Ángel Condercuri

Nombre real: Condercuri, Ángel Félix
Seudónimo/s: Del Conde
Bandoneonista, director, arreglador y compositor
(2 agosto 1912 - 15 septiembre 1996)
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Ángel R. Condercuri

ació en Barracas, cuando sus padres Roque y Rosa Rasso vivían en la calle Daniel Cerri al 1400, de ese barrio. El tercero de cuatro hermanos varones, desde chiquito siempre demostró sus inclinaciones musicales y, a la edad de nueve años, doña Rosa lo inició en el estudio del bandoneón de la mano del maestro Manuel Daponte, prosiguiendo su aprendizaje con él celebre compositor y bandoneonísta Carlos Marcucci.

A los 14 años, comenzó a actuar en distintas instituciones barriales. Su manejo con el fueye era prácticamente el de un profesional, hasta que en el año 1927 debuta en el cabaret Marabú.

En el año 1936, Héctor Varela lo integra a la orquesta de Discepolín, conjunto éste que debutaba en Radio Municipal, prosiguiendo luego con los carnavales en el Teatro Colón, experiencia de extraordinario valor para el camino que posteriormente iba a transitar.

Al año siguiente, ingresó en la orquesta de Ernesto De La Cruz, que integraba además Astor Piazzolla. Con el autor de “El ciruja” viaja a Montevideo permaneciendo allí dos años, en los cuales también alterna con las orquestas de Pedro Maffia y Roberto Zerrillo.

Comienza la década del 40, para Ángel se inicia una etapa de afirmaciones y éxitos, al trasponer el umbral de los grandes profesionales y debutar con el maestro Osvaldo Pugliese, en el Café El Nacional de la calle Corrientes, viajando posteriormente a Montevideo donde permanecen durante varios meses.

Condercuri tiene entonces 30 años y, a fines de 1942, integra la orquesta de Domingo Federico, iniciando así una combinación brillante de nuestra música popular. Debutan en Los 36 Billares, en el Marabú y en el Café El Nacional, posteriormente, en el año 1943, hace su primera participación discográfica con el sello RCA-Victor, en las grabaciones de los tangos “Saludos” y “Yuyo verde”.

Ese mismo año, el 16 de enero, contrae matrimonio con Josefa Damone (Chola), constituyendo su hogar en la calle Alvarado 2086, donde vivió desde los 9 años y donde nacieron sus tres hijos, Ángel, Carlos y Norma.

En 1944, llevado por su amigo Enrique Alessio, integra la orquesta que acompaña al cantor de «los 100 barrios porteños», Alberto Castillo. En 1948, Alessio deja la dirección de la orquesta y Castillo le propone a Condercuri ser el nuevo director de su orquesta.

Efectivamente, entre el año 1944 y 1968, nada menos que veinticuatro años, queda al mando de la orquesta como director y arreglador y acompaña, permanentemente, al cantor, participando en todas sus grabaciones discográficas.

Junto a Castillo comienza una seguidilla de giras, tremendamente exitosas, por Latinoamérica y por España, en esta última permanecen casi 2 años y es llamado El Mago del Bandoneón. Allí tiene la oportunidad de hacer una serie de conciertos de bandoneón para la televisión española, donde ejecuta música clásica que era la que más le gustaba tocar con su instrumento, especialmente la música de Bach y Chopin.

Con Castillo llega a los Estados Unidos, un lugar sólo para privilegiados. Los estadounidenses se deleitan con nuestro tango y permanecen allí durante largos meses trabajando con gran éxito en la calle 42, en Nueva York, para continuar después, una gira por Marruecos, en el norte de África, Francia y otros países europeos.

En 1950, junto a Abel Aznar, compone la música del tango “No te arrepientas”. A este le suceden muchos más, entre ellos uno muy exitoso que grabó Juan D'Arienzo, titulado “Con todo mi corazón”, con la voz de Alberto Echagüe y que debió ser reimpreso varias veces.

Otros títulos: “El aullido”, “Aquella serenata”, “El capote”, “El consejo maternal”, “Qué lindo es volver”, que popularizó Castillo, “Viejo mío”, “La perinola”, “Todos queremos más”, canción que realizara con Rodolfo Sciammarella, grabada en siete idiomas con un récord de ventas impresionante en España; “No me dejes nunca”, “Es la única verdad”, “Mientes”, “Volvé corazón”, que grabó con su propia orquesta y cantó Carlos Gari; “Así maestro”, dedicado a su querido amigo Ernesto Franco. Pero hay un hito importante en su vida, el tango “Y bésame otra vez”, llevado al disco por Héctor Varela con el cantor Rodolfo Lesica, que vendió 380.000 placas en la primera semana de ventas.

A fines de la década del 60 decide separarse de Alberto Castillo para formar su propia orquesta. Crea un conjunto con el pianista José Colángelo y los cantores Carlos Rossi y Carlos Gari y parte rumbo a Santiago de Chile donde lo espera un contrato de casi un año.

La decadencia del género a partir de esos años lo obligaron a deshacer su formación para dedicarse a otro tipo de actividades.

Sin duda, estamos rememorando a un excelente director, arreglador y compositor que supo ganarse el respeto y la admiración de sus colegas, pero en cuanto a su maestría en la ejecución del bandoneón, curiosamente, fue más reconocido en el extranjero que en su propia patria.

Sus amigos lo recuerdan por su generosidad y por su disposición a ayudar al otro, considerándolo un ser humano incondicional y, por sobre todo, una honorable persona.