Por
Orlando del Greco

ue el autor más fecundo del teatro argentino que lo contó en su quehacer casi cincuenta años. Todo un récord.

Debutó con la obra Mala vida, estrenada el 7 de julio de 1911 en el Nacional, precursora de una nómina tan extensa que dos páginas no alcanzarían para citar todos los títulos que estrenó; pues hizo de todo: dramas, sainetes, comedias, comedias musicales, revistas, juguetes cómicos, etc., colaborando con casi todos los colegas de la época, contando en ese menester a Florentino Iriarte, Manuel Romero, Luis Bayón Herrera, Antonio y Arturo De Bassi, Luis César Amadori, Antonio Botta, León Alberti, Alberto Ballestero, Carlos Schaefer Gallo, Ricardo Hicken, Francisco Payá, Pascual Contursi, Francisco Canaro, etc., etc.

Repasando su obra encontramos: El presupuesto, Con permiso señor Intendente, El A.B.C., La ley del embudo, De siglo a siglo, Maidana, El reino del disparate, Manzanilla y mate amargo, La donna è mobile, El Capitán Metralla, Almanaque porteño ilustrado, El angelical Manuelito, La casa de los Borgia, No forma parte del Trust, Don Cándido Buenafe, La Pulpería del Diablo, Donde hubo fuego, cenizas quedan, El Reverendo Catachín, El marido de mi mujer, Flores de trapo, Hembra, El fruto prohibido, El Bajo Belgrano, La bataclana y el engominado, La musa del arrabal, Café cantante, Cataluña, Doña Juana la Loca, La cumparsita, Facundo, Hay baile en el rancherío, Hay que hacer economía, Linyera, Mi otro marido, Ropa nueva, ropa vieja, Dueto criollo, La honradez del siglo, La Porteña, Quién te manda estar metido, Los muchachos del baldío, Alí Babá y los 40 ladrones, Bohemia loca, El desconocido, El momento universal, La ficha blanca, La honradez del amigo López, La Vascongada: pensión barata, ¡Pulgarín solo!, Qual piuma al vento, Ushuaia, Buenos Aires chic o París reo, De Puente Alsina a Montmartre, El viudo alegre, Balconeando la ciudad, Mal de amores, El muchacho de la orquesta, Dos corazones, La Madre María, Sentimiento gaucho, Buenos Aires de ayer y hoy, Rodríguez supernumerario, Rascacielos.

Las obras que le dieron más satisfacciones, pues hiciéronle conocer internacionalmente son: Judío, Llegaron parientes de España, La muchachada del centro, La canción de los barrios, Jesús, María y el otro, El desconocido, Pantalones largos, Burro de carga, reprisadas varias veces.

Para sus revistas, comedias musicales y alguna otra, creó unas cien canciones de las cuales la mitad tuvieron enorme difusión popular. La primera que escribió fue “A mí lo mesmo me da”, un tango con música de Manuel Jovés, del año 1921, después con el maestro Antonio Lozzi hizo la celebérrima “Canción del linyera”.

En colaboración con Gerardo Matos Rodríguez, Francisco Lomuto, Raúl de los Hoyos y algún otro forjó composiciones para incluirlas en sus obras, pero sus grandes éxitos los logró con Francisco Canaro impuestas casi todas por medio de sus comedias musicales: “El tango de la mula”, “La muchachada del centro”, “Yo no sé por qué te quiero”, “Casas viejas”, “Todo te nombra”, “Adiós pampa mía”, “No hay que hacerse mala sangre”, “Niebla”, tangos; “El jardín del amor”, “Un jardín de ilusión”, “Dos corazones”, “Soñar y nada más”, “Viviré con tu recuerdo”, “Bajo el cielo azul”, valses; el famoso “Tangón”; las rancheras: “Me enamoré una vez”, “Dónde hay un mango”, “Los amores con la crisis”; las marchas “La ribera” y “La canción de los barrios”; “La milonga de Buenos Aires”, “Ya vendrán tiempos mejores”, “Se dice de mí” y muchas otras.

Conocido y amigo de Carlos Gardel desde sus comienzos, cuando ambos trataban de consolidarse en sus respectivos oficios, quedó en su repertorio por haberle grabado “Me enamoré una vez”.

A fines de 1931 estaba dando con éxito Hay que hacer economía en el Teatro Nacional, cuya salsa era la crisis que en ese año se vivía. Gardel había regresado triunfante de París y se encontraba sin sala donde actuar. Una noche después de esas funciones se encuentran cantor y autor en el Bar Domínguez, que estaba frente al teatro y encarándolo Carlitos le dice: «—Che, Ivo... ¿Por qué no me llevás a tu teatro?» Contestando él medio asombrado: «—¿Llevarte a mi teatro? ¿Y con qué te pago?» «—Cobrás un peso. ¿No es cierto?», repuso Gardel. «—Bueno... cobrás uno veinte, me das los veinte y asunto arreglado». A pesar de la sugerencia no hubo arreglo, pero sirvió para que meses después en ese mismo teatro y escrito por su pluma interviniera en De Gabino a Gardel. (Marzo de 1933).

Hizo periodismo en Crítica, publicó sus versos en revistas, en el cine dirigió El diablo con faldas con Florencio Parravicini en 1938 y escribió para la radio.

Pelay nació en La Plata (provincia de Buenos Aires) el 5 de mayo de 1893 y falleció en Buenos Aires el 28 de agosto de 1959.