Por
Néstor Pinsón

ue Delfino un músico de escuela, que agregó a su talento creador una profunda versación en el dominio del piano, de la armonía y del contrapunto. Tuvo el nivel de un concertista.

Iniciador del tango romanza, cuando compone junto a Juan Carlos Cobián “Sans Souci”, cuyas características esenciales consistían en tratarse de un tango melódico, de vuelo lírico y depurada musicalidad.

Por pura coincidencia, en la misma época, Pascual Contursi incorpora al tango la letra con argumento, con los versos de “Mi noche triste (Lita)” que asociado con la voz creadora de Gardel da inicio al tango canción. Que se caracteriza por una letra que nos relata una historia, con un comienzo, un desarrollo y un final, generalmente dramático.

Pero es interesante aclarar que Contursi acoplaba versos de inspiración repentistas a conocidos tangos instrumentales. Es decir que su creación era posterior a la música, no lo hacía en comunión con el compositor.

Es Enrique Delfino, en el año 1920, quien crea el molde musical del tango canción. Reduce a dos partes los tangos musicales —que tenían como norma tres partes— y se pone de acuerdo con el letrista y autor teatral Samuel Linnig para escribir “Milonguita (Esthercita)”, que a mi entender sería el primer tango canción propiamente dicho.

Este tango, posiblemente una de sus obras fundamentales, se estrenó el 12 de mayo de 1920 en el viejo Teatro Opera, en ocasión del sainete de Samuel Linnig y Alberto Weisbach Delikatessen, siendo la actriz María Esther Podestá su primer intérprete.

Los que lo conocieron comentaban que el piano era un apéndice de las manos de Delfino. Renegaba del convencionalismo rítmico del tango milonga escrito en las partituras con el acompañamiento típico de habanera. «El tango no se toca así, hay que escribirlo como suena».

Se quejó de haber sido copiado y así se lo comentó al músico y crítico musical Pompeyo Camps: «Allí tiene mi tango “Araca la cana”, haga la prueba y escriba la melodía al doble de su valor. Camps lo hizo y de su piano surgieron las notas y la melodía del tango de Mariano MoresAdiós pampa mía”.»

Se ponía irónico con los estilos de Juan D'Arienzo y Rodolfo Biagi, y elogiaba respetuosamente la forma de Osvaldo Fresedo y aceptaba entre los jóvenes a Horacio Salgán y a Astor Piazzolla.

Nació en Buenos Aires a fines de siglo y su primera infancia la pasó en los pasillos del Teatro Politeama, en la esquina de la avenida Corrientes y Paraná. Allí sus padres eran propietarios de la confitería del teatro. Cuando estos advirtieron que el muchacho tenía condiciones para la música lo enviaron a un instituto musical de la ciudad de Turín, Italia.

De regreso y con fuertes inclinaciones a la noche y la bohemia, se fugó a Montevideo donde se quedó durante tres años. Allí comenzó a componer y a actuar, ganándose la vida usando el seudónimo Delfy. Fue humorista, fantasista del piano, hacía reír y cantar al público.

Ya en Buenos Aires, integró el Cuarteto de Maestros con Osvaldo Fresedo, Tito Roccatagliata y Agesilao Ferrazzano.

En 1920, es uno de los integrantes de la Orquesta Típica Select que completaban Fresedo y Rocatagliatta, contratados especialmente para grabar tangos en Estados Unidos para el sello Victor.

También actuó en radio, registró solos de piano en discos Nacional y Víctor, y acompañó en grabaciones a figuras como Sofía Bozán, Azucena Maizani y a otros artistas destacados de la época.

Reverenciaba a Verdi y a Wagner, pero su músico preferido era Puccini. Fue tal su admiración por este compositor que los personajes de su ópera La Bohème reviven en la letra de su tango “Griseta”, que hiciera conjuntamente con José González Castillo.

La línea creadora de Delfino es seguida por otros grandes músicos de la estatura de Juan Carlos Cobián, los hermanos Julio De Caro y Francisco De Caro, Osvaldo Fresedo y Joaquín Mora.

Compuso más de doscientos tangos, escribió música para películas, para numerosas obras de teatro e hizo giras por diversos países de Europa, actuando como excéntrico ejecutante y humorista.

Cuando alguna vez le preguntaron como podían convivir la alegría de sus presentaciones en público con el sentimiento y seriedad de sus composiciones, respondió: «Mis tangos soy yo, así de porteño, de romántico, de nostálgico. El humorista musical es una aptitud artística que poseo, que me condujo a cierta notoriedad y me hizo muy feliz.»

Entre sus tangos más importantes, verdaderos clásicos del género, están: “Re fa si”, “Milonguita (Esthercita)”, “Haragán”, “La copa del olvido”, “Milonguita”, “Bélgica”, “Araca corazón”, “Aquel tapado de armiño”, “Palermo”, “Padrino pelao”, “Otario que andás penando”, “Ventanita florida”, “Lucecitas de mi pueblo”, “Recuerdos de bohemia”, “Santa milonguita”, “Claudinette”, “Padre nuestro” y “Al pie de la Santa Cruz”. Hubo un momento en que todo Buenos Aires cantaba sus melodías, que eran interpretadas por las principales orquestas y cantadas por los mejores vocalistas.

La interpretación de “Milonguita (Esthercita)”, con la voz de Hugo Del Carril, es conmovedora, y qué decir de “Griseta” por Ignacio Corsini, donde el estribillo lo canta íntegramente colocando la voz en falsete.

Si algo evidencia la magnitud de su obra, baste con señalar que Gardel le grabó 26 temas, de los que destacamos:, “Aquel tapado de armiño”, “Araca la cana”, “Dicen que dicen”, “Estampilla”, “Padre nuestro”, “Palermo” y “El rey del cabaret”.

Fue un personaje querible, un caballero, pero por sobre todas las cosas un músico excepcional que llenó todo un espacio de la música argentina.