Fernán Silva Valdés

Nombre real: Silva Valdés, Fernán
Seudónimo/s: Juan Corrales
Poeta, letrista, dramaturgo y bailarín
(15 octubre 1887 - 9 enero 1975)
Lugar de nacimiento:
Montevideo Uruguay
Por
Horacio Loriente

ilva Valdés nació en Montevideo, en la calle Colón. Su primera infancia transcurre en Sarandí del Yi, regresando luego a la capital, donde realiza sus estudios primarios.

El verso le atrae desde muy joven y publica dos volúmenes costeando su tiraje: Humos de incienso y Ánforas de barro. «Reniego de ellos», tal sus expresiones cuando nos recibió en su casa de Carrasco, Juan M. Ferrari 1414, el 26 de enero de 1968, y agregaba, enfáticamente: «El punto de partida de mi verdadera obra, creando el nativismo, comienza con Agua del tiempo, publicada en 1921». Luego vienen Poemas nativos (1925), Intemperie (1930), Romances chúcaros (1933) y varias creaciones en prosa: Canto del Uruguay, Cuentos y leyendas del Río de la Plata y Lenguaraz.

Fue un enamorado de nuestra música popular y consumado bailarín. Con Gerardo Matos Rodríguez en música crean la “Canción montevideana” y comparten en el género dos temas: “Margarita punzó” (1927) y “Yo tuve una novia” (1930).

Conoce a Ramón Collazo, que le es presentado por Roberto Fontaina y sobre los versos de Silva Valdés, “Agua florida”, que nacieron con dos partes a los que debió agregarse un estribillo impuesto por el tango, músico y letrista creaban una pieza antológica. Su primera interpretación correspondió a un joven integrante de la Trouppe Ateniense: el cantor Alberto Vila.

El carnaval de 1929 se enriqueció con los versos que escribió para la Trouppe Moderna, en los que escondió su aporte firmándolo con el seudónimo de Juan Corrales.

Viaja por entonces a Buenos Aires y en una mesa que comparte en el Café Tortoni con algunos amigos y el maestro Juan de Dios Filiberto, dirigiéndose a ambos alguien les dice: «Ustedes deben hacer un tango juntos...» Silva Valdés y Filiberto acceden y en la casa de este último, en la calle España de La Boca, don Fernán escucha unas notas en el armonio y espontáneamente dice: «Como el clavel del aire...» «¡Ese es el título!», exclama Filiberto y nuestro poeta, desde Montevideo, escribe las estrofas de su tango más popular. Lo grabaron enseguida Carlos Gardel e Ignacio Corsini y el coro del maestro Antonio Lozzi. Las voces puras de los niños de las escuelas nos devuelven esta obra de perfección aún ahora, convirtiéndola en un permanente motivo de emoción por su belleza.

Casi enseguida, Gerardo Matos Rodríguez comparte con Silva Valdés el tango “Adiós Argentina”, para la película homónima dirigida por Mario Parpagnoli y protagonizada por Libertad Lamarque.

Escribe unos conceptos sobre el tango que titula precisamente así: El tango. Por supuesto que son incompatibles con la actualidad pero cuyo arranque vale la pena transcribir porque confirman la atracción que ejerció en Fernán Silva Valdés. Dice así:

«El tango, hijo de la milonga, evoluciona y lo hace sin saltos, dentro de un carril lógico, como las cosas propias del pueblo. Puede decirse, que evoluciona de un carril y que ese círculo comienza a cerrarse. Veamos: primero, milongón o tango milongón con corte y quebrada negrera: luego tango con corte, después tango canción; y ahora, por lo que se ve, vuelta al tango milonga otra vez».

Y prosigue: «Al primero, al con corte y quebrada, lo conocí de vista y por referencia. Lo vi bailar a soldados y chinas en una fiesta patria. Es el de las «academias» montevideanas y los «peringundines» bonaerenses, templos clásicos de bailes famosos, descriptos de un modo interesante por don Vicente Rossi en su libro Cosas de negros. Al que viene luego —que conocí de trato y bailé hace años, en su período de gran auge— lo llamábamos tango con corte a secas, y como hijo del antes citado, era tango milonga también, pero más civilizado ya, algo más sobrio y menos «macaco» como baile y mucho más variado como música, más variado o rico sin perder su sello milonguero».

Si bien la figura de Silva Valdés nos interesa desde el punto de vista del tango y la canción, no se puede dejar de mencionar algunas de las otras facetas que adornaron su gran figura. En abril de 1952, la Comedia Nacional le estrena el drama Santos Vega (Misterio del medioevo platense) en el Solís y con el ambiente de Punta del Este escribe también Por la gracia de Dios y una obra ambientada en el arrabal montevideano del 900 que tituló Barrio Palermo.

Sus versos criollos con originales figuras se complementaron con las músicas de grandes maestros y figuras importantes y de gran valor en la música popular. Entre los primeros, Luis Cluzeau Mortet, Eduardo Fabini, Alberto Ginastera, Kurt Pahlen, Lauro Ayestarán, entre otros y entre los segundos Pintín Castellanos feliz creador de “El tamboril”, Néstor Feria, autor de la inolvidable “En blanco y negro”, Américo Chiriff, el de la cifra “Querencia”, uno de los temas criollos más hermosos que se han cantado y nada menos que por Carlos Gardel.

Y para epilogar una nómina que dista de ser completa, la mención de Antonio Molina, tradicionalista argentino que complementó con su música versos muy expresivos de Silva Valdés titulados: “Yo me llamo Juan, te quiero”, milonga tangueada, cuya única grabación realizó la gran orquesta de Francisco Canaro, con una excelente intervención del cantor Ernesto Famá en el año 1934.

Fernán Silva Valdés vive también en el alma de los niños que recitan sus versos, acontecimientos que se vienen repitiendo por generaciones, tomados de sus Poesías y leyendas para los niños, Ronda catonga o Vorralito.

Miembro de la Academia Nacional de Letras, en los primeros meses de 1972, le fue discernido el Gran Premio Nacional de Literatura.

De vasta cultura musical tenía marcada preferencia por el estilo criollo y la milonga popular anónima.

Publicado en el libro Ochenta notas de Tango. Perfiles Biográficos, Ediciones de La Plaza, Montevideo 1998. Auspiciado por la Academia de Tango del Uruguay.