e cuenta que nació en Palermo, hacia fines del 1800, cuando el barrio aún contaba con el viejo Hansen, se tejían leyendas de cuchillo y el arroyo Maldonado era como una vena abierta al cielo.

Se cuenta que aprendió el tango de joven, lo mismo que sus contemporáneos: El Cachafaz y Casimiro Aín. Alguna vez, cuando el avance del nuevo siglo, El Pardo Santillán comenzó a cobrar fama. Formaba pareja con la parda Esther y de vez en cuando bailaban en la Casa Suiza, reservada a gente de color. Más tarde organizó bailes en el Salón San Martín, Rodríguez Peña 344, y en el Salón de la calle Nueva Granada (actual Boulogne Sur Mer).

Vicente Greco, que tocó en el primero y entre cuyos violinistas se encontraba Francisco Canaro, le dedicó “Rodríguez Peña” y “María Angélica”; Canaro, que también tocó en el segundo, desmentiría el duelo que Francisco García Jiménez le adjudicaría contra El Cachafaz en lo de Hansen.

Contaría en sus memorias el mismo duelo, pero entre El Cachafaz y El Rengo Cotongo, que terminaría con una orquesta protegiéndose de las balas. Esa noche El Pardo Santillán cerró el salón. Sería un punto y aparte en su vida, en la vida de un personaje mítico que, entre auténticos cortes y quebradas, escribió una página propia en la historia del tango danza.

El autor es profesor, bailarín e investigador del tango danza. Es autor de Nuevo glosario de tango danza, La pista del abrazo y Tango FAQs. www.tangosalon.com.ar / info@tangosalon.com.ar