Por
Hernán Volpe

omo bien podría haber dicho Osvaldo Pugliese: «Un laburante de la música». Un infatigable andador de los caminos del tango, con sus partituras y su piano a cuestas. Esa es una buena definición del pianista Ricardo Martínez.

Su estilo es propio y nada imitativo de otras formas. Supo de acuerdo a sus posibilidades crear un clima personal, desde los arreglos siempre bien plasmados, sobrios, conocedor de los secretos del tango, de esos yeites y esa mugre tanguera que solo se aprenden estando adentro de las orquestas. Eso lo convirtió en un músico destacado en el medio, requerido por importantes directores y cantores.

Nació en el barrio de Villa Crespo, en la casa familiar de la calle Uriarte 958, donde además pasó toda su vida. Hijo de Santiago Martínez y Armanda Bonamino Carocella, ambos nacidos en Argentina. Su padre era criollo y su madre descendiente de italianos de Calabria. Don Santiago supo ser jugador de fútbol e incursionar en la música como bandoneonista, hasta que finalmente fue mecánico de automotores. Doña Armanda era profesora de piano, pero se dedicó al hogar y a cuidar de los hijos. Hubo en la familia un tío ilustre: Estevita. ¿Quién fue? Uno de los primeros bandoneonistas de Villa Crespo que tocó con Osvaldo Pugliese, quien además lo recordaba siempre en distintos reportajes. Se llamó Esteban Bonamino Carocella.

En ese hogar musical se crió Ricardo, que estudió el piano primero con su mamá y luego con el famoso maestro Antonio D’Agostino. Para esta época, tenía 11 años. Tiempo después, cuando ya era músico profesional, su maestro de armonía, composición y orquestación fue otro ilustre y recordado músico dedicado a la docencia, el violinista Pedro Aguilar. Con él han estudiado casi todos los músicos dedicados al tango.

Su debut profesional se produce en 1948 en orquestas juveniles, cuyas fotos que atesora Martínez, son testimonio histórico de una época gloriosa para el tango. En una de esas fotografías, descubrimos al bandoneonista Carlos Pazo.

En 1954, integra la orquesta del violinista Alberto Pugliese —hermano de Osvaldo—, actuando los fines de semana en el tradicional Salón La Argentina. La orquesta estaba integrada por: Alberto Pugliese, director y primer violín, completando la fila Juan Anocaro y Luis Giardino. En los fueyes Víctor Potenza, Héctor Pelaia, Cholo Tiry, Orlando Oliverio y Oscar Molinari. En contrabajo Carlos Tabarosi y en piano Ricardo Martínez. Cantaban Roberto Beltrán, Carlos Olmedo y Ernesto Rondó.

Pasa en 1955 a la orquesta de Oscar Castagniaro, temperamental bandoneonista que había dejado a Pugliese para probar suerte como director junto al cantor Roberto Chanel. Los músicos eran: Toto Rodríguez, Manuel Daponte y Orlando Calautti (bandoneones); Yeyé Rodríguez y Rugnongi (violines); Ricardo Pesce (contrabajo) y piano Martínez. Cantaron en distintos momentos: Roberto Chanel, Héctor Insúa, Horacio Quintana y Julio Martel. Actuaban en la Confitería La Cigale, de Corrientes 1153.

Continuó luego en el sexteto de Mario Canaro; algún tiempo en la orquesta del cantor Jorge Casal, que dirigía el violinista Julián Ortiz y contaba en la fila de fueyes a un jovencísimo Osvaldo Piro. En 1958, lo encontramos en el cuarteto de Raúl Garello, que acompañaba a Horacio Quintana. También trabaja con Argentino Ledesma, Carlos Dante y Oscar Larroca. En 1960, con Daniel Lomuto, acompañaron la labor de Elsa Rivas.

