Por
Oscar Del Priore

nspirado y fino poeta, ha volcado su palabra sentida y de clara raigambre popular a la lírica tanguística en obras llevadas al disco por Aníbal Troilo, Roberto Goyeneche, Floreal Ruiz, Rubén Juárez, Roberto Rufino, Hernán Salinas, Nelly Vázquez, Julia Sandoval, Rosanna Falasca, Patricia Vel y otros destacados intérpretes. Su manera poética para cantar está exactamente reflejada en tangos como “Dice mi guitarra” o “Llevo tu misterio”.

Nació en Chacabuco, Provincia de Buenos Aires donde pasó los primeros años de adolescente y estudiante.

Compuso su primer cantable “Qué solo estás corazón” en 1955. Le siguieron “Trasnoche de ilusión”, “Empinao”, “Hoy estás aquí”, “Con las pocas palabras”, “Un hombre al fin”, “Todo es cruel”, “Este bandoneón”, “Todo es un berretín de tome y traiga”, “Soñar por la ciudad”, “Buenos Aires conoce”, entre otros, todos musicalizados por su hermano Raúl

Que feliz idea la de su hermano, el maestro Raúl Garello, de publicar un libro con la obra de Rubén, “Bolsillos Azules”, de Editorial Corregidor. Contó para ello, con la colaboración de su hija Martina, quien hizo una recopilación prolija y minuciosa de este gran poeta contemporáneo. Tuve el honor de escribir su prólogo, que adapté para esta sencilla pero sentida semblanza.

Fue uno de los tantos hombres llegados del interior a la gran ciudad —como Homero Expósito, como Homero Manzi—, que se enamoraron de sus calles y de su gente y que plasmaron en versos, el sentimiento inspirador de la urbe. Se sumó a una serie de poetas que buscaban en el tango su forma expresiva, como Héctor Negro, Eladia Blázquez o Mario Iaquinandi.

Solitarios personajes que rastrean la felicidad por las calles, los cafés, los hoteles. Peatones que buscan el amor que, al fin, es la mayor necesidad humana. Angustiados peregrinos que enjugan una lágrima con un vaso de vino, sin perder la esperanza del regreso.

“Hoy ya no es ayer/se perdió su voz./Tal vez en algún bar/la vuelva a ver.”

Y siempre está la ciudad, como una constante que ha atrapado al poeta, que no disimula su metejón.

“Refugio de mis largas madrugadas/abrigo de mi verso y de mi sino./Su cielo de gorrión, su luna triste/son cosas que también viven conmigo.”

En la poesía de Rubén Garello, aflora la necesidad de la luz alumbrando la belleza. Y se advierte en los versos de este libro, la inspiración constante de un poeta que no cesaba de obsequiar sus estrofas en las que la amargura se estrelló con su contracara, en las que se afirma la posibilidad de iniciar un camino mejor:

«Puede ser, que hoy estés/ensombrecido de desolación, buscando a veces otra solución/sin ver que en vos está la única verdad.»

En la compilación de su obra están las canciones de Rubén Garello, que aún despojadas de las bellas músicas de Raúl, no se destiñen. Y además de este repertorio, en muchos casos favorecido por un éxito merecido, se dan a conocer poesías que no estuvieron acompañadas de pentagramas, en un alarde emotivo y profundo que nos muestra otra faz de la obra de Rubén Garello, pensada sólo para el camino oral que recorremos con deleite y que nos llega desde “bolsillos azules” al corazón.

Esta muestra de amor es el rescate de la poesía de Rubén, que se fue cuando tenía por decir, pero que se queda gracias a lo que afortunadamente dijo.