Por
Hernán Volpe

ijo de Aniceto Rossi, también contrabajista y pilar fundacional de la orquesta de don Osvaldo Pugliese; Alcides tuvo a partir de mediados de la década de 1950 una gravitación significativa en la historia de nuestro tango, al colaborar con numerosas orquestas.

Heredero innato de una forma particular de tocar el contrabajo, y un talento propio que le permitió amoldarse a diferentes estilos musicales, tan opuestos como Pugliese y Troilo por ejemplo, fue ganando poco a poco el prestigio que otrora alcanzó su célebre padre.

Consubstanciado totalmente con la forma «puglesiana», su marcatto a tempo riguroso, el arrastre del «yumba» con la base del arco contra las cuerdas, la potente percusión sobre la caja del contrabajo y el uso amplio del arco en los pasajes solistas, distinguieron su sonido, su estilo dentro del estilo mismo de la orquesta.

Dijimos más arriba que fueron muchas las orquestas en las que prestó colaboración. Debutó en la típica de Cristóbal Herreros, para luego pasar por las de Alfredo Gobbi, Florindo Sassone, José Basso y el cantor Alberto Morán, dirigida desde el piano por Armando Cupo, y que integraban importantes músicos como Pascual Cholo Mamone, Ernesto Baffa, Luis Stazo, Juan Salomone y Oscar D´Elia (bandoneones); Reynaldo Nichele, Ernesto Gianni, Emilio Fariña y Fidel de Luca (violines).

Después le llegaría un desafío más que interesante; el de sumarse a la gran orquesta de Aníbal Troilo, con la responsabilidad de reemplazar nada menos que a Enrique Kicho Díaz. Al mismo tiempo, junto a dos compañeros de la orquesta, el pianista Osvaldo Berlingieri y el bandoneonista Alberto García, forman el trío Los Modernos, para grabar junto al Polaco Roberto Goyeneche.

Cuando participaba junto a Troilo del sainete criollo Caramelos surtidos, de Enrique Santos Discépolo, en una puesta del año 1960, su padre Aniceto se estaba jubilando y dejaba vacante el lugar en la orquesta de Pugliese. Si bien el mismo Alcides le había pedido a su padre que no lo propusiera como reemplazante, fue igualmente convocado para sumarse a ella y Alcides con el apoyo del gordo Pichuco, se muda de estilo.

Debuta con Pugliese en la ciudad de Rosario a mediados de 1960 y permanecerá por ocho años, dejando interesantes grabaciones, como por ejemplo el tango “Canaro en París”, sobre un arreglo de Julián Plaza para cuarteto de bandoneones y contrabajo, grabado en octubre de 1965 para el sello Philips. Participó también de la célebre grabación del tango “La mariposa”, en abril de 1966 para la misma casa discográfica.

Otra intervención destacada es en el tango “Bandoneón arrabalero”, cuyo arreglo es de Víctor Lavallén y apoya la entrada solista de los bandoneones con gran sonoridad, haciendo un “colchón” con todo el arco para el lucimiento de los fueyes.

Esa brillante etapa de la orquesta de Osvaldo Pugliese, tuvo a estos inolvidables protagonistas: Osvaldo Ruggiero, Víctor Lavallén, Julián Plaza y Arturo Penón (bandoneones); Oscar Herrero, Emilio Balcarce, Julio Carrasco –hasta 1966- y Raúl Domínguez (violines); Norberto Bernasconi (viola), Enrique Lannoo (chelo) y Alcides Rossi en contrabajo.

En marzo de 1968 emprende la fundación del hoy ya histórico Sexteto Tango, junto a Ruggiero, Plaza, Lavallén, Herrero, Balcarce y el cantor Jorge Maciel. Consolidan entre todos un nuevo estilo musical -cercano a Pugliese-, pero con total identidad. Me atrevo a decir que fue el último estilo tanguero genuino.

Recorren el mundo con exitosas giras y dejan una serie de discos impecables para el sello RCA-Victor. En 1987, se aleja primero Lavallén y más tarde Plaza. Y años después, con los fallecimientos de Ruggiero y Herrero, el conjunto se ve desmembrado.

Hubo algunos intentos por rearmarlo, pero fueron vanos. Alcides Rossi participó de todas las grabaciones, con la jerarquía que resaltamos antes. Algunas versiones ya clásicas del amplio repertorio podrían ser los tangos “Rawson”, “Tema otoñal”, “Tanguera”, “Danzarín”, “Nochero soy”, “A fuego lento”, “Bordoneo y 900” , “La bordona” y “El choclo”.

Hacia finales de la década de 1990, es convocado por Luis Stazo y José Libertella para realizar una gira por Europa con el Sexteto Mayor. También colabora en los conjuntos de Julián Plaza y de Víctor Lavallén; y se suma como invitado especial, aportando toda su experiencia, a la Orquesta Escuela de Tango, en algunas clases magistrales.

El contrabajo, ese «grandote» indispensable en cualquier conjunto musical, encontró en el maestro Alcides Rossi un cultor de escuela, un estilista que supo enriquecerlo, haciendo honor a la dinastía familiar.