Manolo Fernández

Nombre real: Fernández, Manuel
Seudónimo/s: El Caballero del Tango
Cantor y guitarrista
(4 octubre 1922 - 2 junio 1988)
Lugar de nacimiento:
La Habana Cuba
Por
Ricardo García Blaya

i de algo estaba seguro, como coleccionista e investigador, era que del 40 —sobre tango—, había escuchado todo. Sin embargo, a comienzos de este año 2012, esta certeza se hizo pedazos por una sorprendente revelación.

Bastó oír un par de temas —de una compilación que me enviara el amigo Jorge Camacho—, para descubrir a un cantor monumental, nacido en Cuba hace noventa años. Un artista que, a mi gusto, supo interpretar desde su tierra guajira el espíritu cabal de nuestro tango argentino.

A Manolo Fernández no lo conocía ni siquiera por referencias y, cuando lo escuché, quedé anonadado por su calidad y la hermosa textura de su voz.

Es el clásico cantor de aquella década dorada de la que surgieron los mejores vocalistas. Es a tal punto arquetípico, que un desprevenido oyente, por la coloratura de su voz y su fraseo, podría confundirlo y creer que se trata de un porteño. Su interpretación de “Motivo sentimental” —de 1945 con la orquesta de Rey Díaz Calvet—, brillante y emotiva, es un testimonio fehaciente de cómo se cantaba en aquellos años inolvidables.

Uno de los rasgos principales es su media voz, además de su fraseo delicado y su gran afinación. Tiene recursos sonoros, yeite y un timbre de tenor brillante. Los matices y el modo de ligar las frases lo convierten en un cantor de excepción.

Fiel representante de la escuela gardeliana, su versión de “Sueño de juventud” es un ejemplo de ello. Es dueño de una potencia sonora que sabe esconder —tal como lo hicieron los más grandes— y uno intuye, en los difíciles pasajes de una obra, que le sobra voz para el desafío propuesto.

Las grabaciones enviadas por Jorge corresponden a dos períodos muy diferentes de su trayectoria. En primer lugar, hay cuatro registros de 1945, con la orquesta del cubano Rey Díaz Calvet y ocho, entre 1946 y 47, con una orquesta de músicos de la isla, dirigida por nuestro compatriota Joaquín Mora. En segundo lugar, doce temas con la orquesta de Américo Caggiano, de los que no tengo fecha precisa, pero que presumo son de mediados de los años sesenta. Dos épocas diferentes, y si bien en esta última, su registro descendió un tono, mantuvo su jerarquía y su gran profesionalismo, pero ya no era el mismo cantor.

Además, el amigo Camacho anexó a su envío, un texto que pasaré a transcribir, que procede de la Enciclopedia Discográfica de la Música Cubana 1925-1960, de Cristóbal Díaz-Ayala, que resulta útil para conocer, aunque de forma muy somera, su trayectoria.

«Debutó en 1936, en el programa radial de aficionados La Corte Suprema del Arte, ganando el primer premio. Comenzó cultivando los géneros españoles pero el tango era su verdadero aire y cantándolo hace su debut profesional en 1941, por la emisora radial CMQ. Todo el Caribe le tiene querencia al tango —especialmente si viene en acento tropical— y no le fue difícil a Manolo llevar su arte a México, en 1944, y a Caracas en varias ocasiones.

«Durante muchos años, fue artista exclusivo de una de las emisoras más importantes de Cuba, Radio Cadena Suaritos, combinando tangos y el repertorio sentimental hispanoamericano.

«En la década de los cincuenta, además de radio, cabarets y teatros, tuvo un programa diario de televisión. Fue además Presidente de la Asociación Cubana de Artistas y decidido defensor del gremio.

«Desde 1960, se radicó en Puerto Rico, haciendo giras artísticas frecuentes a los Estados Unidos e Hispanoamérica, incluyendo la Argentina, donde era apreciada su manera singular de decir el tango.

