Ramón Gutiérrez del Barrio

Nombre real: Gutiérrez del Barrio, Ramón
Pianista y compositor
(31 agosto 1903 - 8 noviembre 1983)
Lugar de nacimiento:
Jaén España
Por
Orlando del Greco

esde temprana edad sintió especial inclinación por la composición y dedicó sus mayores esfuerzos en tal sentido. Su producción es numerosa y variada, abarcando desde la sencilla canción, en la que predomina un auténtico sabor folklórico, hasta el suntuoso género sinfónico y coral. En 1928 viajó a España, ofreciendo en Madrid varios recitales de música argentina propia y de otros autores.

En 1947 obtuvo el primer premio de honor con su poema sinfónico Yaraví estrenado en el Teatro Colón por el maestro austríaco Chilibidaque. En 1949 se le confirió el primer premio en el concurso organizado por el gobierno de Mendoza por su “Canción de la vendimia”. En esa época compuso “Amook”, “Suite Coral Argentina”, “Salve Regina”, “Tríptico”, “El dorado [b]”, “Canto a San Martín”.

De cómo Carlos Gardel grabó su tango “No llores más”, para este trabajo dijo lo siguiente: «—Fue por 1926 ó 27. Yo era entonces un muchacho y al mismo tiempo que realizaba mis estudios, actuaba como pianista en un cine que ya no existe por el barrio de Constitución. Eran los tiempos heroicos del cine mudo. En esa época actuaba en el cine referido una cupletista que más tarde se convertiría en una estrella del tango. En ese entonces hacían furor las letras de tango bien arrabaleras, plagadas de términos pertenecientes al argot más popular y yo, cansado de componer piezas que por su estructura selecta, no lograban la aceptación de público ni de intérpretes, me decidí a dejar de lado mis veleidades de compositor original y difícil e ingresé en el honorable campo de los que rendían culto al lenguaje orillero y malsonante y a la socorrida de tónica y dominante.

«Así fue que compuse un tango cuya letra daba cien y raya a los más espantosos engendros del lunfardo, mientras que la música, por su vulgaridad corría pareja con tales versos. Deseoso de popularizarlo, no perdía oportunidad de tocarlo durante las secciones de cine y en principio logró mi objetivo.

«En efecto: una tarde se acercó a mí la cupletista de marras a preguntarme cómo se llamaba «tan hermoso tango» y al enterarse de que era mío exclamó entusiasmada: «¡Esto lo cantará Carlitos!»...

«Quedamos citados para el día siguiente en su casa, donde me presentaría a Razzano con quien la cancionista mantenía estrecha amistad. Así conocí al compañero de Gardel.

«Simpático, campechano, me invitó a hacerle escuchar el tango del que ya tenía referencia por mi bella admiradora, y yo, seguro del triunfo tan esperado, me senté al piano y en él di rienda suelta a la elucubración más canyenguera que pueda imaginarse.

«Terminada la ejecución, Razzano quedó silencioso y serio por un rato y, tras rascarse suavemente una oreja, me pidió que le leyera la letra. Así lo hice y mi nerviosidad hizo carecer del énfasis que requerían frases como éstas: «Te espiantaste del bulín como una chorra, que se afana la menega del gabión...» o «Fuiste la atorranta más fulera...».

«Terminé al fin como pude y miré a Razzano que esta vez se rascaba la nariz, y después de mirarme fijamente, me dijo más o menos así: «Mirá, muchacho; Carlos, y aún el mismo público, está cansado ya de tanto malevaje y de tanto lunfardo. El tango debe ser otra cosa».

«Y ante mi asombro y el de nuestra compañera hizo una serie de reflexiones tendientes a dignificar tan maltratada canción. Así pensaban Gardel y Razzano, integrantes del dúo que se había hecho famoso interpretando obras cuyo contenido daba un rotundo mentís a cuanto en ese momento pasaba. Pero lo curioso del caso era que yo pensaba igual que ellos pero el desastroso resultado de mi intento me hizo poner una cara tal de desaliento que, complacido sin duda y palmeándome la espalda agregó: «Mirá pibe; se ve que vos tenés condiciones. Probá hacer otra cosa sin tanto... ¿Entendés?, algo más... en fin, vos me entendés».

«Sí, claro que entendía. Y casi con lágrimas en los ojos, me enfrenté nuevamente con el piano y me puse a tocar con entusiasmo con rabia, como en son de protesta una de aquellas piezas cuyos acordes raros y cuyas modulaciones sorpresivas tantas satisfacciones me habían proporcionado pero que no habían logrado llegar a la sensibilidad de los que las habían escuchado.

«No pude terminar su ejecución porque los brazos de Razzano me hicieron girar en el taburete mientras me preguntaba: «¿Qué es eso que estás tocando?» «Es un tango mío; se llama “No llores más”. «¿Y la letra?» Entonces le recité los versos que mi hermano Alejandro hizo para mi música.

«Al día siguiente conocí personalmente a Carlos Gardel. Simpatiquísimo y cordial me recibió en su departamento y me hizo pasar a la cocina en donde, entre mate y mate, ensayaba con sus guitarristas cuando llegamos Razzano y yo.
«—Este es el muchacho de quien te hablé», dijo aquél lacónicamente.

«Después que toqué al piano mi música, al terminar por primera vez (me la hicieron repetir no sé cuántas veces), Carlitos, que estaba sentado a mi lado, apretó fuerte mi brazo y mirando a sus compañeros dijo: «¡Qué tango, muchachos, qué tango!».

«Lo demás es historia conocida. “No llores más” fue estrenado por Gardel días después en el flamante Cine Hindú y posteriormente grabado por él».

Ramón Gutiérrez del Barrio nació en Jaén (España) el 31 de agosto de 1903 y falleció en Mendoza (capital) el 8 de noviembre de 1983.