Por
Roberto Améndola

l tango, expresión predominante de Buenos Aires, siempre fue recibido con placer en toda la Argentina. Además, provenientes de ciudades del interior, surgieron talentosos intérpretes y creadores que lo cubrieron de gloria. La provincia de La Pampa no es una excepción. Julián Plaza, Charlo y también Nicolás Ledesma, nacieron allí. Oriundo de General Pico, segunda ciudad de la provincia, a 125 km de su capital Santa Rosa, y a 571 de la Ciudad de Buenos Aires.

Desde su infancia y por influencia familiar, estuvo cerca de la música. Su padre, un trabajador ferroviario, tenía como segunda profesión afinar pianos, tarea a la que asistía con el pequeño Nicolás. También fue ejecutante del bandoneón y el primer profesor de música de Ledesma. Padre e hijo formaron un dúo de bandoneón y guitarra, su primer instrumento. Interpretaban preferentemente folclore.

Luego, comenzó a estudiar piano con un maestro de su ciudad: Erberto Benuzzi, quien a su vez era pianista de la orquesta típica que en General Pico dirigía Alberto Pellizari. El 14 de abril de 1979, el alumno reemplazó a su maestro en la formación iniciando su debut profesional, con apenas 14 años.

Permaneció hasta los dieciocho años, mientras enriquecía sus conocimientos tomando clases con Horacio Salgán, viajando cada quince días de General Pico a la Capital Federal, ida y vuelta en 24 horas. Hasta que decidió radicarse en Buenos Aires.

Instalado en esta ciudad, viviendo en una pensión, se dedica a su profesión de afinador de pianos heredada de su padre, para poder subsistir y pagarse sus estudios de perfeccionamiento.

Al año, tocaba en un grupo con arreglos de Daniel Lomuto, alquilaba un departamento y con su profesión de afinador podía dedicarse de lleno a cumplir sus objetivos. Su profesión lo conecta con el ambiente tanguero, ya que afinaba los pianos en programas de televisión, entre ellos, Grandes Valores del Tango.

Allí, conoció a Roberto Siri que tenía una orquesta de jóvenes. Uno de esos muchachos, el bandoneonista Gilberto Pereira, lo convocó para formar una nueva agrupación, el Sexteto Menor, en contraposición al Sexteto Mayor que los apadrinó. Tuvieron éxito en los diversos locales donde actuaron, hasta que se transformaron en el Sexteto Sur, conjunto que perduró varios años, hasta 1990, y Ledesma ya convertido en el arreglador. Tocaron en Caño 14, hicieron giras a Canadá y Brasil.

En 1990, fue invitado por Walter Ríos a su cuarteto que actuaba en Tango Mío, en el barrio de Barracas. En 1992, lo convocó Pascual Mamone para tocar en la Orquesta de Tango de General San Martín, que dirigía. Sigue con Horacio Salgán tomando lecciones durante dos años. También, tomó clases con Manolo Juárez, Guillermo Iscla y Juan Carlos Cirigliano. En setiembre de ese año, Leopoldo Federico lo incorporó a su orquesta, luego de dos ingresos frustrados por circunstancias fortuitas en 1988 y 1990. Con Federico permanece hasta el fallecimiento del director, en 2014.

Recibió del Grupo Clarín el premio Revelación 2001 de Tango. También, la Orden del Buzón y fue nominado a los premios Grammy por su compacto De tango somos.

En forma paralela a su actuación con Federico, Ledesma fue pianista de muchas agrupaciones: el Quinteto de Fernando Suárez Paz, el Trío Julio Pane, el Cuarteto de Walter Ríos, el Octeto Buenos Aires de Daniel Piazzolla, la Selección Nacional de Tango, la Orquesta de Tango de Buenos Aires, la Orquesta Nacional de Música Argentina «Juan de Dios Filiberto», la Orquesta de Tango de San Martín y la Orquesta del Café de los Maestros.

También tocó junto a grandes músicos en diferentes acontecimientos: el vibrafonista Gary Burton, con quien grabó dos discos, el violoncelista Yo Yo Ma, el director Daniel Barenboim, la Orquesta Filarmónica Nacional. Y en el teatro Colón tocó remplazando a Horacio Salgán, su maestro.

Es un permanente representante del tango en todo el mundo, visitando con frecuencia distintos países con diferentes agrupaciones. Ya concurrió en siete oportunidades a Japón donde es vastamente conocido y donde tocó a lo largo de todo su territorio; en cuatro oportunidades con Leopoldo Federico, una con un quinteto dirigido por Horacio Malvicino interpretando música de Astor Piazzolla acompañando al tenor Marcelo Álvarez.

También formó su propia agrupación, en 2003, con sus arreglos y dirección. En 2007, grabó Meridiano Buenos Aires.

Ledesma compuso entre otros temas “De tango somos” (dedicado a Leopoldo Federico), “Milonguero de siempre”, “Sueño de tango”, “Ruta siete”, “Fuelle amigo”, “Oiga pibe” (dedicado a Carlos García), “El Marquetín” (con Miguel Cantilo), “Luchar y existir” (con Susana Rinaldi), “Dime” (con María Viviana), “A toda orquesta” (con Leopoldo Federico), “Betitta” (dedicado a su señora madre), “Voy a buena” (dedicado a Fernando Suárez Paz) y “La revolcada”.

Ha grabado cuatro CD con excelente repercusión del público y de la crítica: Sueño de tango, solos de piano, en 2001. De tango somos, con un cuarteto, en 2004. Meridiano Buenos Aires, en 2008, con su orquesta reforzada por un cuarteto de cuerdas, con temas propios y ajenos. Cuando llora la milonga, en 2015, acompañado por su mujer, Mariana Viviana (voz), Pablo Agri (violín solista), César Rago (violín), Mario Fiocca (viola), Luciano Falcón (violonchelo), Horacio Romo (bandoneón solista), Santiago Polimeni (bandoneón), Enrique Guerra (contrabajo) y Nicolás Ledesma [padre].

Tiene una sólida actividad en la enseñanza, es docente en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla (Carrera Tango y Folklore). Es, asimismo, prosecretario de AADI (Asociación Argentina de Intérpretes).