l hombre podía parecer algo tímido, pero estaba hecho de pasiones, de compañerismo, de tango y de fútbol. Había nacido en Villa Urquiza el mismo año que Ríver inauguró el Monumental, y de muchacho llegó hasta a jugar en las inferiores de un club.

No obstante, de la mano de sus compañeros de cancha, a los 13 años entró a la milonga de El Ciclón. Por entonces bailaba rock y todos los ritmos. Incansable, paso a paso adquirió experiencia en el tango y ganó la simpatía milonguera.

Así, en 1990, comenzó su carrera profesional en el recordado Almagro —junto con Susana Miller y Cacho Dante— y se desempeñó de manera independiente en la Leonesa.

Poco después conoció a Yvonne Meissner, que sería su pareja en el tango y la vida, y en 1999 partieron de Argentina. Juntos debutaron en Estambul y Amsterdam y al año siguiente en Estados Unidos, con primer puerto en Boston.

Eduardo Aguirre amaba el ritmo. Pasó de Di Sarli a preferir la música de Edgardo Donato o Enrique Rodríguez. Junto con Yvonne puso hincapié en un baile picado, con acento en los contratiempos.

Parte de su talento como maestro y bailarín quedó grabado por el canal Solo Tango y en entrevistas realizadas por medios europeos. Pero quienes lo hayan conocido seguramente recuerden, además de la agilidad con que pisaba, lo bien que lucía la camiseta de tango.

Fuente consultada: Yvonne Meissner.
El autor es profesor, bailarín e investigador del tango danza. Es autor de Nuevo glosario de tango danza, La pista del abrazo y Tango FAQs. www.tangosalon.com.ar / info@tangosalon.com.ar