Otra tarea importante que supo cumplir fue la de copista. Importante por la responsabilidad confiada por los distintos arregladores. Hizo trabajos relevantes como la copia completa del “Oratorio Carlos Gardel”, encargada por el mismo Horacio Salgán. También trabajó para la orquesta de Aníbal Troilo, copiando los arreglos hechos por Raúl Garello para los tres discos For Export.

En los años 70 integra el cuarteto de Ernesto Baffa, en el recordado Viejo Almacén de don Edmundo Rivero. «Noches llenas de magia eran aquellas.», me dijo alguna vez en una de nuestras frecuentes charlas tangueras en SADAIC. Es que por esos años, ese lugar mítico de una Buenos Aires ya lejana, hacía confluir a lo mejor del tango: Horacio Salgán, Aníbal Troilo, Edmundo Rivero, Ciriaco Ortiz, Leopoldo Federico, Alfredo De Angelis y Osvaldo Pugliese entre otros, formaban parte del elenco estable.

Ricardo Martínez ha convertido en un oficio la tarea de acompañar cantores. Pensando los arreglos sobre un repertorio propuesto, se amoldó a cada cantor solista que tuvo que secundar, obteniendo siempre buenos resultados. Con muchos de ellos pudo llegar a grabar, siendo los más destacados trabajos, los que hizo junto a Carlos Acuña, Armando Laborde, Juan Carlos Cobos, Alfredo Belusi, Oscar Ferrari, Osvaldo Ribó, Carlos Almagro, Carlos Aguirre y Oscar Del Río, entre los años 1960 y 1980.

Pero la lista de los cantores y cancionistas que fueron acompañados por los conjuntos de Martínez —tríos, cuartetos y hasta sextetos— no termina en las figuras mencionadas. Sumamos a Nelly Vázquez y Gloria Díaz entre las damas del tango; y cuando fue pianista del recordado local Vostango, acompañó a célebres figuras como Hugo del Carril, Roberto Rufino, Roberto Goyeneche, Alberto Podestá, Jorge Valdez y Alberto Morán. Nos cuenta siempre que trabajar en Vostango fue una experiencia inolvidable, ya que era una verdadera maratón de no menos de quince cantores todas las noches. El dueño les pedía a los cantores que subieran y cantaran dos o tres tangos como máximo, pero cuando actuaba Roberto Rufino terminaba cantando solo a capella, ¡porque hacía no menos de ocho tangos! Recuerda también que recibían a don Hugo del Carril con los acordes de la “Marcha Peronista” y luego hacía generalmente los tangos “A media luz”, “Si soy así” y “Cambalache”.

Entre los años 1990 y 2000, viaja varias veces a Japón con el bandoneonista Santos Maggi, en giras prolongadas de seis meses. Visita también algunas ciudades de Francia y Grecia.

Algunos de los músicos que integraron sus conjuntos a lo largo de décadas de trabajo fueron: Osvaldo Sergio y Enrique Quagliano (bandoneonistas), Alberto Pando (violinista) y Oscar Cardozo (contrabajista).

Como compositor, tiene en SADAIC registradas 261 obras. Podemos destacar “Ñatita decí que sí”, con letra de Tito Manuel Pichel; “El viandazo”, con letra de Andrés Chinarro, ambos grabados por Armando Laborde; “Tiempo del abasto”, en colaboración con Carlos Acuña y Ángel Di Rosa grabado por Carlos Acuña y los instrumentales, “Taquillero”, en colaboración con Ernesto Baffa y “Vibrante”.

Volviendo sobre la vida personal del maestro Martínez, supo conformar su hogar al casarse con Ana Leonor Bruzzone, en 1969. De esta unión nacieron sus dos hijas, María Cecilia y María Verónica.

Hoy en total vigencia, a los 80 años, forma parte de la Comisión de Música de SADAIC, tarea que desarrolla junto a músicos notables como Ernesto Baffa, Carlos Buono y Juan Alberto Pugliano. Y también, continúa en la labor profesional, cuando algún cantor necesita arreglos musicales y un sólido acompañamiento, cargado de la experiencia que puede ostentar este talentoso artista.