Amargura (El Floridense)

Llora el ave cuyo nido
en la noche, llevó el viento.
Cuán amargo es su lamento,
como triste es su gemido.

Profunda la pena ha sido,
mas torna luego a anidar,
y cantando sin cesar
vive feliz y contenta.
Ya el ave no se lamenta,
ni tiene por qué llorar.

Yo, más infeliz que el ave,
más infeliz que el rosal,
no hallo remedio a mi mal
pues nadie curarlo sabe.

Cuanta desventura cabe
en un hombre, en mí han de hallar.
Nací para atesorar
de la vida, las congojas.
Soy rosal sin flores ni hojas
y canto por no llorar.