En un bodegón vecino

En un bodegón vecinos
colmado de parroquianos,
se hallaban diez veteranos
tomadores del buen vino.
Sin importarle un comino…
contaba cierto señor,
dándoselas de orador
con aires de vanagloria
toda esa bendita historia
del hombre que es bebedor…

Con palabras bien fogosas,
que calmaban el ambiente,
de la bebedora gente
decía frases jocosas.
Y en esa forma graciosa…
expuso en el bodegón,
con gestos de gran señor,
las cinco transformaciones
que sufre en los bodegones
el tomador en potencia:

(Recitado)
Bastan tres copas, decía, para entrar en gran calor
y nos sintamos mejor con tan grata compañía,
una especie de alegría nos recorre, poco a poco,
por las venas y los poros, que nos hace estremecer
y también aparecer con más coraje que un toro…

Y, finalmente, señores…
nos ponemos tan contentos,
alegres y divertidos
que nuestros cinco sentidos
se pierden y fantasean…
en tanto que nuestra voz
ya se apaga en un rincón,
y dicen los parroquianos…
que damos la triste impresión
del chancho… ¡cuando sestea!