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Orlando del Greco
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l igual que otros hijos de músicos, también tuvo a su padre como primer maestro y en su orquesta cumplió sus primeras incursiones frente al público, allá en Montevideo donde se hallaba radicado.

En la ciudad del cerro se inició en el tango al formar parte de la orquesta de Carlos Warren donde estuvo varios años, realizando giras al interior del Uruguay y Buenos Aires en el Casino Pigall. Una vez aquí pasa a la orquesta de Adolfo Carabelli en el Teatro de La Opera.

Luego de actuar en otros lugares, forma con Roberto Zerrillo, que fuera su compañero en la orquesta Warren, la que sería la célebre típica Donato-Zerrillo con la que debutó en el salón Select Lavalle para alternar con la radiotelefonía.

Con esa formación grabó en discos Brünswick y cuándo luego tuvo la de su nombre en RCA-Victor; ambas de siempre grata recordación en los anales del tango. Con ellas cantaron Antonio Maida, Hugo Del Carril, Teófilo Ibáñez, Félix Gutiérrez, Alberto Podestá, Alberto Lago, Carlos Almada.

Su carrera fue brillante en todo sentido. Sin descanso actuó por muchos años en cines, teatros, cabarets, cafés, confiterías, radios, cuyos nombres se hace difícil enumerar, y musicalizó las películas Riachuelo de Argentina Sono Film con Luis Sandrini, en 1934 y Picaflor con Severo Fernández. Antes intervino en Tango, año 1933. Realizó varias y exitosas giras al interior.

Si la fama que gozó la logró con su orquesta, la consolidó empero con los grandes tangos que compuso y que hoy hacen que su nombre perdure. El primero ya tuvo el sello de los inolvidables, “Julián”, compuesto en Montevideo el año 1922, cuya letra escrita por José Luis Panizza todo el mundo cantó. A éste de tan furibundo éxito, y que sigue siendo actual, hay que agregar “A media luz”, uno de los más famosos en el mundo entero, “El huracán”, quizá su tango mejor logrado; “Muchacho” con letra de Celedonio Flores y “T.B.C.” con la de Fontaina y Soliño, que creara Rosita Quiroga en discos; “Por mi viejita” también suceso de esa cancionista; “Venite conmigo” con letra de Flores grabado por Ignacio Corsini; “Se va la vida” que escribiera con María Luisa Carnelli y Zerrillo y llevaran a la cera Azucena Maizani y Agustín Magaldi; “El acomodo”, muy bueno.

Entre sus doscientas obras se destacan además “Mi serenata”, “Beba”, “Para ser copero”, “Volvé”, “La quebrada”, “Se va la lancha”, “Don José”, “Cartón ligador”, “Corazoncito de oro”, “Virgencita”, “Hasta luego”, “Riachuelo”, “Te amo”, “Por eso grito”, “En aquel cuartito”, “Amores viejos [b]”, “Hacete cartel”, “Dejala que siga”, “Berretines [b]”, “Desconfianza”, “Así es la vida”, “El tango de antes”, “Ironías”, “Alas rotas”, “Pobre soñador”, “Si tú supieras”, “Congoja”, “El lengue”, “Puras plumas”, “Esquinita”, contó en la mayoría con grandes colaboradores: Roberto Zerrillo, Celedonio Flores, Luis Bayón Herrera, Máximo Orsi, Carlos Lenzi, Juan Carlos Thorry, Carlos Warren, Osvaldo Donato, Maruja Pacheco Huergo, Luis Rubistein, Víctor Soliño, Roberto Fontaina, Francisco Brancatti, Manuel Romero.

Amigo incondicional de Carlos Gardel, nunca le pidió le interpretara obra alguna y si el cantor grabó “A media luz” fue por el sensacional éxito que logró el tango que lo obligó hacer.

En la noche de la despedida a Gardel tributada por sus amigos en el stud de Francisco Maschio horas antes de su último viaje, estuvo presente con su orquesta en pleno, como correspondía a un buen y sincero amigo.

Donato nació en Buenos Aires (Monserrat) y allí falleció el 15 de febrero de 1963.