Por
Horacio Ferrer

ste músico sanjuanino estudió piano con Vicente Scaramuzza y armonía y composición con Pedro Aguilar.

En 1944, dio a conocer su primer tango “Ninguno de los dos”. Cuando la trágica desaparición de Osmar Maderna en 1951, tomó su lugar en la Orquesta Símbolo Osmar Maderna bajo la dirección de Aquiles Roggero, dentro de una modalidad pianística semejante a la del malogrado músico.

Durante su pasaje por dicho conjunto, colaboró como arreglador dando a conocer dos tangos de inspiración «maderniana»: “Matizando” y “Notas para el cielo”.

Posteriormente, forma un rubro artístico con los cantores Roberto Florio y Jorge Durán, quienes le confiaron la orquesta de acompañamiento, en la que se desempeñó como ejecutante, director y arreglador, evidenciando su capacidad no sólo en las versiones cantables sino en los instrumentales: “Pablo” y “Negro viejo” —página ésta última de su propio repertorio—, grabados para el sello Victor.

Al reorganizarse la orquesta de Miguel Caló con sus elementos de épocas anteriores, con la participación de Raúl Berón, Enrique Francini, Armando Pontier, Domingo Federico y Alberto Podestá, fue llamado para actuar como pianista, dando a conocer en esa ocasión otro tango orquestal que tituló “A Osmar Maderna”.

Acompañó a María de la Fuente. Después integró, en 1963 como solista destacado, el quinteto de Pen Tango del bandoneonista Dino Saluzzi y también, el cuarteto de Reynaldo Nichele con quien grabó en el sello Microfón.

Formó más tarde, siempre con rango de solista y como codirector junto a Luis Stazo, Los Siete del Tango. Ha actuado y grabado con su propia formación y, desde 1977, con Leopoldo Federico y Fernando Cabarcos. Con el trío hicieron giras por el interior y el cantor era Guillermo Galvé.

Le pertenecen además, los tangos instrumentales, “A paso firme”, “Argentino Galván” con Stazo, “Nadine”, “Entre dos” y “Tema concertante”, “Trampolín”, con letra de Leopoldo Díaz Vélez, “Barriada de mi ciudad” y “Brillan las luces de mi ciudad”, ambos en colaboración con Alberto Podestá y Salvador Monte y versos de Roberto Lambertucci. Compuso también, “Sonatinas de música nacional”.

En los años ochenta, formó parte de la orquesta estable de Café Homero junto a Néstor Marconi, Osvaldo Tarantino, el contrabajista Ángel Ridolfi, acompañando a Roberto Goyeneche, a Ángel Díaz y a Rubén Juárez.

En 1982 acompañó a Rosanna Falasca en sus dos últimos discos para el sello Polydor.

Fue profesor de piano de la Escuela de Música Popular de Avellaneda y fue director de la orquesta de tango de la institución.

En 1988, forma parte del octeto de Néstor Marconi que viajó a Japón. Entre sus compañeros estaban: Reynaldo Nichele, Daniel Binelli, Mauricio Marcelli y los cantantes, Nelly Vázquez y Roberto Goyeneche. Por el gran éxito obtenido, volvieron en 1991.

Falleció joven a los sesenta y ocho años y, en su homenaje, el sello Melopea editó, en 1999, un compacto con registros inéditos del maestro, que evocamos con este sencillo recuerdo.

Texto basado en El libro del tango, Antonio Tersol editor, con apuntes de la mesa de redacción de Todo Tango.