Juan Maglio

Nombre real: Maglio, Juan Félix
Seudónimo/s: Pacho y J. Oglima
Bandoneonista, director y compositor
(18 noviembre 1881 - 14 julio 1934)
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Orlando del Greco

o se puede hablar de música popular ni del tango y su historia, si no se nombra a Pacho, porque Pacho es sinónimo de todo eso y no estaríamos muy desacertados si decimos que en ese apodo está resumido todo el tango. ¿Que vinieron luego mejores? Cierto; pero es cierto también que muchos que se autotitularon mejores, a fuerza de desvirtuarla apuñalaron por la espalda a nuestra música porteña. En cambio Pacho fue genuino, nunca se desvió y cuando falleció, había ya varios «vanguardistas», como hoy se les llaman, en pos de arruinar al tango y su cadencioso ritmo.

Andaba cerca de los veinte años cuando decide estudiar bandoneón y ponerse bajo la tutela de Domingo Santa Cruz, el de “Unión Cívica”.

Por el año 1900, más o menos, debuta en un café de Barracas llamado El Vasco, estando allí unos meses. En otros cafés de distintos barrios va consolidando su nombre que a fuerza de bandoneón y tango obtiene envidiable fama que lo lleva a los discos Columbia en 1912, discos que pasean su nombre y su arte por los contornos de nuestro país y de varios en el mundo. Sus grabaciones se venden a millares y van esparciendo sus tangos y su seudónimo, a tal punto que Pacho es famoso y Maglio casi desconocido.

Anima las noches de centenares de locales porteños, entre los cuales cabe señalar el famoso Pabellón de las Rosas. Pone música a alguna obra teatral; actúa en Montevideo varias veces; interviene junto a Muiño-Alippi en teatro; ameniza los bailes de carnavales que se realizan en teatros del centro; salones aristocráticos, a los que otros colegas poco se animan y va imponiendo el tango como pocos.

En la década del 20 graba en discos Nacional y actúa por radio.

Su obra de compositor es abundante y escribió en varios ritmos: polcas, valses, cosas criollas, polcas paraguayas, pasodobles y sobre todo tangos, cuya música es su vida misma. Precisamente es un tango lo primero que hizo, “El zurdo” lo tituló y es de 1912. Después compone sin pausa hasta su tango póstumo, “Corten el mazo”, de 1934 que tiene letra de Manuel Romero.

Una lista más o menos completa de sus tangos es ésta: “Armenonville”, “El tío soltero”, “Cuasi nada”, “Qué papelón”, “Un copetín”, “Y... ¿qué hay?”, “Tomá mate”, “Nocturno”, “No la engañes”, “Jeanne”, “La machona”, “El zonda”, “Ando pato”, “El alero”, “La patota [b]”, “Chile”, “Haras San Julio”, “Adelita”, “José Eduardo”, “La chicharra”, “Mariotita”, “Moreno”, “¡Qué esperanza!”, “Urquiza”, “La guardia vieja”, “Taita Lindo”, “Guarany”, “Cielito”, “¡Qué plancha!”, “La tardecita”, “Maderito”, “Tacuarí”, “Catriló”, “Mi Monona”, “Margot [b]”, “La pareja”, “La beba [b]”, “Siete palabras”, “Artigas”, “Amor que mata”, “Marca de fuego”, “La montaña de las brujas”, “Royal Pigall”, “Sábado inglés”, “El tango de anoche”, “Nogoyá”, “La dolorosa”, “La Virgen del Cerro”, “Un chico bien”.

Es obligación citar sus hermosos valses como algunos que aún en nuestros días se suelen oír: “Orillas del Plata”, “María Esther”, “Visión de novia”, “Horas de hastío”, “Entre rosas”, “Violetas”, de estilos muy personales.

Sus incursiones por los escenarios porteños descubrieron en él vetas de autor teatral y así salieron de su pluma sainetes, dramas, etc. que fueron estrenados en salas del centro por primerísimas figuras: Don Padilla, El Dragón del Cabaret, La ronda de la locura, Como el tronar del Picacho, Como tronco de espinillo, Cuando el amor muere, Pájaro agorero, Cuando talla el corazón.

A Carlos Gardel lo conoció antes que llegara a la fama en un patio de una casona de Boedo y ese vínculo se hizo más estrecho al unirlos la lucha por la misma causa: el tango. Por indicación suya Guillermo Barbieri pasó a ser el acompañante del dúo; lo conocía muy bien, pues se había iniciado con él y supuso que sus cualidades podrían ser útiles a los cantores como efectivamente sucedió.

Cuando dispuso publicar tangos con letras, Gardel fue el primero que los cantó y a través de los años le grabó: “Qué has hecho de mi cariño” con letra de José González Castillo; “Tranco a tranco” y “La chacarera” (éste escrito musicalmente con José Servidio) con letras de Juan Andrés Caruso; “La cuyanita” y “El curdela” con versos de Jorge Luque Lobos; “Copen la banca” y “A media noche” con versos de Enrique Dizeo; “Congoja [b]” con letra de Enrique Carrera Sotelo; “Tango argentino” con letra de Alfredo Bigeschi y “Llegué a ladrón por amarte” con versos propios. Eran de verdad muy buenos y respetuosos amigos.

Como anécdota vivida con el cantor inmortal insertamos lo siguiente: «Se hallaba en el hall de la entonces Radio Nacional el compositor Cayetano Ziccaro, allá por 1928-29, bastante malhumorado porque consagrados directores le prometieron grabar su tango “La huerfanita” y lo habían dejado en promesas (habría dicho «La puta que los parió»), cuando se le acercó Gardel que estaba en la emisora, preguntándole "¿Qué te pasa pibe?". Al contarle lo hizo pasar para escuchar el tango y en ese interín llegó Juan Maglio (Pacho), encarándolo, Carlitos le pide: -¡Ché Maglio, grabáme este tango; es macanudo!»

«Y Pacho, ante el pedido del amigo, llevó al disco ese tema que el autor no sabía como agradecer al cantor por tan feliz gauchada".

Su hijo, también Juan Maglio, además de ser una estrella del fútbol argentino, militó en la delantera de San Lorenzo de Almagro y de las selecciones argentinas, era igualmente compositor y director típico pero sin alcanzar el renombre del progenitor.

Maglio nació en Buenos Aires (Palermo) el 18 de noviembre de 1881 y falleció en la misma ciudad el 14 de julio de 1934.