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Orlando del Greco
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us primeras armas en la música, frente al público, las hizo en gira por la provincia bonaerense junto a Eduardo Arolas, cuando aún no eran conocidos, allá por 1907, año que compuso su primer tango, “Comparsa criolla”, que editó muchos años después y que es el mismo “Comme il faut” de Arolas, pues lo hicieron conjuntamente aunque firmados separados y con títulos distintos.

Los barrios del Once, Boedo, Villa Crespo y otros lo vieron desfilar por numerosos cafés. En el centro actuó en El Quijote y Los 36 Billares alternando esa labor en otros locales y teatros; en el Nacional estuvo varios años.

Por 1919 en el primitivo Luna Park integró una orquesta en la que estaban, nada menos, Carlos Marcucci, Anselmo Aieta, José Servidio y Luis Bernstein. Otros renombrados músicos actuaron con él, entre ellos Brignolo y Flores.

Se destacó como acompañante de intérpretes de la canción, haciéndolo con los hermanos Navarrine primero, después Saúl Salinas, el dúo Salinas-Raggi, dúo D'Angelo-Navarrine, dúo Pelaia-Italo, dúo Nunziata-Monsalvo, dúo Magaldi-Noda, Rosita Quiroga, Ignacio Corsini, Ada Falcón, Charlo, Linda Thelma, Ernesto Famá, Libertad Lamarque, Azucena Maizani, dúo Vega-Díaz, trío Irusta-Fugazot-Demare y con Carlos Gardel en las grabaciones que realizara en Barcelona (España) en 1932. Como puede apreciarse la plana mayor de nuestro cancionero, y en la década del 20 con Pagés, Pesoa y algún otro guitarrista, grabó con tríos y dúos en discos Victor y Odeon.

En 1926 fue a Europa con Rosendo Pesoa acompañando a Linda Thelma, al desvincularse de esta cancionista en España, ingresó a la compañía teatral de Enrique De Rosas-Matilde Rivera en gira por tierras hispanas y más tarde recorrió Cuba y México con Irusta-Fugazot-Demare e intervino junto a ellos en la película Boliche; aquí intervino en otras.

De sus composiciones citaremos en primer término las que grabó Gardel: “Trago amargo” con letra de Julio Navarrine; “El tatuaje” y “Justicia criolla” con las de Francisco Brancatti; “Ya pa' qué” con versos de Atilio Supparo; “La reina del tango” con letra de Enrique Cadícamo y “De puro guapo” con la colaboración de Juan Carlos Fernández Díaz. Asimismo siempre aseguró que Gardel tuvo en su repertorio su tango “La traviesa”, con letra de Celedonio Flores y su vals “Noche de plata” con la de Julio Navarrine. Respecto a este vals dijo: «Yo estaba en Barcelona cuando llegó Carlos llevando como novedad el tango “Pan”. El mismo me hizo notar la similitud de ese tango con mi vals “Noche de plata”, que era anterior, en su estructura musical.»

Además de los letristas nombrados tuvo como colaboradores a Juan Sarcione, Rosendo Pesoa, Alberto Vaccarezza y otros buenos en la lista de sus obras: “La carrera”, estilo que grabó Corsini en 1925; “Muchachita buena”, “Buenos tiempos”, “Fallaste corazón”, “Ojos tristes”, “El cornetín del cuartiador”, “Amigablemente”, “Otro trago”, “¿Te Acordás?”, “Irene [b]”, “Se llama olvido” (su obra póstuma), “Vieja pena mía”, “Libertad [b]”, “El vendaval”.

Para Noticias Gráficas, del 1° de julio de 1955, dijo de Gardel y de aquellas grabaciones de Barcelona: «Había nacido para cantar... Y lo hacía a toda hora... a las diez de la mañana debíamos presentarnos en el estudio de grabación y a la ida iba cantando. Después de muchos ensayos y de haber grabado, abandonábamos los estudios a las dos o tres de la tarde, para retornar a las diez de la noche. Durante todos esos viajes de ida y vuelta y pese a los fatigosos ensayos y grabaciones, Gardel seguía cantando... Y cuando en reunión de amigos nos sorprendía la madrugada accediendo al pedido de todos, Gardel cantaba como si recién comenzara... Sentía hondamente el canto y el tango y durante toda su existencia estuvo en él un constante afán de superación...

«Yo lo conocí mucho antes de su aparición en el barrio del Abasto. Fue en 1907, en casa de mi compañero de siempre, Domínguez. Se festejaba un cristianamiento y entre los concurrentes a la reunión se encontraba un muchacho cantor apodado El Morocho. Durante esa fiesta de mi recuerdo, cantó como él sólo sabía hacerlo mientras manoteaba las cuerdas de mi guitarra. Entonces, ambos estábamos lejos de imaginar que, con el andar del tiempo, habríamos de encontrarnos muchas veces para actuar profesionalmente ante el público.

«Por esa época Gardel cantaba en los comités, como el regenteado por Felipe Gómez, situado en Quito entre Mármol y Muñiz. En ese comité, al igual que en muchos otros, se jugaba, y a ellos acostumbraba caer el Morocho para procurarse unos pesos. Ya poseía una innata simpatía que más tarde lo llevaría a conquistar todos los públicos.

«Destaco, asimismo, la labor realizada en Barcelona por un eficaz colaborador de Gardel: el pianista Juan Cruz Mateo, encargado de llevar al pentagrama algunas composiciones creadas y tarareadas por aquél.

«Fue allí en Barcelona, donde lo vi por última vez. Próximos a retornar a Buenos Aires, Pettorossi me pidió que los acompañara en el viaje, durante el cual ensayaríamos para presentarnos en ésta. Yo dije que sí, pero Gardel con su sonrisa inconfundible exclamó: «Yo te juno a vos Ratita... Y porque te juno te digo que no te saco el pasaje hasta que no te vea en el barco».

«¡Si me conocería Gardel! El día de la partida el despertador no sonó y yo seguí profundamente dormido.

«Hoy abundan los parodistas de Gardel, pero éstos cuidan más la pose que la obra que interpretan. Cuántas veces el gran cantor abrió bien grande la boca y arrugó la cara ganado por el dramatismo de la composición que entonaba.

«Estudiaba el significado de la letra y supo transmitir el mensaje del tango. Ese fue su secreto.»

Rafael Iriarte nació en Buenos Aires (Once) el 10 de mayo de 1890 y allí falleció el 8 de octubre de 1961.