Manuel Campoamor

Nombre real: Campoamor, Manuel Oscar
Pianista y compositor
(7 noviembre 1877 - 29 abril 1941)
Lugar de nacimiento:
Montevideo Uruguay
Por
Juan Silbido

os propusimos conocer el significado de esa O antepuesta al apellido. Interrogamos a la viuda del compositor y con toda deferencia manifestó que él mismo jamás lo había divulgado; compartiendo su discreción ella entendía que tal reserva no debía alterarse. Aunque algo insatisfecha nuestra minuciosa labor de investigación aceptamos respetuosos tal determinación.

Nació Campoamor el 7 de noviembre de 1877 en la ciudad de Montevideo (Uruguay). Su padre, oriundo de Asturias, era primo hermano del poeta Ramón de Campoamor. Desde la niñez residió Manuel con su familia en Buenos Aires. Por afición musical comenzó a estudiar el piano de oído.

Hábil constructor de barriletes, luego adquiridos por sus amiguitos, acumuló algunos ahorros que se convirtieron en pequeño piano de estudio. Notorio es que su dominio del instrumento llegó a ser notable.

Parte de su juventud residió en pleno San Telmo, cercano a Bolívar y Humberto I. Entre 1893 y 1896 se desempeñó como telegrafista policial, en 1897 en la Dirección General de Correos y Telégrafos, luego en la Bolsa de Comercio. Por último, desde 1899 hasta 1904 en The Central and South American Telegraph Co. Tales actividades no le impedían desarrollar su vocación musical. En calidad de pianista integró frecuentemente reducidos conjuntos.

Adviértase que Campoamor desconocía la escritura musical, parte de sus obras le fue escrita bajo sus instrucciones por expertos de la firma Breyer. Por intermedio de la misma era requerido como pianista para ejecutar música en residencias particulares.

Sus íntimos le apodaban El Negro. Entre los mismos se contaba Gabino Ezeiza, que le invitó en cierta ocasión a acompañarle hasta la ciudad bonaerense San Pedro. Durante tres días Gabino debía presentarse ante el público, secundado por una pianista lugareña cuyas aptitudes musicales, según advirtieron desde el primer ensayo, eran harto precarias; por otra parte se hallaba próxima a ser madre. Le abonaron lo estipulado dispensándola de actuar, a lo que accedió de buen grado.

Gabino se presentó acompañado al piano por Campoamor. Los tres días convenidos en principio se convirtieron en siete, con gran deleite de la concurrencia, que noche tras noche colmaba la sala del cine aplaudiéndoles.

Nos remitimos seguidamente a La historia del tango (Héctor Bates y Luis Bates). Expresa Campoamor:

«Escribí pocos tangos. El primero “Sargento Cabral”, me lo escribieron en 1899; 1900, “En el séptimo cielo”; 1901, “La c...ara de la l...una”, 1902, “La metralla”; 1903, “Muy de la garganta”; y el último en 1905, “Mi capitán”.

«No produje más ni pienso hacerlo, no tengo entusiasmo ni tiempo para dedicarme a ello. Hoy la producción es exuberante y mucha la cantidad de compositores. La generación actual ha adoptado para el tango un ritmo diferente, que tiene gran aceptación en el público; nosotros, los que sentimos muy distinto al tango, debemos retirarnos para dar paso a las nuevas orientaciones, a la nueva sensibilidad». (Declaraciones formuladas el 18 de julio de 1934 a Héctor Bates.)

Campoamor ingresó en la casa Gath & Chaves con modesto empleo, ascendiendo hasta el cargo de gerente de explotación al cabo de 25 años en la firma.

Campoamor se desempeñó como pianista en la famosa casa de bailes de María «La Vasca», finca que aún puede contemplarse en Carlos Calvo casi esquina Jujuy. Escasos son los datos referentes a los lugares que en que actuó.

Según nos lo evoca su señora, poseía espíritu apacible y chispeante humor. Fue casi siempre parco y reservado en lo tocante a referir detalles de su labor como pianista cumplida en sitios y locales públicos.

«Desarrolló abundante labor de grabación, acompañando a Gabino Ezeiza, Higinio Cazón y Linda Thelma entre otros.» (La historia del tango, de Héctor y Luis J. Bates.)

Nuestra pequeña discoteca se ha visto enriquecida con una magnífica placa, se trata del tango “Sargento Cabral”, ejecutado al piano por Campoamor. Escuchamos frecuentemente sus dinámicos compases que nos brinda la digitación maravillosa del autor. Dueño de una técnica notable, creemos que “Sargento Cabral” constituye muestra acabada del tango de antaño, cuyo lenguaje nos transmite el surco con jovial cascabeleo.

Comentaremos seguidamente otra faceta, generosa y digna de su personalidad. Leemos en el ejemplar de un periódico aparecido en 1922, Nueva Era, semanario de la vida argentina: «Los empleados de la industria y el comercio solicitan del gobierno una ley jubilatoria». De la misma gozaban ya, ferroviarios y tranviarios.
Es entrevistado uno de los promotores y principal organizador del acto público. Tal, Manuel O. Campoamor, por cuyo intermedio los peticionantes exponen sus aspiraciones: «Todos los trabajadores del país tienen derecho, luego de haberse desempeñado un determinado número de años, a un descanso. La antigüedad estará documentada por certificados, cuya validez declararán los jueces. Se fijará determinado número de años de servicio, pero no edad para jubilarse, pues si representa una recompensa, ¿acordada a dos pasos de la muerte, será retacear el beneficio?»

Continúa Campoamor: «Somos alrededor de trescientos mil y existe buena voluntad por parte del gobierno. Proseguiremos luchando a fin de obtener la jubilación. Si no nos es dado gozarla, la obtendrán nuestros hijos. En esta vida no todo ha de emprenderse en forma egoísta. Alguien obtendrá el fruto de nuestros esfuerzos».

Verdaderamente solidario y edificante el rasgo expuesto, con deleite sincero lo agregamos en esta semblanza.

Nos refiere su señora que Campoamor ya desde antes de su enlace, el 29 de octubre de 1922, se hallaba alejado de la actividad musical en público. La sobremesa hogareña veíase día a día matizada por verdaderos conciertos de piano. Campoamor al teclado improvisaba o creaba nuevos temas; en ocasiones diríase que el ensueño le transportaba al pasado: escuchábase “El choclo”, “La morocha” o “Sargento Cabral”. No transcurría jornada sin ubicarse junto al piano, en ocasiones una hora, generalmente dos. Escuchado atentamente por su señora que no perdía detalle del íntimo recital.

Agreguemos que Campoamor fue un habilísimo ajedrecista, le complacía sobremanera disputar partidas con los amigos, las que en ocasiones se prolongaban hasta la madrugada.

Expusimos algunas de las ocupaciones que desempeñó, a las cuales agregaremos las siguientes: martillero, jefe de propaganda y avisos del diario La Fronda, jefe de la mesa de entradas de la Intendencia de Matanzas. En tanto cumplía funciones de jefatura en la Intendencia de Morón, falleció repentinamente a las 0.30 horas del 29 de abril de 1941, de resultas de cáncer pulmonar.

Nos remitimos al citar la obra de Héctor y Luis J. Bates a sus producciones. Agreguemos finalmente los siguientes tangos: “Mi capitán”, “Ahí no más” y “Gallo viejo”. El estilo: “Inesita”; el vals: “Amor [d]”.

Su tango “En el séptimo cielo” fue plagiado, presentándolo como polca paraguaya.

Publicado en el libro: Evocación del tango, de Juan Silbido, Buenos Aires, 1964.