Por
Abel Palermo

ació en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires. Se crió en el barrio del Abasto, en la cortada Zelaya al 3000, a metros de la casa de Carlos Gardel.

En su adolescencia se inclinó por el boxeo, practicaba en un club del barrio de Almagro, donde también se entrenaba el inolvidable Justo Suárez, El Torito de Mataderos, quien junto a Luis Ángel Firpo, fueron los más populares boxeadores de la década del 20 y del 30. Pero en Leoncito, la vocación por el canto primó sobre el deporte de los puños.

A los 20 años, debutó con el nombre de Leoncito Zucker, en un local tanguero de la zona de Villa Crespo, barrio de los grandes poetas como Leopoldo Marechal, Celedonio Flores, Alberto Vaccarezza, entre otros grandes.

El café se llamaba La Victoria y estaba situado en la Avenida Corrientes al 5500. Durante sus actuaciones, conoció al joven bandoneonista Enrique Alessio, con quien departía los momentos libres en un café vecino, donde concurría Celedonio Flores, con el tiempo los tres serían grandes amigos.

Corría el año 1938, Osvaldo Pugliese había formado su primera orquesta, y había convocado como primer bandoneón a Alessio; en uno de los tantos encuentros Enrique invitó a León a un ensayo de la orquesta para que Pugliese lo escuchara cantar.

Así fue y el maestro, en forma inmediata, lo incorporó a su orquesta ocupando el lugar de Mario Durée, recientemente alejado de la misma. Es en esa ocasión que resuelve su nombre artístico. Estuvo apenas un año y su lugar lo ocupó Amadeo Mandarino.

Luego, integró la formación del violinista Alberto Pugliese, hermano de Osvaldo y autor del bello tango: “El remate”. Permaneció dos años y después pasó a la orquesta de Emilio Orlando, con quien desarrollaría una importante actividad en LR1 Radio El Mundo, compartiendo los cantables con el cantor Edmundo Rivero.

En 1942, con su espíritu inquieto, se integró a la orquesta dirigida por Atilio Bruni y dos años más tarde, a la de Tito Ribero. Luego, se fue con Edgardo Donato, con quien estuvo trabajando cuatro años, con la compañía de otras importantes voces: Alberto Podestá, Oscar Ferrari y Osvaldo Morel.

Con Donato actuó con mucho éxito en Radio El Mundo y en Radio Belgrano, además, en el histórico Tango Bar. Debutó en el disco, en junio de 1945, con el tango “Portero suba y diga”, con “Pregonera” cantado por Podestá en el acople. Su otro registro fue a principios de 1946: el tango “Demasiado tarde”.

Se alejó de Donato en 1948 y formó un cuarteto para que lo acompañara en sus actuaciones en Radio Argentina y en Radio Mitre y en distintos espectáculos. La formación estaba integrada por grandes maestros: Eduardo Rovira (dirección y bandoneón), Carlos Traversa (violín), Bernardo Blas (piano) y Pablo De Piazza (contrabajo). Más tarde, fue contratado para cantar en la orquesta de Ricardo Pedevilla y, luego, en la de Roberto Dimas.

A partir de 1950, sus actuaciones contaron con el acompañamiento musical del cuarteto dirigido por Alberto Pugliese. En 1953, regresó con Edgardo Donato y volvió a Radio El Mundo. En esas circunstancias hubo una denuncia anónima que lo acusaba de haber insultado la memoria de Eva Perón y debió exiliarse en Brasil, donde continuó su actividad artística.

Regresó a la Argentina en 1956 y actúo en distintos lugares de Buenos Aires acompañado desde el piano por el maestro Lucio Demare. En 1959, cantó en la orquesta de Armando Lacava.

De sus últimas actuaciones se recuerdan las realizadas en Radio del Pueblo, acompañado por la orquesta dirigida por Miguel Nijensohn.

Este arquetipo del porteñismo y de la amistad, muere en Buenos Aires luego de una penosa enfermedad. Fue hermano de otro grande de nuestra escena, Marcos Zuker, a quien también recordamos con el mismo afecto.