Por
Néstor Pinsón

os letristas de tangos que han conseguido numerosos éxitos perdurables a través del tiempo, no son más de diez o doce, y entre ellos debe figurar Manuel Romero. Baste recordar estos títulos: “Aquel tapado de armiño”, “Buenos Aires”, “El rey del cabaret”, “El rosal”, “El Taita del Arrabal”, “Estampilla”, “Haragán”, “La canción de Buenos Aires”, “La muchacha del circo”, “Nubes de humo (Fume compadre)”, “Patotero sentimental”, “Polvorín”, “Tiempos viejos”, “Tomo y obligo”. Además, Carlos Gardel le grabó 19 temas.

También podemos recordar otras canciones como: “La marcha de la Armada”, “El vino triste”, “Tres recuerdos”, “La canción del camino”, “Dime mi amor”, “Isabelita”, “Las vueltas de la vida”, “Quemá esas cartas” y tantas otras hasta llegar a las 150 letras.

Hijo de andaluces, nació en Buenos Aires el 21 de septiembre de 1891. Siendo un adolescente, comenzó su labor periodística en la revista Fray Mocho y en los diarios Crítica y Última Hora.

Su personalidad era la del prototipo del porteño y por esa razón, el tango lo llevaba consigo, muy adentro.

Al igual que Luis César Amadori el teatro lo ganó de inmediato, así como también las letras de tango. El éxito le llega rápido con el tango “El Taita del Arrabal”, con música del español José Padilla, creador de “La violetera” y “El relicario”. Al poco tiempo “Patotero sentimental”, que resultara una creación en la voz de Ignacio Corsini.

Estudiante, y empleado después, en la Escuela de fogoneros de la Armada, vivió la siguiente situación que vale como anécdota. En oportunidad que un periodista y un fotógrafo de la prestigiosa revista Fray Mocho, visitaban la Escuela para realizar una nota, Romero se entromete con el fotógrafo indicándole los mejores ángulos para su trabajo. El periodista se molesta y le pregunta cuánto tiempo lleva en la Escuela. A lo que le contesta: «Diez años». El ofendido le espeta: «Yo llevo veinte de periodista, dedíquese al carbón que yo sé de lo mío». En eso un compañero se le acerca y lo llama por su nombre. El de la revista se sorprende y pregunta si tiene que ver con el que escribe en Fray Mocho. Ante la respuesta afirmativa el asombro de Félix Lima, el notero de marras, quien admiraba sus pinceladas porteñas, pero desconocía a su compañero de trabajo.

Su primera pieza teatral data de 1919 con la colaboración de Ivo Pelay, se tituló Teatro breve, a la que siguieron unas ciento ochenta más. En 1922, estrenó la más recordada: El bailarín del cabaret, con la compañía de César Ratti, en la que Corsini se lució con “Patotero sentimental”.

En 1923, viajó a Europa con Luis Bayón Herrera y de regreso puso en escena las nuevas ideas traídas de las revistas y los music hall que vio, siendo estos los géneros que lo ocuparon durante largo tiempo.

A principios de 1931, actúa en Madrid con la compañía del teatro Sarmiento junto a Bayón Herrera. Debutan en el teatro Zarzuela y un mes más tarde en París en el teatro Palace. En ambos casos sin éxito. Pero en París coincide con Gardel y nace la idea de filmar una película. Escribe el argumento y las canciones para Luces de Buenos Aires, que dirige el chileno Adelqui Millar. Integran el elenco, entre otros, Gloria Guzmán Sofía Bozán, Pedro Quartucci y el conjunto de Julio De Caro.

De vuelta en Buenos Aires se incorpora a la flamante productora Lumitón, con Enrique Telémaco Susini a la cabeza. Allí comienza su carrera en el cine a partir de Noches de Buenos Aires, de la que hizo el argumento y dirigió, que fuera estrenada en febrero de 1935. En ese film actuaron Tita Merello, Irma Córdoba, Enrique Serrano y Fernando Ochoa.

En total suma 53 películas, todas de similares características. Argumentos sencillos y emotivos, que se desarrollan en un ambiente ciudadano. Los personajes típicos eran el galán pobre, la joven enamorada de buena posición económica, el tercero en discordia, un cajetilla cínico que pretende a la muchacha, una pareja de apoyo, amigos de uno u otro, siempre desempeñados por actores cómicos —Enrique Serrano, Tito Lusiardo o Sofía Bozán— y tangos, siempre tangos. Siempre una excusa para escucharlos. La misma fórmula a lo largo de toda su carrera.

