Por
Ricardo García Blaya

antor correcto y afinado, con un estilo que a veces abusaba de recursos efectistas, es un típico exponente del cantor de orquesta de los años cuarenta.

Su paso por la orquesta de Alfredo Gobbi fue su mejor momento, aunque el repertorio elegido no fue demasiado trascendente. Sin embargo, siempre tuvo su público que lo siguió durante toda su extensa trayectoria.

No está en la galería de mis cantores preferidos, pero debo reconocer que contaba con una bella voz, una clara dicción y una llamativa potencia expresiva.

Nació en La Boca y se inició profesionalmente en 1940 cantando para un conjunto del barrio, después continuó con las formaciones de Juan Carlos Caviello, de Miguel Zabala Zabalita, de Félix Guillán y de Roberto Caló.

En 1947 ingresa a la orquesta de Alfredo Gobbi y comienza su etapa consagratoria. Llega al disco al año siguiente y mete su primer gran éxito: el tango “Remembranza” de Melfi y Battistella. Disco RCA-Victor que tiene en el acople el tango “Independiente Club” de Agustín Bardi.

Con Gobbi hizo 18 registros, de éstos uno a dúo con Ángel Díaz y tres con Héctor Coral. De su serie discográfica se destacan: “La intriga”, de Héctor Stamponi y Héctor Marcó, que tiene una bella melodía y del cual no conozco ninguna otra versión; “El pollero” música y letra de Marcó; y su éxito más rotundo, “Canzoneta” de Erma Suárez y Enrique Lary.

En 1954 pasa a la orquesta de Osvaldo Pugliese y tiene como compañero a Miguel Montero.

Su primera grabación es su caballito de batalla, el tango “Canzoneta”, esta vez para el sello Odeon. En el otro lado del disco, Montero canta “Por una muñeca” de Emilio Balcarce, primer violín de la orquesta, con letra de Manuel Barros.

En agosto de 1959, la orquesta viaja a la Unión Soviética y a China con Maciel, el cantor Carlos Guido y el glosador Luis Mela.

Con Pugliese graba 66 temas, de los cuales tres a dúo con Miguel Montero, dos con Carlos Guido, seis con Alfredo Belusi y tres con Abel Córdoba.

También participa de la gira a Japón en 1965, esta vez con la compañía vocal de Abel Córdoba.

En agosto de 1966 hace una interesante versión del tango “Recuerdo”, del maestro Pugliese y letra de Eduardo Moreno, considerada una de sus más grandes realizaciones. Al respecto dice Jorge Palacio Faruk: «... una obra de antología, un tango tan difícil de cantar, que parecía hecho para Maciel, cuya interpretación dejaba la sensación de no darle trabajo alguno».

En el año 1968 comparte con seis de sus compañeros de la orquesta, la formación del Sexteto Tango. Estos son: Julián Plaza (piano), Osvaldo Ruggiero y Víctor Lavallén (bandoneones), Emilio Balcarce y Oscar Herrero (violines) y Alcides Rossi (contrabajo).

Con el Sexteto hace veinticuatro registros, entre los que se destacan algunos tangos clásicos: “Sentimiento gaucho”, “Mi dolor”, mezclados con otros temas modernos: “Mi ciudad y mi gente”, “Chiquilín de Bachín”, etcétera.

Ya su voz no tenía la potencia de sus años mozos, pero mantenía su fuerza dramática y su singular estilo.

En el mes de febrero de 1975 es intervenido quirúrgicamente de una hernia y muere en la operación por no resistir la anestesia.