Por
Daniel Lomuto

El arreglo y la orquestación

sí como en literatura, alguien ha dicho que la publicación de la obra significaba un alivio al autor porque dejaría de corregirla permanentemente, en su afán de embellecerla, con la música ocurre lo mismo. Salvo la diferencia que, siendo la ejecución un asunto individual, la obra puede ser ejecutada en forma distinta cada vez, según su intérprete. El inconformismo y la búsqueda de la perfección lleva al artista al intento de mejorar su propia obra o la ajena, de acuerdo a su sentimiento y su criterio estético.

La expresión arreglo se refiere a que es lo que se hace con lo escrito por el compositor, y el término orquestación a quienes o cuales instrumentos se eligen para materializar esta decisión.

En la música clásica, viene todo escrito, el compositor refiere hasta los últimos detalles y el intérprete respeta lo anotado. En cambio, en la música popular se suele contar únicamente con partes para piano, que constituyen una guía de la melodía, con algunos acordes rudimentarios. Por tal motivo, es necesario darle forma y redondear musicalmente lo escrito. Es necesario hacerle un arreglo.

Si el intérprete o director de la orquesta, no están capacitados para realizarlo, recurre a un músico arreglador. El trabajo de éste, no sólo embellece el tema de acuerdo su propio gusto o inspiración, muchas veces es una necesidad, pues la partitura puede ser muy pobre.

El arreglo admite algunos cambios en sus melodías, en los acordes de las armonías, establece contracantos, pasajes, instala solos de instrumentos, adornos, dispone los ligados y staccatos, inventa variaciones, y crea los fondos para los acompañamientos cantados. En definitiva, es una recreación, un embellecimiento del tema primitivo, pero también puede ser una necesidad por las carencias de la partitura original, o para marcar un estilo.

Un buen arreglador hace todo esto sin desnaturalizar la melodía, ni el espíritu de la obra original. Hoy es muy común escuchar tangos clásicos cuyos arreglos son tan estrafalarios que es imposible reconocer la melodía.

Orquestación significa decidir cuales instrumentos o voces ejecutarán lo concebido en el arreglo. Es decidir si determinada parte estará a cargo de los bandoneones, o de los violines o de todos juntos. Si un pasaje será al unísono o a voces separadas. La orquestación también tiene como finalidad lograr el equilibrio del conjunto, el buen diseño y terminación de la pieza musical.

Resulta evidente que arreglo y orquestación son las claves que definen los estilos de los diferentes intérpretes. Cada uno le da a la obra un sesgo que la hace distinta. Pienso que sin un arreglo no hay ejecución posible.

En cuanto a lo que puede influir un arreglador hay cantidad de ejemplos. Uno bien claro lo significó Osmar Maderna en la orquesta de Miguel Caló. Murió y la orquesta siguió con el mismo estilo.

Entre los arregladores, sin contar los grandes directores que hacían sus propios arreglos, podemos mencionar a: Julio Ahumada, Enrique Alessio, Celso Amato, Héctor Artola, Alfredo Attadía, Emilio Balcarce, José Bragato, Víctor Buchino, Gabriel Clausi, Edelmiro D'Amario, Martín Darré, Eduardo Del Piano, Mario Demarco, Jorge Dragone, Nito Farace, Argentino Galván, Carlos García, Juan Carlos Howard, Armando Lacava, Carlos Lazzari, Horacio Malvicino, Pascual Mamone, Mario Maurano, Osvaldo Montes, Máximo Mori, Miguel Nijensohn, Roberto Pansera, Juan Polito, Osvaldo Requena, Tito Ribero, Aquiles Roggero, Julio Rosenberg, Ernesto Rossi, Fulvio Salamanca, Federico Scorticati, Ismael Spitalnik, Luis Stazo, Orlando Trípodi, entre muchos otros.