Por
Roberto Selles

El tango en la radio

ecordaba Rosita Quiroga: «Fui la primera intérprete solista que intervino en la radio. Nuestra paga se nos hacía efectiva con pocillos de café». Y agregaba Charlo: «La hora oficial la tocábamos con Rosita Quiroga, ella sostenía una sartén y yo la golpeaba con un cucharón». Y puede decirse aún más, por ejemplo que en Radio Nacional (luego Belgrano) la misma Rosita hacía también las veces de cocinera; eran célebres sus ravioladas, compartidas con el citado Charlo, Azucena Maizani, José Bohr y otros de aquellos pioneros. Y cuentan que era común verla ir hacia el micrófono limpiándose apresuradamente las manos enharinadas en el delantal, cosa que, por supuesto, los oyentes ignoraban. Eran los días iniciales de una aventura llamada radiofonía...

Poco antes de que ocurrieran estas anécdotas, que hoy nos hacen reír, pero que entonces eran cosa de todos los días, aparecían las primeras emisoras. La que se adelantó a todas fue Radio Argentina (en principio, Sociedad Radio Argentina), iniciada por obra del doctor Enrique Susini y tres compinches, a los que se llamó «los locos de la azotea», con la transmisión de Parsifal de Wagner, desde el Teatro Coliseo.

Le siguió Radio Cultura, ante cuyos micrófonos solían pararse Rosita Quiroga, Luis Díaz, José Bohr y Mario Pardo con sus voces, o Adolfo Avilés, Próspero Cimaglia y Elio Rietti con sus instrumentos, o Francisco Canaro, Juan Maglio (Pacho), Domingo Santa Cruz, Roberto Firpo y Osvaldo Fresedo con sus batutas.

También las siguieron, entre los 20 y 30, Radio Prieto, Nacional, Brusa, América, T.F.F., Cine París (estación del cine-teatro de igual nombre), Bernotti, Mayo, Telefunken Service, Federal, La Voz del Aire, Fénix, Callao, Stentor, La Abuelita, Grand Splendid Théatre, Del Pueblo, Porteña, Rivadavia y otras broadcastings, como se les decía por entonces.

Cuando los tiempos de la galena ya estaban en el olvido, 1932 marcó el comienzo de las curiosas transmisiones de Carlos Gardel efectuadas desde el exterior, cuando tres estaciones locales reemitieron, el 25 de mayo, su actuación por Radio Colonial de París. Posteriormente, el 5 de marzo de 1934, el Zorzal cantó desde la NBC (National Broadcasting Company) de New York, mientras sus guitarristas Barbieri, Riverol y Vivas lo acompañaban -auriculares mediante-, desde los estudios de la porteña Radio Rivadavia, aunque salían al aire por Splendid.

El 17 de agosto, la experiencia se repitió por la misma radio y, finalmente, el 15 de marzo de 1935, Belgrano lo transmitió una vez más desde la misma ciudad. En ese último año, y luego del deceso del cantor, Radio Callao propalaba la primera audición dedicada exclusivamente a su memoria, con la conducción de Carlos Enrique Cerchetti, que sería retomada por Julio Jorge Nelson, como «El bronce que sonríe». El propio Nelson inició, por la misma emisora, El éxito de cada orquesta, trasladada luego a Mitre y posteriormente a Rivadavia.

En 1933, le puso su voz a la radio «el más popular de los "acuarelistas" porteños», Lopecito (Juan Francisco López), quien en 1937, inició su muy extenso ciclo De Villoldo a Gardel, al que habría de sumar Esquinas porteñas y, entre otras, Tanguerísima, la última de sus audiciones por Radio Atlántida, de Mar del Plata.

En el 34, el incontenible auge de la radiofonía llevó al iniciador del cine sonoro, Eduardo Morera, a filmar Ídolos de la radio, con Ada Falcón e Ignacio Corsini. Pronto aparecieron las revistas especializadas, como Radio Cultura, Radio Revista, Micrófono, Radiolandia (ex La Canción Moderna), Sintonía, Antena y otras.

El '35 vio nacer a Radio El Mundo y, más o menos en la misma época, surgieron los nombres que —junto a algunos de las ya citados—, estaban destinados a perdurar, como Excelsior (ex Brusa), Belgrano (ex Nacional), Municipal, Antártida (ex Fénix), Splendid (ex Grand Splendid Théatre), Rivadavia (ex Radio Muebles Díaz), etcétera.

Entretanto, por Nacional, Stentor y Fénix, pasaba sucesivamente un importante espacio tanguero: Tangos, autores e intérpretes, que conducían Héctor Bates y Luis Bates, cuyos reportajes a célebres figuras del género constituyeron, en 1936, el libro La historia del tango.

Las audiciones consagradas especialmente al género son, desde los comienzos hasta nuestros días, una cantidad importantísima y algunas de ellas han quedado para siempre en el recuerdo popular, como Ronda de ases, Grandes valores del tango o el Glostora tango club.

Otras también popularísimas estuvieron a cargo de voces como las de Roberto Giménez (Mano a mano con el tango), Antonio Cantó (Mundo de tango), Raúl Moyano (Música de Buenos Aires), Jorge Serrano «Serranito» (El tango y sus estrellas), Alberto Palazón (Tangos... ¡y qué tangos!), Lito Bayardo (Ídolos del tango), Esteban Decoral Toselli (Sábados argentinos), Josecito Pace (Alma de tango), Roberto Cassinelli y Raúl Outeda (Gente de tango, La hora del tango), Alejandro Romay (Lluvia de estrellas), Juan Zucchelli (El tango y sus ases), Francisco Ducca (Tiempos viejos), Osvaldo Martín (Una cita con el tango), Saúl del Cerro (Sabor a tango), Oscar Julio Vidal (Recordando al Ruiseñor), Tito Sobral (Estampas de antaño), Alberto Zabalza (Voces de mi ciudad y Ronda de orquestas), Odín Fleitas (Hoy juega el seleccionado del tango), Julio César Marini (Un tango y dos palabras), Alcira Musa (Y el pueblo no los olvida), Francisco García Jiménez (El tango, historia de medio siglo), Roberto Carde (Ronda de estrellas), Julián Centeya (Por estas calles del tango, En una esquina cualquiera, La mesa cuadrada del tango y Desde una esquina sin tiempo), Roberto Tarzi (Esquinas de tango), Jorge Vilela (Por las veredas de Alsina), Hugo Campos (Esencia de tango), Luis Dalessio (Trasnoche de tango), Lidia Sánchez (Los tangos de Buenos Aires), Juan Carlos La Madrid (Tango y jazz, mellizos de América), Luis Adolfo Sierra (Nuestro tango es así), Roberto González Rivero «Riverito» (En cada país un tango), Héctor Negro (Buenos Aires Tango), Oscar del Priore (A través del tango), Alberto Príncipe (Los viejos tangos del 40), Lionel Godoy (La noche con amigos), Néstor Pinsón (Siempre el tango), Felipe Yofre (¿Dónde te encuentro, tango?), Norberto Malbrán (Recorriendo con tangos el país), Silvio Soldán (Soldán esquina tango), Jorge Bocacci (Bocacci a tango limpio), y tantos otros.

Hoy, más allá de que sean sólo memoria los bailables de los domingos, los micros de Juancito Díaz, el fueye cadenero de Pichuco en Con T de Troilo o la voz barriobajera de Alberto Castillo en la Audición Federal, tango y radio siguen siendo algo así como sinónimos.

Originalmente publicado en el fascículo 28 de la colección Tango Nuestro editada por Diario Popular.