Realidad

Tango 1938

La vi pasar, iba radiante de hermosura
como la imagen de una vestal.
Y al contemplar tan bella flor, sentí la angustia
del que malogra el más querido ideal.
Hoy que comprendo que jamás podrá ser mía,
que todo ha sido solamente una ilusión,
es la certeza de amar un imposible
lo que acrecienta la sed de mi pasión.

La miro y siento
la amargura del cautivo
que contempla pensativo
un trozo de cielo azul.
Triste afán de ambicionar
lo que jamás se ha de alcanzar,
y este castigo
yo lo tengo merecido,
por querer como he querido
en tan honda ensoñación
que hoy, de pronto, al despertar,
no sé aceptar la cruel verdad.

Acaso fue por esa fiebre de ternura
que hay en mi alma de soñador.
O esta inquietud, de aprisionar dentro del pecho
un viejo anhelo de dicha y amor.
Lo cierto fue que la adoré como en un sueño.
Pero hoy comprendo ante la fría realidad:
que ella es paloma sedienta de mañanas
y yo ave errante cansada de volar.


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