Por
Eduardo Visconti

ació en Carmen de Areco, provicia de Buenos Aires, hijo de Santos Reyes Rodríguez y Magdalena Cárdenas. Su verdadero nombre fue Acencio Eugenio Rodríguez. Durante toda su trayectoria artística como autor, firmó sus poesías y sus letras con el seudónimo compuesto por su segundo nombre y el apellido materno.

Rastrear su vida y sus inicios como autor se hace muy difícil en la actualidad. No existen parientes directos y han desaparecido la mayor parte de sus contemporáneos. Las circunstancias han querido que el bandoneonista, compositor y director Rafael Rossi, me aportara muchos datos memoriosos sobre el poeta, del que fuera colaborador musical, amigo y ahijado.

El guitarrista José Francisco Savignano, que fuera discípulo de Guillermo Barbieri, contribuyó también con valiosos datos sobre Cárdenas, recogidos de su maestro y de sus propias vivencias. Dichos recuerdos son la base de este trabajo, que junto a otros testimonios importantes y documentaciones logradas posteriormente, hicieron posible conformar, por primera vez, esta biografía y rescatar así, la figura de su protagonista.

Su infancia y su adolescencia se perdieron en el tiempo, sólo se sabe afirmativamente que a principios de la década del veinte dio comienzo a sus actividades como autor profesional, y que contrajo matrimonio con una morocha argentina de 27 años, Genoveva Sánchez, y que se instaló definitivamente en la ciudad de Buenos Aires. El matrimonio duró veintiocho años y sólo fue interrumpido por la imprevista muerte del poeta.

El 11 de diciembre de 1925, el poeta ingresa en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC) y deja registradas más de 500 obras en colaboración con distintos músicos.

Sólo unas pocas canciones de su autoría le bastaron a Cárdenas para quedar en la historia del tango y en el recuerdo de quienes lo conocieron y lo trataron.

De toda su labor autoral solamente tuvieron difusión unos ochenta temas, que fueron estrenados en la radio o llevados a la sala de grabación por cantores y orquestas, desde aquella época hasta la actualidad.

Carlos Gardel fue el principal intérprete de sus obras, circunstancia que estimuló al poeta. El Zorzal fue el portavoz ideal para que sus temas se convirtieran en éxitos definitivos y quedaran definitivamente clavados en la emoción popular.

Los más asiduos colaboradores del poeta fueron el guitarrista Guillermo Desiderio Barbieri y el bandoneonista Rafael Rossi, quienes, al igual que el bardo José Rial, fueron los que alentaron a Cárdenas en sus comienzos y le abrieron las puertas grandes del éxito y la popularidad por la estrecha vinculación con Carlos Gardel, aparte de la sincera amistad que los unía.

Entre los años 1925 a 1931, el inolvidable cantor grabó 29 obras de Cárdenas, secundado por sus guitarristas y también por la orquesta típica de Francisco Canaro. El tango “Senda florida” lo cantó con esta orquesta y también con guitarras.

Con música de Guillermo Barbieri realizó los tangos “Guaminí”, “Tierra hermana”, “Besos que matan”, “Barrio viejo”, el vals “Alicia”, el estilo “Salve patria” y el shimmy “Qué lindo es el shimmy”.

Con música de Rafael Rossi hizo los tangos “Por el llano”, “Ave cantora”, “Perdonada”, “La milonga” y los más conocidos “Fiesta criolla”, y “Senda florida”, además del popular vals “Rosas de abril”.

Con Miguel Correa hizo “Flor de cardo”, “Trapito” con los hermanos Servidio, “Soñando” con Paquita Bernardo, “Sueños” con Ciriaco Ortiz, “El pibe [b]” con José Pécora, “Tu mirada” con Juan Rosito, “Ave sin rumbo” con Gardel-Razzano, “Una lágrima” con Nicolás Verona, “Vida amarga” con Pascual Mazzeo, “Meditando” con Hugo L'Eveque, “Falsas promesas” con Ángel Domingo Riverol, “Te fuiste hermano” con Alberto Tavarozzi, el vals “Mala suerte” con José María Aguilar, la ranchera “Mañanita de Campo” con Ángel Riverol, y finalmente con Esteban González, el shimmy “Sonrisas”.

Éstos son los 29 temas que le cantó Carlos Gardel.

Cárdenas escribió también poesía culta que quedó esparcida y publicada sólo en revistas nacionales de la época, de las cuales fue un constante colaborador: Fray Mocho, P.B.T., El Alma Argentina, Clarinada y El Alma que Canta, entre otras.

Fue buen guitarrero. Tocaba la guitarra criolla por música y tarareaba a media voz, todo finura, cuando componía alguna canción o creaba una melodía.

En el año 1919, participa en el conjunto gaucheso Gloria, patria y tradición, que era una agrupación tradicionalista del barrio de Parque de los Patricios (centro sur de la ciudad de Buenos Aires). Allí también actuó en sus comienzos el guitarrista Guillermo Barbieri.

Cárdenas fue profesor de guitarra y enseñaba a mucha gente, su medio de vida fue la enseñanza y el cobro, en aquel tiempo misérrimo, de los derechos de autor, también preparando recetas en una farmacia de su barrio.

Quiso profundizar sus estudios de guitarra, estudiando con el mismísimo Barbieri, al solo efecto de acompañar a Carlos Gardel, pero ese deseo no se cumplió.

Conoció a Gardel en una reunión de autores y compositores de música popular, donde concurrieron importantes figuras del género. En una parte, su guitarrista Guillermo Barbieri le comentó al cantor que allí estaba presente Eugenio Cárdenas. Gardel no lo conocía personalmente pero lo distinguía mucho como autor, a través de algunas obras que ya le había grabado.

El poeta hasta ese momento quería pasar inadvertido, turbado por la presencia de Gardel, a quien idolatraba. Se quedó duro en su sitio cuando el cantor preguntó extrañado cómo Cárdenas no iba a saludarlo para conocerlo. Barbieri le indicó donde estaba, y antes de que se lo pudiera presentar, Gardel fue a su encuentro y lo estrechó en un fuerte abrazo.

Después tuvo conceptos de elogio hacia él como letrista, felicitándolo y demostrándole su sincera admiración y afecto. Cárdenas no podía creer lo sucedido y no salía de su asombro debido a su timidez, por el inesperado y noble gesto de Gardel. (anécdota contada por José F. Savignano y recogida de labios de Barbieri, quien ubica la escena en el año 1926).

De su obra autoral se destacan, aparte de los ya nombrados, el vals “Trovas galanas” y “Yo soy la milonga”, junto a Barbieri; con música de Rafael RossiLamento criollo”; “Vieja milonga” con música de Samuel Castriota. Le puso letra a “Sábado inglés” de Juan Maglio (Pacho), “Queja gaucha” de Augusto Berto.

Le agregó letra también al famoso tango “Nueve de julio (Cárdenas 1)” de José Luis Padula, distinta a la agregada al mismo tema por Lito Bayardo. Lo curioso fue que en el año 1961, los sucesores del compositor iniciaron juicio para erradicar los versos adosados tanto por Cárdenas como por Bayardo. Se llegó a un acuerdo por el cual deben figurar las dos letras juntas en la partitura compartiendo la autoría de la obra. Alberto Marino lo grabó con los versos de Cárdenas acompañado por la orquesta de Osvaldo Tarantino y Agustín Magaldi lo registró con los versos de Lito Bayardo.

Publicado en la revista Tango y lunfardo, Nº 52, Chivilcoy, 23 de febrero de 1990.