Ángel Díaz

Nombre real: Díaz, José Lisandro
Seudónimo/s: El Paya
Cantor y compositor
(25 abril 1928 - 11 diciembre 1998)
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Néstor Pinsón

egún Adolfo Rodríguez, su apodo lunfardo viene del quichua y se aplica a los de pelo muy rubio o pelirrojo. También puede ser un apócope de payador. Lo cierto que este excelente cantor que no tuvo la trascendencia que se merecía, nos abandonó hace muy poco tiempo llevándose su exquisito fraseo y el terciopelo de su voz. Fue un barítono dulce, intimista y muy porteño que dejó lamentablemente, una escasa producción discográfica.

De chico le decían Payita porque El Paya era su padre Luis, que fue payador en su juventud, por el barrio de Parque Patricios y sus alrededores.

Muy pronto aprendió a tocar la guitarra y, apenas entrado en la adolescencia, como le gustaba cantar no necesitó acompañamiento.

Rondando los 19 años de edad su nombre llama la atención del público tanguero al incorporarse a la orquesta de Florindo Sassone. Es el primer compañero de Jorge Casal, quien por su calidad interpretativa era la atracción y había colocado a la orquesta en un primerísimo plano. Desgraciadamente una sola grabación es el testimonio de su paso por esta formación.

Al año siguiente, 1949, pasa a la orquesta de Alfredo Gobbi, donde tiene de compañero a Jorge Maciel con quien graba a dúo el vals “Tu amargura”, de Laureano Martínez Smart. Sólo dos registros más, los tangos “No la traigas” de Gentile y Yiso y “Porque soy reo” de Velich, Meaños y Rossano.

A comienzos del 50 es tentado por Ángel D'Agostino con quien hace los carnavales en el club Boca Juniors y de inmediato se incorpora a la orquesta de Horacio Salgán.

El primer conjunto de Salgán databa de 1944, cuando tuvo a Edmundo Rivero como cantor y nadie del ambiente radial o del discográfico quería aceptarlos. Al músico por su estilo nada popular y al cantor por su voz gruesa.

En 1949 el pianista arma una nueva orquesta que estaba conformada entre otros por los bandoneonistas Leopoldo Federico, Toto Rodríguez, Abelardo Alfonsín, y Antonio Scelza; Carmelo Cavallaro y Víctor Felice en violines; Adriano Fanelli en cello y el contrabajo de Ángel Allegri. Los cantores eran Oscar Serpa y a partir de 1950, Ángel Díaz que permaneció hasta 1956.

El debut fue en Radio Belgrano donde Salgán tenía un espacio propio: Así les brindo el tango.

En 1952 hacen los bailes de carnaval en el club Atlanta, las voces son El Paya y Horacio Deval, aquel cantor que imitaba a Gardel, cosa que le ocasionó más de un problema. En esa misma jornada había otro número artístico a cargo del novel cantor Roberto Goyeneche acompañado por tres guitarras. Tanto al director como a Díaz les llamó la atención el muchacho rubio y al final de la noche lo apalabraron. A la semana siguiente Goyeneche se presentaba en los bailables de la radio en reemplazo de Deval que iniciaba su carrera de solista. Han dicho que fue El Paya quien lo rebautizó con el seudónimo El Polaco. Lo cierto que a partir de entonces hubo una relación de amistad que duró hasta su muerte. Goyeneche en sus mejores tiempos de éxito y en diversos reportajes, reconoció lo mucho que le debía como cantor a su compañero por todo lo que le enseñó.

A partir de su desvinculación con la orquesta, comenzó su carrera como solista por el circuito habitual de cafés, salones y giras por el interior del país. En varias ocasiones acompañado por Goyeneche. También vino la televisión y algún tiempo de retiro de la actividad artística, aunque siempre se daba una vuelta por la noche y el tango.

Un noche, allá a principios de los años 90, se encuentra casualmente con El Polaco en el Café Homero, hoy propiedad del cantor Rubén Juárez, Goyeneche tercia con el dueño para que lo contrate. Allí actuó una larga temporada.

En 1992 integra la delegación que se presenta en el Festival de Tango de Granada (España) donde canta acompañado de su guitarra y el piano de Héctor Stamponi. También graba tres temas para un disco compacto con el trío de Osvaldo Berlingieri.

Alguien dijo sobre Ángel Díaz que no llegó a ocupar una primera línea en cuanto a repercusión masiva del público, pero fue uno de los mejores cantores que tuvo nuestra música y así fue considerado durante toda su carrera por los más atentos seguidores. Aportó muy bien lo suyo como para merecer con creces, un suficiente espacio en la historia del tango.

Al día siguiente de su muerte, el periodista Julio Nudler, admirador suyo, publicó en el diario Página 12, la siguiente nota:

«El cantante de tangos Ángel Díaz falleció ayer como consecuencia de un infarto que lo abatió en su camarín del Teatro General San Martín, cuando se aprestaba a actuar en el marco del Festival Internacional Buenos Aires Tango. Díaz tenía programada una función en la sala Casacuberta, desde donde, luego de haber probado sonido, se dirigió a su camarín para aguardar el momento de salir a escena. Fue durante esa espera cuando lo sorprendió la muerte, a los 69 años. A partir de 1950 Díaz supo contribuir decisivamente al suceso de Salgán en el disco, quedando instalado entre los conocedores como un prototipo de cantor porteño, absolutamente genuino y sensible, con su exacto equilibrio emocional. Muchos lo consideraron en cierto modo, el maestro de Goyeneche y otros vocalistas.

«Su breve discografía incluye algunas versiones que son clásicos absolutos. Es el caso de “Porque soy reo” con Gobbi. Este tango retrata como pocos al hombre de Buenos Aires, una especie de existencialista descreído. Con Salgán descuellan “Como abrazado a un rencor”, una de las letras antológicas del género, tan herética que se le antepuso un recitado que atribuye al rencor del moribundo lo que se oirá después. Y “Doble castigo” y “N.P. (No Placé)” tienen hábiles metáforas burreras sobre el amor. Hubo tangos en su repertorio con Gobbi y Salgán que no pudo llevar al disco porque ambos no eran demasiado vendedores, el caso de “Trenzas”, “Una tarde”, “De puro guapo” y “Una lágrima [b]”. Fue mucho lo que se perdió por no llegar al disco. Debido a su muerte los organizadores del festival decidieron que se guardara un minuto de silencio en todas las funciones restantes».