Oscar Rorra

Nombre real: Rorra, Oscar
Seudónimo/s: Caruso Negro
Cantor
(15 agosto 1890 - 6 abril 1950)
Lugar de nacimiento:
Montevideo Uruguay
Por
Horacio Loriente

ació en la calle Isla de Flores y Cuareim (Montevideo), a pocos pasos del actual emplazamiento del monumento a Carlos Gardel.

Era niño mensajero de un famoso negocio en su ramo, hoy desaparecido. Don Oscar D'Oliveira, el dueño lo sintió cantar y muy impresionado por sus condiciones le pagó lecciones en un conservatorio, estudios que Rorra abandonó casi enseguida. Don Donato Pascale, conocedor de sus virtudes (era el dueño del Café Italiano que funcionaba en 18 de Julio y Río Branco), lo llevó a cantar por un peso por noche.

En agosto de 1915, se presentaba en los teatros Solís y Urquiza el famoso tenor Enrico Caruso, interpretando en esta última sala la ópera Pagliacci. Pascale le ofreció a Rorra cincuenta centésimos más para que interpretara las arias. Aceptada la oferta, a partir de entonces nació el apodo de Caruso Negro, podríamos agregar uruguayo, porque ya existía otro tenor norteamericano apodado así y se llamaba Roland Hayes.

Crecía su popularidad y era la época de la rivalidad de dos grandes comparsas de negros Los Nyanzas y Los Guerreros del Sur, Oscar Rorra integró los segundos. Ese carnaval, la Municipalidad tuvo que otorgar a ambos un primer premio.

Luego, Oscar Rorra se dedicó por un breve lapso al boxeo y, en abril de 1918, se presenta como solista en los cines Justicia (Justicia y Pagola) y Rodó (Joaquín Requena y Charrúa). A fines de este año, actúa junto a Luis Viapiana con quien comparte el cartel durante un tiempo. En las temporadas veraniegas era número atracción en las famosas varietés del Parque Rodó.

Viaja a Buenos Aires en 1923. Canta los tangos del concurso realizado con el auspicio de los cigarrillos Tango recorriendo varios cines de la capital argentina, junto a la orquesta dirigida por el pianista Alfonso Lacueva. Los premios por su orden fueron para “El ramito”, “Sobre el pucho”, “La mentirosa” y hubo una mención para “Midinette porteña”. La partitura del de máxima puntuación dice: «Cantado con gran éxito por el aplaudido melodista Caruso Negro», luciendo en un ángulo de la misma la foto del cantor.

Reanuda su actividad artística en Montevideo y uno de sus amigos, el excelente periodista Raúl Durante recuerda sus interpretaciones más exitosas, entre ellas “La garçonniere”, “La mina del Ford” y “Callecita de mi barrio”.

En marzo de 1925, parte a Buenos Aires nuevamente, con el empresario León Angulo, para suscribir contratos, entre ellos la grabación de discos. Quedaron para la historia seis temas: “Un real al 69” y “Triste regreso”, con acompañamiento de la orquesta encabezada por Antonio Scatasso, que se desempeñaba también en el Teatro Apolo, en tanto los restantes temas: “Recuerdos de arrabal”, “Cruel mujer”, “Modistita” y “Amor de Pierrot”, no indican el nombre del director del conjunto. Como estribillista de la, entonces, flamante jazz de Adolfo Carabelli, le correspondió popularizar las maxixas “Monerías” y “Noé Noé”.

Esos discos, impresos en el antiguo sistema acústico permiten, no obstante, aquilatar las sobresalientes condiciones vocales de Rorra. Una voz atenorada, de impecable afinación, buen gusto, muy apreciada por la generalidad de la gente de la época.

Su bohemia lo aleja de su querido Barrio Sur, de su gente, de sus amigos. Viaja a Europa donde hace presentaciones en Bélgica, Barcelona (1932), Madrid y La Coruña (1933), Paris (1936-1937) y algunas giras por África. Su repertorio abarcaba prácticamente todos los géneros, pero, en especial se lucía en los temas melódicos de actualidad y en el repertorio de su raza.

Procedente de Francia, regresó a Montevideo en el vapor Belle Isle, después de casi catorce años de ausencia de su país. Transcurría 1938, cuando la emisora CX42 —entonces llamada Tribuna Sonora—, lo contrata y realiza un ciclo en base a canciones cubanas. Amargado por la falta de trabajo y también por el olvido originado por su larga ausencia, se radica en Buenos Aires, viaja a Chile presentándose en el Teatro Balmaceda con una orquesta de 16 músicos, bajo la batuta de Roberto Retes y el agregado de tamboriles. Al retornar a la Argentina, se afilia a la Asociación Argentina de Artistas Circenses como chansonier. Realiza entonces sus presentaciones, en largas giras por el interior argentino.

En un artículo periodístico, Raúl Durante lo despedía: «Ya no tienen cantor los viejos muchachos: murió Caruso Negro. Llenó una época en los escenarios del Parque. Sus triunfos del 24 al 25 nunca fueron superados». Y epilogaba la nota, llena de nostalgia, casi con angustia: «La última vez que estuvo con nosotros, hace veinte días, al despedirse, me quedé mirándolo. Y lo vi alejarse por la calle Pampa con aquel su pasito dormilón, como cruzó en el pasado en las tardes felices, por la esquina de Isla de Flores y Cuareim. Con aquel paso que no abandonó un instante cuando recorría, lleno de aplausos y de pinta, por las calles de España y de Francia».