hay un pasaje a Fa mayor y, por si eso fuera poco, el trío lo hace en La bemol.

«Confirma lo que siempre digo: ¡qué difícil es componer un tango! Agarrás una partitura de jazz y es un «corito», sin menospreciarlos... Pero esto es un discurso tan largo, con una sensibilidad que hace que el tango pueda convertirse en una pieza sinfónica si uno le cambia la estructura armónica.

«Fijate la entrada de este tango, nada más que la melodía... No nos podemos parar, da la sensación que hay que seguir... Para la época es una maravilla, por lo que ofrece para orquestarlo y jugar».

Ante mi pregunta si los tangos de antes eran «picaditos» y rápidos, me respondió que solamente algunos, la velocidad se la impone el ejecutante. La mayoría eran como éste, lentos y melódicos.