ue uno de esos intérpretes que gustaba a un público muy particular, en general, no demasiado tanguero. La pena es que se fue sin el reconocimiento que se merecía.

Interpretaba con un sentimiento pocas veces visto, con un estilo intimista que, a mi entender, se emparenta con el de Horacio Molina y Luis Filipelli.

Para Mariano del Mazo: «Caracol era un género en sí mismo. Cantaba como hablaba y hablaba como un hechicero. Reinventaba cada canción de una manera intrépida, como un ave que sobrevuela con paciencia la presa para arrojarse en caída libre, de un modo imprevisto pero exacto. Caracol siempre caía bien. “Tengo un metrónomo en la cabeza”, decía. Fue un cantor excepcional, pero antes que nada fue músico. Su endiablado ritmo interno se complementaba con un sentido melódico incorruptible: basta escuchar la versión de “Naranjo en flor” del disco compartido con Tango Chino, el dúo del guitarrista Edgardo Rodríguez y el pianista Fulvio Giraudo».

Roberto nació en la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires. A la edad de seis años comenzó a cantar con la Orquesta Infantil Favero, realizando sus primeras giras artísticas, apadrinado por el inolvidable Fidel Pintos. Desde entonces recorrió un largo camino pasando por otros estilos musicales como el folclore y la música melódica.

En 1979, fue invitado por Chico Novarro a participar del exitoso espectáculo Canciones con historia.

Durante los años 80, vuelve a presentarse como solista cantando tangos, compartiendo escenario con, Osvaldo Tarantino, Chabuca Granda, Sebastián Piana, Eladia Blázquez, Héctor Stamponi, Juan Falú, Daniel Riolobos, Susana Rinaldi y el quinteto de Astor Piazzolla entre otros.

A partir de 1988, se unió al pianista y arreglador de muchos de sus temas, Tato Finocchi, con quien trabajo hasta fines de 2002.

«Fue un outsider, más por desdén que por decisión. Después de una vida dedicada a la bohemia y a los oficios más diversos —almacenero, carpintero, metalúrgico, remisero—, después de gozar de un insondable prestigio en ciertos cabarets y peringundines de su ciudad —La Plata— fue empujado al disco por Juan Falú. La irrupción ocurrió en 1998, y Caracol no paró. Grabó una decena de discos». (Mariano del Mazo)

En realidad, fueron 11 discos compactos: Compás de espera (1998), Caracol canta tangos (1999), Mucho más que dos (2001), Algo diferente (2003), Destino de canto (2004), Cantar (2006), Son cosas del amor (2008), Tango Chino & Caracol (2010), Manzi para Caracol (2010), Milongamente (2011) y Caracol guitarra y voz (2013).

Se presentó en los más importantes locales de tango de Buenos Aires: Gandhi, El Club del Vino, La Trastienda, Clásica y Moderna, Torquato Tasso, y otros.

Realizó giras por el interior del país: Córdoba, Santa Fe, Mar del Plata, Rosario, Bariloche. Y en el exterior llevó su canto a, Bélgica, Holanda, España, Estados Unidos, Brasil y México. Participó en varios de los festivales de tango de Buenos Aires y también de España.

Fueron muchos los músicos que lo acompañaron: Tato Finocchi, Joaquín Galeliano (piano), Daniel Martínez Priccolo (bandoneón), Adriana González, Adrián Fanello (contrabajo), Pablo Giménez (bajo eléctrico), Marcelo Nisinman (bandoneón), Pablo Raninqueo, María Elgarte (flauta traversa), Roberto Calvo, Néstor Gómez, Hernán Ruiz, José Teixidó (guitarra), Federico Arreseygor, Leo Scaglia (batería), Hugo Figueras, Lisandro Giménez (chelo), el Dúo Tanguido (Guido Briscioli y Guido Di Blasi).

Se nos fue sin avisar, en silencio, así lo ordenó su corazón. Quizás con el tiempo, y es mi deseo profundo, el público reconozca su importancia en el tango o, por lo menos, su esfuerzo por hacer algo distinto. Lamentablemente, murió en el intento.