Silueta y llamarada

Tango

A María Nieves

Conozco una mujer de buenas piernas
con ojos de tormenta adolescente,
semana de jornal y barrio pobre
y aroma de horizonte incandescente.

Si baila como un cisne en las veredas,
soñando, en el tranvía o con la escoba,
será que está inventando Flores negras
con pasos de princesa y de milonga.

El sábado temprano…
se lava la blusita de toda la semana,
susurra un dos por cuatro que asoma por su talle
y gira con su abrazo rezongón.

El sábado a la noche…
camino para el baile, se pinta un par de alas,
dibuja un cielo frágil y eterno como un tango,
enfático y lunar, como el alcohol.

El sábado es “La Nieves”,
silueta y llamarada en el salón.

El tiempo fue creciendo en su arrebato
prendido a la cintura de su historia
y hoy llega refugiada en sus ojazos
sonriendo al caminar, como una novia.

Y al fin, cuando la música la lleva
se mira en los destellos de su sombra
y vuelve a ser la piba de Saavedra
bailando en la vereda o la milonga.