Filmaba rápidamente, sin mayor cuidado, con el solo afán de terminar y lograr un resultado. Pese a todo, y al rechazo de la crítica y del público selecto, Romero creó un estilo, muy apreciado por el espectador sencillo que sólo buscaba conocer a quienes escuchaba por la radio o veía en las revistas.

Hoy a la distancia resulta, en realidad, el testimonio de toda una época, sin pretender la rigurosidad del documento, nos dejó una pintura, una acuarela de los diferentes sectores de la sociedad de los años 30 y 40. Además de dejarnos un verdadero documento, en lo que respecta a actores, cantores, actrices y cancionistas de cuerpo entero y no solamente a través del disco.

Algunos de sus títulos e intérpretes más recordados fueron: El caballo del pueblo (1935), se destacó porque era la película que debía filmar Gardel a su regreso al país, finalmente sin cantores sirvió para el debut de Juan Carlos Thorry.

Radio Bar, se estrenó el 10 de septiembre de 1936, con música de Alberto Soifer, intervinieron Alberto Vila y las hermanas Desmond. Los muchachos de antes no usaban gomina, del 31 de marzo de 1937, donde canta Hugo Del Carril. La vuelta de Rocha, del 8 de septiembre de 1937, donde actúan y cantan Hugo Del Carril y Mercedes Simone. Tres anclados en París (26/1/38), con el mismo cantor. La rubia del camino, del 6 de abril de 1938, con el actor Fernando Borel. Mujeres que trabajan, del 6 de julio de 1938, donde cantan Fernando Borel y Sabina Olmos. La vida es un tango, (8/2/1939) con Hugo Del Carril y Sabina Olmos. Divorcio en Montevideo (7/6/39) y Muchachas que estudian (6/9/1939) ambas con la cancionista Carmen Del Moral.

Carnaval de antaño (17/4/40), con Charlo y Los muchachos se divierten, del 3 de julio de 1940, nuevamente Charlo y Sabina Olmos. Isabelita, del 31 de julio de 1940, con Juan Carlos Thorry, Sofía Bozán y Carmen Del Moral. En este film aparece el violinista Elvino Vardaro. Yo quiero ser bataclana, (30/4/41), posiblemente la mejor comedia del cine argentino, por la elaboración de los cuadros musicales, copia de los tradicionales en los filmes norteamericanos. Con un sencillo argumento romántico y con el excesivo protagonismo de Niní Marshall, indiscutida actriz cómica argentina, pero que en este caso resiente la continuidad de la historia. Actuaron Juan Carlos Thorry, Alicia Barrié, Sabina Olmos y la orquesta de Juan D'Arienzo.

Adiós pampa mía, del 27 de diciembre de 1946, con el cantor de moda Alberto Castillo y su colega Alberto Vila en su despedida del cine y de la vida artística. El tango vuelve a París (16/1/48), con Alberto Castillo, Elvira Ríos y la presencia de Aníbal Troilo. Derecho viejo, del 4 de enero de 1951, donde se recrea con mucho de fantasía la vida de Eduardo Arolas. El hincha, del 13/4/1951, con un tema futbolístico donde se destaca la actuación como primer actor de Enrique Santos Discépolo, en un gran papel, luego de sus fracasos como director y como actor.

Alguien dijo que a pesar de sus broncas era un tipo cálido, que se lo sentía amigo a pesar de su autoridad. Y que era un fenómeno de velocidad para escribir. También se dijo que necesitaba producir permanentemente, porque siempre estaba con poco dinero, jugaba mucho a la ruleta, a los caballos y a cualquier cosa.

Una noche de urgencia, escribió de un tirón para el teatro La muchachada de a bordo, que no era una obra para ser premiada, pero que resultó un extraordinario éxito de boletería.

Una noche estaban reunidos varios amigos después de una cena. Romero contaba el argumento de su próxima película que era igual a todas las anteriores, y cuando llegó el momento de relatar que la heroína es seducida y luego desdeñada por el malo, uno de los concurrentes dijo sin pensarlo: «Sí, y después canta un tango». Romero se ofendió y contestó en voz alta: «Sí, cantará un tango, porque yo lo siento así y así lo siente el pueblo para quien escribo y dirijo».

Y esto era absolutamente cierto.