«En los ochenta se trasladó a Miami. Poco tiempo después de cumplir sus bodas de oro con la música en 1986, murió mientras esperaba salir a cantar al escenario.

«Por su forma de ser, siempre correcta, se le conocía como El Caballero del Tango».

De esta trascripción, me surge una duda: el mencionado paso de Manolo por la Argentina. Esta duda es a raíz de la falta de conocimiento que del mismo, me manifestaron los colegas consultados. Tampoco, encontré revistas ni diarios que documentaran su presencia. Un intérprete de esas condiciones no podía pasar inadvertido.

Después de volver a deleitarme escuchándolo por enésima vez, deseo destacar algunas perlas: “La abandoné y no sabía” y “Tal vez será su voz”, acompañado por la orquesta de Rey Díaz Calvet (sello Panart, 1945); “Puro cuento”, de Alberto Alonso y letra de Francisco Ruiz Paris y “Discos de Gardel”, acompañado por la orquesta de Joaquín Mora (sello Panart, 1946/47).

También, el arreglo en tango del bolero “La media vuelta” de José Alfredo Jiménez, acompañado por la orquesta de Américo Caggiano (sello Star) y, tres tangos que no conocía: “Bandoneones en la noche” —de Alfredo Navarrine con versos de Ángel Vigo Díaz—, “Con tu voz querida” —de Francisco De Caro y José María Suñé— y “Noches de tangos” —de Nicolás Vaccaro y Horacio Sanguinetti—, con la orquesta de Joaquín Mora.

Como corolario, vale mencionar que su hija Dolores Fernández, desde Miami, nos envió algunos datos muy interesantes para completar esta semblanza.

Manolo Fernández nació en el barrio de Párraga, en La Habana, en el seno de una familia humilde. Su papá era sastre, hijo de inmigrantes asturianos, y su mamá costurera. El niño no tuvo una educación formal ya que, sus evidentes dotes para el canto, convencieron a sus padres de inscribirlo en el Instituto Cubano de la Música.

De ahí en más, inició una exitosa carrera en Cuba, que luego se fue extendiendo a los países del Caribe, México y los Estados Unidos, gracias a la radio y a sus giras por la región.

Nos cuenta Dolores que una señora cubana, arraigada en Tampa, y que después resultó su abuela, viajó a la isla acompañada de sus hijas, invitada por un amigo en común con Manolo. Tenía la ilusión de verlo en vivo en una audición de la radio. Era una ferviente admiradora que lo escuchaba desde su casa, en los Estados Unidos. Fue a causa de ese viaje que el cantor conoció a Loly, su futura cónyuge.

A partir de 1950, el ambiente político en la isla dio un giro importante y sucedieron varios hechos revolucionarios que derivaron en la destitución del dictador Fulgencio Batista y en la asunción al poder del comandante Fidel Castro.

Manolo era en ese momento, el presidente de la Asociación Cubana de Artistas y Músicos, sindicato que estaba dividido ideológicamente entre los que apoyaban la revolución y los que se manifestaban dubitativos, a causa del comunismo que pregonaba el nuevo régimen. El cantor en alguna oportunidad, manifestó su esperanza en que las cosas cambiarían para mejor, pero no era un hombre de la causa.

Asimismo, por su fama y prestigio artístico, más allá de que era un cantor popular, estaba relacionado con la burguesía cubana. Por esta circunstancia y quizás, por la envidia de algún colega, fue denunciado y estuvo a punto de ser detenido y fusilado. Lo salvó el embajador de los Estados Unidos, Earl T. Smith quien, el 13 de enero de 1959, intervino a causa del origen norteamericano de Loly, su esposa, y lo subió a un avión de Pan American, no sin antes evitar un intento de arresto por parte de un grupo armado de militares rebeldes que estaba en el aeropuerto.

Esta es a grandes rasgos, la historia de un gran artista que, por la magia virtual de nuestro foro, La Mesa del Café y el generoso aporte de Jorge Camacho, tenemos el placer de disfrutar.