Por
Abel Palermo

ació en la provincia de Buenos Aires, en Carmen de Areco, y sus padres se llamaban Juan y Sara Álvarez.

A los 20 años se inició en la agrupación dirigida por el violinista Mario Azzerboni, pasando luego por varias formaciones: el cuarteto de Juan Bongioni, las orquestas de Héctor D'Esposito —con la que hizo giras por el interior del país junto a la cancionista Raquel Mayo—, la de Aquiles Roggero, hasta que el 1 de septiembre de 1964 debutó con la de Alfredo De Angelis, en el Club Ferrocarril Oeste de Trenque Lauquen, oportunidad en la que también hizo su ingreso el cantor Carlos Aguirre.

Dos días después, la orquesta y sus nuevos cantores, se presentaban en Radio El Mundo, en el último ciclo del mítico programa El Glostora Tango Club. Es importante destacar que Cuello y Aguirre entraron en reemplazo de dos de las destacadas voces que tuvo el maestro: Juan Carlos Godoy y Roberto Mancini.

Llegó al disco en octubre de ese mismo año, con el tango “Sombras... Nada más!” cuyo reverso contiene el instrumental, “Fuegos artificiales”. Entre 1964 y 1969, grabó con El Colorado de Banfield 14 temas como solista y 3 en dúo con Aguirre entre los que se destaca la milonga “No hay palenque en que rascarse”.

Debemos resaltar una peculiaridad, Cuello tuvo que encarar un repertorio ecléctico con temas de orígenes muy diversos. Y hago esta aseveración porque grabó tangos nuevos, surgidos de la inspiración de compositores jóvenes o no habituales en el género; también, alguna canción de moda arreglada en tango, como “Quiero llenarme de ti” de Sandro, todo esto enredado con otras páginas muy anteriores pero poco conocidas.

Por nombrar algunos ejemplos, desfilaron por su repertorio: “A usted señorita” de Osvaldo Rizzo y Félix Arena; “Juntitos vos y yo” de Wenceslao Cinosi y Carlos Antonio Russo; “Porque yo quiero” de Salvatore Adamo; “Siempre te recordaré” de Yaco Monti; “Antes que salga el sol” de Héctor Palacios y Primo Antonio; “Tan sólo cuatro besos” de Américo Pinella y Juan Bernardo Tiggi y “Se alquila un corazón”, vals de Isabel De Angelis, Nino Fassa y Leandro Primerano y su último registro en marzo de 1969, “Vals de verano” de Salvatore Adamo.

Evidentemente, eran momentos difíciles para el tango y De Angelis intentó hacer algo distinto que atrajera a la juventud. No creo que haya sido una idea acertada.

Luego de los bailes de carnaval, se desvinculó de la orquesta —siendo sustituido por Julián Rosales— y al poco tiempo inició una gira por el interior del país.

A principios de la década siguiente, volvió a los estudios de grabación e hizo un disco larga duración para el sello Magenta, titulado Tango cantado. Asimismo, fue invitado a participar en el Canal 9 de televisión, en el programa Grandes Valores del Tango. Luego realizó una prolongada gira por Chile, Perú, Colombia y Uruguay.

En 1976, a raíz del fallecimiento del maestro Juan D'Arienzo, su último primer bandoneón, Ernesto Franco, armó una orquesta que llamó Los Reyes del Compás y contrató como cantantes a Alberto Echagüe y a Cuello. Debutaron en El Viejo Almacén y se presentaron en varios locales de la noche porteña, entre ellos: Caño 14 y La Viruta.

Volvió a grabar como solista para la compañía CBS-Columbia, compartiendo un disco con el cantor Héctor Pacheco, titulado La embajada del tango. En 1978, se presentó en Canal 11, en el recordado programa dirigido por el notable conductor, Hugo Guerrero Marthineitz.

Lamentablemente murió muy joven, con apenas 43 años a causa de un infarto.