Por
Néstor Pinsón

abrá sido por 1940 que tuve con él una breve relación de amistad. Nos juntábamos a tomar unas copas él y un café yo. Era en un bar que estaba en la esquina de Corrientes y Callao (Hoy librería Zival's). Dos cosas recuerdo claramente: la primera, cuando me cantaba bajito el nuevo tema que andaba masticando y te juro que me conmovía, creía estar escuchando a Gardel. La otra, cuando me confiaba que le gustaba el whisky y como se le secaba la boca mientras dormía, se iba a la cama con un sifón y un vaso». Esto me lo contó un amigo del ambiente radial.

En su notable novela Don Segundo Sombra, su autor, Ricardo Güiraldes, escribe una larga dedicatoria a los personajes de la vida real que inspiraron su obra y, entre otras citas, «a mis amigos domadores y reseros» y, entre estos últimos se refiere a once nombres, uno de ellos es Pedro Brandán. Este resero estaba casado con una joven de apellido Muñoz y con la que tuvo 9 hijos, el segundo de los cuales resultó nuestro cantor.

En 1926, la familia se traslada a Buenos Aires, a la capital, y apenas dos años más tarde, ya metido en el canto, debuta en un café de Lavalle y Esmeralda, y alguien ha dicho que su primera interpretación fue “La última copa”. Era entonces Carlos Brandán. En 1929 llega a la radio La Voz Del Aire, para cantar acompañado por el trío de Vicente Fiorentino, allí también interviene en algunos radioteatros.

En 1932, se sube al mítico palquito del café Nacional, en la entonces calle Corrientes al 900. Lo acompañó la orquesta de Anselmo Aieta. Y han contado que cuando, al año siguiente, Gardel actuó por última vez en nuestro país, justamente en el teatro que estaba al lado, reparó en su canto y según testimonio de Alberto Vaccarezza pidió conocerlo y cuando esto ocurrió le vaticinó el mejor futuro. Había reparado en su registro de barítono y su recia interpretación provista de dramatismo. Está Oscar Alonso entre los contados cantores netamente de corte gardeliano.

Con lo orquesta de Aieta también actuó en el viejo teatro San Martín en funciones que se transmitían por radio. Y, retornando a este medio, fue Juan Canaro quien lo presentó al propietario de Radio Prieto. Fue el director artístico de la emisora quien lo rebautiza Oscar Alonso. (Respecto de esta persona, algunas notas lo nombran Eloy Álvarez, un actor cinematográfico de reparto en numerosas películas e incluso premiado por una de sus actuaciones, pero es posible que se trate de un error y aquel director fuera Eloy Fernández, según mi reportaje directo al cantor). En Prieto cumplió un par de etapas, en la que se extendió por los años 1938/1939 y compartió un programa con Hugo Del Carril y cuando uno cantaba un tango el otro atacaba con un tema criollo. De 1939 a 1941 intervino en el teatro Liceo en la obra Boite rusa con los actores José Olarra, Pierina Dealessi, entre otros.

Siempre fue cantor solista, con extensas giras por América, como aquella que larga en Chile en 1945 y se extendió hasta Cuba donde estuvo largo tiempo, a punto de declarar que luego del suyo era el país que más amaba. Tuvo también permanentes actuaciones por los barrios y ciudades cercanas a Buenos Aires, pero él recordaba especialmente veinticinco actuaciones continuas a sala llena, en el cine 25 de Mayo del barrio de Villa Urquiza.

Su carrera fue discontinua, tuvo etapas sin actuar y cuestiones personales lo llevaron a una carrera discográfica con grandes claros.

Debutó con “San José de Flores” y “Llueve [b]” en el año 1936, acompañado por guitarristas diversos, entre ellos José Canet y circunstancialmente, por las orquestas de Argentino Galván, la estupenda etapa con Héctor Artola y la final con Carlos García. Con este último registra muchos temas que fueron editados en cuatro larga duración, por los sellos Odeon y Varieté, que también pertenecía a Odeon.

En su discografía hay temas curiosos como los “Versos de un payador al General Juan Perón” y “Versos de un payador a la señora Eva Perón”, ya registrados por Hugo Del Carril. También aquel titulado con el nombre del asesinado sindicalista Augusto Vandor y aquellos dos: “San Isidro” y “Seguí como sos”, compuestos por Alberto Caroprese y Miguel Grosso, con letra de Melchor Posse (luego intendente de la ciudad de San Isidro).

Varios autores le cedieron temas para que fueran estrenados por él: “La abandoné y no sabía”, “Por el camino adelante”, “Barrio pobre” y otros. Y fue autor de un par de temas: “Yo no quiero que le escribas” y “Tardecita de campo”.

Intervino fugazmente en algunas películas sin trascendencia. Pero su figura aparece en dos cortos de los varios que fueron producidos por el noticiero semanal Sucesos argentinos y de los cuales la mayoría se han extraviado. En el primero de ellos se ofrece el tango, “Que nunca me falte” y en el otro, una muy curiosa versión de “Senda florida”, con la orquesta de Juan Polito y la intervención de Carlos Roldán y Chola Luna quienes, junto a Oscar Alonso, cantan por separado un fragmento cada uno.

El film Mi noche triste de Lucas Demare, estrenado en enero de 1952, con argumento inspirado con mucha fantasía en el gran letrista Pascual Contursi, termina con una escena final donde se escucha en off, la voz de Alonso cantando el tango que da título al film.

En un reportaje, le pregunté a Troilo su opinión sobre Alonso y los cantantes en general y esto respondió: «Alonso fue el más grande cantor de tangos después de Gardel, sin ninguna duda, anótelo nomás Pinsón».