obre él todas son suposiciones, excepto que se contó entre los bailarines pioneros de nuestro tango. Alguna conjetura sostiene que sus padres eran españoles y arribaron a costas rioplatenses entre mediados y fines del siglo XIX, entre tantos inmigrantes procedentes de Europa.

También, que la familia se habría instalado en un conventillo cercano a la antigua plaza del Comercio, actual plaza Dorrego. Sea como fuere, en esa misma dirección Pedrín heredó el amor por el baile y, no contando siquiera con quince años, asomó al tango.

Entonces habría de destacarse entre los bailarines orilleros. Se haría frecuentador de esquinas y lugares de baile. Comenzaría a desarrollar un modo de interpretar la danza, a la que le añadiría figuras que se volverían su propio sello.

Para 1899 sería considerado el bailarín más destacado de su generación. Algunos lo llamaban Pedrín de San Telmo, identificándolo en referencia a la parroquia que se convirtiera en barrio a comienzos del siglo XX; otros Pedrín el Tuerto.

Por esa época solía bailar con la Flaca Rosa. Pero su mayor aporte, además de bailarín pionero en la danza de tango, fue haber influido y enseñado a un joven que paradójicamente lo destronaría de su reino hasta transformarse en una leyenda: El Cachafaz.

El autor es profesor, bailarín e investigador del tango danza. Es autor de Nuevo glosario de tango danza, La pista del abrazo, Tango FAQs y “Los legionarios del abrazo – Historia del tango danza 1800-1983. www.tangosalon.com.ar / info@tangosalon.com.ar