Roberto Maida

Nombre real: Maida, Domenico
Cantor y letrista
(3 marzo 1908 - 30 marzo 1993)
Lugar de nacimiento:
Francica (Vibo Valentia) Italia
Por
Orlando del Greco

on José González Castillo lo llevó a cantar a los teatros siendo niño aún y cuando empezó a impomer su nombre fue a España en 1928 como vocalista de la típica de Cátulo Castillo (en Barcelona en ese año conoció recién a Gardel), regresando en 1930. Al siguiente año volvió a Europa con la compañía revisteril del teatro Sarmiento, dirigida por Bayón y Manuel Romero. Ingresó en España a la orquesta de Bachicha y pasó a la de Manuel Pizarro en París; después cantó con la de Eduardo Bianco con quien actuó en Alemania y otros países. Regresó en el año 1934 para grabar en discos Columbia y luego ingresar a la orquesta de Francisco Canaro con quien estuvo varios años, disgustándose con el famoso maestro porque éste incluyó nuevamente en su conjunto a Ernesto Famá. De allí arrancó con orquesta a su nombre haciendo bailes, radios y alguna tournée. Acotemos que la típica de Miguel Caló fue la primera en la que cantó, 1925.

A los treinta años de la muerte de Carlos Gardel, la revista porteña Así, recordándolo, reporteó a algunos hombres del ambiente que lo conocieron, entre ellos a Maida quien dijo entre otros desatinos: «Era muy reservado en todos los aspectos de su vida. Por supuesto, ayudaba a los amigos cuando tenía rachas buenas, pero no dilapidaba el dinero a manos llenas, como se ha dicho siempre. Tampoco era hombre de juergas. No sabía fumar, pero, para estar a tono en las reuniones, echaba constantemente el humo de unos habanos —únicos cigarros que fumaba— que tenían un aro de papel impreso con su nombre. Alguien se los regalaba pero jamás supimos quién. Tampoco era afecto a la bebida. Sólo tomaba una copa —una sola, invariablemente— de whisky, y eso, cuando estaba con amigos».

—Entonces, ¿cuál fue su gran pasión?, le pregunta el cronista.
—El canto. Vivía para cantar. Y cuando no podía hacerlo, se sentía perdido, solo, aislado.
—¿Era muy popular?
—Ese es un tema delicado. En realidad, Carlitos no fue demasiado popular, ni aún cuando estaba consagrado y mimado por buena parte del público. Entonces cantaba Corsini, que fue el verdadero ídolo del momento(...)
—¿Qué significó Gardel en París?
—Poco, muy poco. Este es otro de los puntos en los que se ha exagerado siempre. Gardel no llevó ni impuso el tango en París, como se cree. En realidad, y yo fui testigo, actuó allí un par de veces, ya consagrado; después, se dedicó a pasear y a llevar una vida placentera. Pregunte por Gardel en París y verá que son muy pocos los que lo conocen. Los verdaderos héroes de la cruzada fueron los muchachos de esa bohemia grande y lejana, que cantaban por monedas en los cafetines y hasta en la calle. Ni siquiera Canaro podía adjudicarse ese mérito.
—¿Carlos ayudó a esa gente?
—Mucho. Él alquilaba un departamento en la Rue Le Ville, número 27, cerca de la estación Villers del Metro —hablo del año 31, más o menos— Aquella dirección era el refugio de los desesperados, alguna vez, fuimos hasta cuarenta bohemios allí, hacinados y con esperanzas. Hacíamos el asado en la bañadera.
Recuerdo que un día entró Carlos y había tanto humo en el hall, que gritó: «¡Che! ¿Yo alquilé un departamento o la fonda del pinchazo?». (Revista Así, número 111, del 25 de junio de 1965).

Escribió este «genial» intérprete una media docena de canciones; la primera allá en París, el tango “Aquellas cartas” con música del gran violinista Juan Andrés Ghirlanda, que el desconocido Gardel, según él, le grabó en Barcelona en el año 1932, después de andar tiempo, para que le hiciera ese favor, detrás de quien sin ser nada importante, mantenía en su departamento a cuarenta «triunfadores». (Su tango lo grabó en Barcelona con J. Camallonga y Juan Cruz Mateo y en Buenos Aires, en 1933, con Barbieri, Riverol, Pettorossi y Vivas).

Es bueno recordar lo que dijo Gardel en La Nación el 18 de junio de 1929 sobre estos «triunfadores»: «En Buenos Aires se cree que basta poseer una guitarra, tocar cuatro tangos en un bandoneón o cantar un triste para conquistar París o Madrid. Y no hay tal cosa. Tanto París como Madrid exigen mucho» (Recordó como buenos triunfadores a Bachicha De Ambroggio y a Irusta-Fugazot-Demare).

Maida nació en Francica (Italia) el 3 de marzo de 1908 y murió el 30 de marzo de 1993.